No me fue nada agradable romperle el corazón a mi madre. El cerrar la puerta sólo abrió una nueva etapa en mi vida.
Caminé en medio de la ciudad, quería gritar en medio de la cuidad, pero no sacaba nada con hacerlo. El amor de mi vida se perturbó por una sombra del pasado la cual lo seguirá por el resto de su vida, un pasado que para mi es un fantasma que me agobia en cada ocasión de mi presente.
Estando en el Metro veía la cara de aquellos que al igual que yo estaban preocupados de sus problemas. Sentado en una de las butacas me percate que alguien me estaba observando detenidamente. Al volver a pestañar me di cuenta de una sonrisa en su rostro. No pude evitarlo y también sonreí. Gesticulé mis labios un hola, la respuesta de mi receptor fue una carcajada. Por lo menos me logró despegar los pies de la tierra por uno instante. Ese bebé de no más allá de 1 año y medio me dio una esperanza, pero su madre me volvió los pies a la tierra cuando se dio cuenta de los gestos que le hacía al pequeño. Baje mi mirada y volví a mis preocupaciones.
A esa hora de la noche ya no sabia que hacer, no podía acudir a cualquier parte o persona. Mi intención no era que todos se enteraran que estaba huyendo del fantasma así que decidí llamar a mi mejor amigo, por desgracia no contestó ninguna de mis llamadas, sólo me desviaba al buzón de voz por lo que le dejé unos mensajes, al colgar por última vez realmente me sentí desprotegido. Una ruptura amorosa, un quiebre con mi familia y un amigo ausente irrumpió mi alma. Mi nerviosismo se hizo más grande aún.
Lo único que desee en esos momentos fue desaparece de la vida de todos, por lo que fui a un Terminal de buses. De inmediato me dirigí a la boletería.
-Buenas noches.
-Buenas noches, ¿Tiene pasajes para el próximo bus?
-¿Cuál es su destino?
-No lo sé. Algún bus que vaya lejos.
-Si señor, pero necesito saber a dónde desea viajar.
-¡Ni yo lo sé!, ¿el próximo bus en cuánto rato mas sale?
-En 45 minutos más. El destino final es Valdivia.
-Muy bien, véndame un pasaje, que sea para la ventana.
-El número 34 está disponible, serían $24.500
-Ahí estaría el dinero. ¿El bus ya esta en el andén, se podría dejar el equipaje al tiro en el bus?
-Si señor, el bus ya esta recibiendo los pasa a los pasajeros. Disculpe señor, ¿Se siente bien?
-La verdad no, por eso quiero un pasaje lejos de aquí. Buenas noches.
Dejé el equipaje en el bus, mientas hacia la hora para la salida fui a una cafetería del mismo Terminal. Pedí algunas cosas para el camino y algo más para comer antes del viaje: un chocolate caliente, un sándwich, un agua mineral y unas galletas. Después de haberme tomado el chocolate fui al baño de la cafetería, no precisamente para hacer mis necesidades, sino que para fumarme un porro. Cuando lo encendí y aspire la primera bocanada logré relajarme un poco. Por fortuna nadie interrumpió mi ritual. Al terminarlo fui al andén con mis compras de último momento. Abordé el bus y partió rumbo al sur del país. Una vez cortado el boleto caí dormido con los ojos lloros.
Desperté 5 o 6 horas más tarde. Ya de madrugada no sabía donde estábamos, sólo sabía que el bus estaba detenido esperando el abordaje de otros pasajeros. Aproveche el instante para bajar del bus y pedir mi equipaje. Le explique al auxiliar que bajaría antes de mi destino final. Ya con los bolsos abajo me detuve a ver como el bus retomaba su curso al sur. Detenido escuche por alto parlante: “Se anuncia la salida bus con destino a Valdivia”. Espere pacientemente hasta que se acerco un taxista a peguntarme donde iba, a lo que respondí: “Lléveme a la plaza central”
Una vez en la plaza le pregunte al chofer: “¿En que cuidad estamos?” con asombro me miró y me respondió. Luego le pedí que me llevara a alguna residencial cerca para dormir un poco más. Le pagué la carrera y le pedí alguna tarjeta de presentación por si necesitaba de sus servicios nuevamente.
Ya registrado en la residencial me condujeron a mi habitación, la cual se caracterizaba por tener un ventanal inmenso con una vista espectacular hacia toda la ciudad. Antes de despachar al encargado (el cual era joven, atractivo, simpático y para mi asombro pertenecía al clan) pedí que me trajera el desayuno. Mientas comencé a desempacar algunas cosas para darme una ducha rápida antes de acostarme nuevamente. Al salir del baño sonó la puerta, era el desayuno. Le dije al encargado que lo dejara sobre el velador, su nerviosismo era evidente al dar vuelta uno de los vasos. – No te Preocupes, suele pasar – dije – Supongo que estas de saliente de turno – a lo que me respondió con una afirmación. ¿Mañana en la noche también trabajas?, por que si es así me podrías orientar un poco acerca de esta ciudad. El encargado respondió asombrado por mi petición con una nueva afirmativa, luego se retiró. Al terminar de comer encendí un porro, nuevamente mi ritual terminaba invicto de molestias.
En la cama, acostado, mirando el techo me pregunté ¿Qué estarás haciendo en estos momentos? Esa misma pregunta me hice cuando llegue al campo.
Bienvenidos
Espero que les gusten las historias.
Dejen su marca una vez leidas.
domingo, septiembre 10, 2006
martes, septiembre 05, 2006
Historia 8: Una Maleta y Una Servilleta.
Acababa de salir de la ducha y me dirigía a mi habitación. Una vez vestida bajé a preparar el desayuno. Coloqué el hervidor que me había regalado mi hija (según ella las teteras habían pasado de moda) mientras hervía el agua prepare mi jarro junto con un pan tostado y mermelada, tal como me lo indicó el médico. Me senté, encendí el televisor para que me hiciera compañía, como todas las mañanas. En esos momentos estaban hablando de las crisis que pasan las familias Chilenas en algunas etapas de sus vidas. Debo reconocer que me sentí identificada con algunos de los testimonios que mostraron. De un instante a otro me vino una corazonada. Algo malo estaba sucediendo con algún familiar.
Sonó el timbre y la situación angustiante invadía mi alma una vez más. Deprisa me levante y fui a la puerta, al mirar por la ventana vi a mi hijo menor. Una de sus manos sujetaba una maleta, en la otra buscaba las llaves para poder entrar. Creí que volvía a casa tal como lo hizo en más de una ocasión. Se dirigió hacia la mampara y me saludo con un beso en la mejilla.
-Hola madre, ¿Cómo está?
-Bien, estaba tomando desayuno ¿Me quieres acompañar?
-Sólo vengo de pasadita – Respondió mientras entraba junto con la maleta – vengo a buscar unas cosas y me voy.
-Pero cómo. . . ¿Ni si quiera vas a acompañar a esta vieja que te quiere tanto?
-Lo siento madre, pero estoy apurado.
En ese momento me di cuenta, mi presentimiento se confirmó. Él nunca hacia visitas tan cortas. No quise insistir más. Lo conozco tan bien, si lo hubiese hecho él descargaría su furia contra mí.
Él subió a su habitación, la cual estaba intacta, tal como la dejo la última vez que se fue. Mientas fui nuevamente a la cocina. Le preparé una colación al igual cuando iba a la escuela, un jugo de durazno, una manzana y un pan con queso. En una servilleta le escribí una nota que decía más menos así: “Hijo, recuerda que te amo, no dejes de confiar en mí. Pase lo que pase aquí estaré para ti”. Envolví todo en una bolsa de papel y la deje en la mesita del teléfono que estaba al lado de la puerta.
Percibí que el ambiente se volvió tenso, no por mi parte, si no por parte de él. Subí al segundo piso con la excusa de mostrarle las últimas pinturas que hice. Al entrar en su habitación el panorama era desalentador.
La maleta tirada en el suelo. Dentro de ella una pilchas y unos manuales de usuarios de sus equipos. Alrededor unos trozos de vidrio quebrados, eran de un porta retratos. Los cajones de su velador y su cómoda estaban volcados uno sobre otro, como si algo buscara. Él estaba arrodillado junto a la cama llorando como un niño si consuelo. Mi corazón se tuvo que aguantar para no estallar.
-Hijo ¿Qué es lo que te sucede?
-Nada madre. . . Ya no puedo más con esto, no doy más. . . todo mi mundo se viene abajo. Madre, ¡no quiero que esta caída me lleve bajo tierra!
-Hijo si me cuentas podría ayudarte.
-Ojala pudiera hacerlo, pero este es mi problema.
-No me vengas con esas tonteras, ¿Te has tomado las pastillas? Apuesto que no.
-Lo que me faltaba, estoy mucho más cuerdo de lo que cree mamá, no necesito depender de una pastilla por el resto de mi vida.
-Hijo, ese tema ya lo hemos conversado una y mil veces. Por favor cuéntame que es lo que pasa.
-No me obligues a hacerlo, no deseo recordarlo.
Se puso de pie y cerró la maleta. Dio vuelta uno de los cajones y encontró lo que buscaba. Lo puso muy rápido en su bolsillo y salio por la puerta de su pieza tratando de arrancar. Lo seguí hasta la puerta. De un tranco se detuvo en la mampara y sin mirar atrás dijo: “Adiós madre, si llama alguna persona dígale que no me ha visto. Yo estaré bien, no se preocupe, cualquier cosa la llamaré”. Nuevamente se fue de mi lado. Mi hijo estaba en una nueva crisis, esta vez no pude hacer nada para ayudarlo, excepto darle el espacio que me pedía.
Tomó la bolsa de papel y abrió la puerta. Lo ultimo que dio fue “Gracias por la colación. Recuerde que la amo” y cerro la puerta. Fui a la ventana para ver si volteaba. . . el orgullo lo guió calle abajo.
Quedé sola en casa, lo único que se escuchaba era el ruido del televisor y mi respiración agitada por la conmoción.
Caminado como un zombi subí a su habitación. Trate de ordenar un poco el desastre que quedó después de ese altercado. Una vez terminado ese trabajo me dedique a observar lo que se había llevado. Faltaba ropa de invierno, unos libros, una lámpara y su Pasaporte. . . Nunca más lo volvería a ver.
El teléfono comenzó a sonar, era su pareja, la voz de desesperación que tenía no me dejo cumplir lo que mi hijo me pidió antes de irse.
Sonó el timbre y la situación angustiante invadía mi alma una vez más. Deprisa me levante y fui a la puerta, al mirar por la ventana vi a mi hijo menor. Una de sus manos sujetaba una maleta, en la otra buscaba las llaves para poder entrar. Creí que volvía a casa tal como lo hizo en más de una ocasión. Se dirigió hacia la mampara y me saludo con un beso en la mejilla.
-Hola madre, ¿Cómo está?
-Bien, estaba tomando desayuno ¿Me quieres acompañar?
-Sólo vengo de pasadita – Respondió mientras entraba junto con la maleta – vengo a buscar unas cosas y me voy.
-Pero cómo. . . ¿Ni si quiera vas a acompañar a esta vieja que te quiere tanto?
-Lo siento madre, pero estoy apurado.
En ese momento me di cuenta, mi presentimiento se confirmó. Él nunca hacia visitas tan cortas. No quise insistir más. Lo conozco tan bien, si lo hubiese hecho él descargaría su furia contra mí.
Él subió a su habitación, la cual estaba intacta, tal como la dejo la última vez que se fue. Mientas fui nuevamente a la cocina. Le preparé una colación al igual cuando iba a la escuela, un jugo de durazno, una manzana y un pan con queso. En una servilleta le escribí una nota que decía más menos así: “Hijo, recuerda que te amo, no dejes de confiar en mí. Pase lo que pase aquí estaré para ti”. Envolví todo en una bolsa de papel y la deje en la mesita del teléfono que estaba al lado de la puerta.
Percibí que el ambiente se volvió tenso, no por mi parte, si no por parte de él. Subí al segundo piso con la excusa de mostrarle las últimas pinturas que hice. Al entrar en su habitación el panorama era desalentador.
La maleta tirada en el suelo. Dentro de ella una pilchas y unos manuales de usuarios de sus equipos. Alrededor unos trozos de vidrio quebrados, eran de un porta retratos. Los cajones de su velador y su cómoda estaban volcados uno sobre otro, como si algo buscara. Él estaba arrodillado junto a la cama llorando como un niño si consuelo. Mi corazón se tuvo que aguantar para no estallar.
-Hijo ¿Qué es lo que te sucede?
-Nada madre. . . Ya no puedo más con esto, no doy más. . . todo mi mundo se viene abajo. Madre, ¡no quiero que esta caída me lleve bajo tierra!
-Hijo si me cuentas podría ayudarte.
-Ojala pudiera hacerlo, pero este es mi problema.
-No me vengas con esas tonteras, ¿Te has tomado las pastillas? Apuesto que no.
-Lo que me faltaba, estoy mucho más cuerdo de lo que cree mamá, no necesito depender de una pastilla por el resto de mi vida.
-Hijo, ese tema ya lo hemos conversado una y mil veces. Por favor cuéntame que es lo que pasa.
-No me obligues a hacerlo, no deseo recordarlo.
Se puso de pie y cerró la maleta. Dio vuelta uno de los cajones y encontró lo que buscaba. Lo puso muy rápido en su bolsillo y salio por la puerta de su pieza tratando de arrancar. Lo seguí hasta la puerta. De un tranco se detuvo en la mampara y sin mirar atrás dijo: “Adiós madre, si llama alguna persona dígale que no me ha visto. Yo estaré bien, no se preocupe, cualquier cosa la llamaré”. Nuevamente se fue de mi lado. Mi hijo estaba en una nueva crisis, esta vez no pude hacer nada para ayudarlo, excepto darle el espacio que me pedía.
Tomó la bolsa de papel y abrió la puerta. Lo ultimo que dio fue “Gracias por la colación. Recuerde que la amo” y cerro la puerta. Fui a la ventana para ver si volteaba. . . el orgullo lo guió calle abajo.
Quedé sola en casa, lo único que se escuchaba era el ruido del televisor y mi respiración agitada por la conmoción.
Caminado como un zombi subí a su habitación. Trate de ordenar un poco el desastre que quedó después de ese altercado. Una vez terminado ese trabajo me dedique a observar lo que se había llevado. Faltaba ropa de invierno, unos libros, una lámpara y su Pasaporte. . . Nunca más lo volvería a ver.
El teléfono comenzó a sonar, era su pareja, la voz de desesperación que tenía no me dejo cumplir lo que mi hijo me pidió antes de irse.
lunes, agosto 28, 2006
Historia 7: 50 Mil y Las Gracias.
Lo que siento por ti no lo volveré a sentir por nadie más eso lo tengo claro. El tiempo ya nos ha sellado muestras heridas y a la vez ha abierto otras. Me llama la atención que te hayas ido sin avisar. Te busqué por mucho tiempo, pero no dabas señal de vida, pregunte por ti hasta con tus padres. Tú madre lo único que me dijeron fue algo más o menos así:
-“Bueno, él llego hace un rato, traía una maleta vacía. Me saludo y subió corriendo a su pieza, pasaron como 30 minutos y bajó con la maleta llena, me dijo que eran algunas cosas que necesitaba porque se iba de viaje, no me quiso decir donde, pero que no me preocupara que él iba a estar bien y si llamabas que no te dijera nada.
-Esta bien, bueno yo también le quiero pedir un favor – en ese momento mis manos estaban frías y temblaban mucho – No le diga que yo la llame.
-¿Pero pasa algo grave, algún problema?
-Nada que no se solucione – pensé en esos momentos – nada grave.
-Bueno ojala se solucione. Te tengo que dejar, estoy preparando el desayuno.
-Muchas gracias por atenderme y disculpe las molestias, adiós.
Al momento de colgar sentí que todo mi mundo se había vuelto abajo. Corrí a muestra cama, necesitaba si quiera sentir tu olor. Lloré por más de 20 minutos sin nadie que me consolara. Me sentí tan pequeño en un departamento tan grande. El único consuelo que me quedaba era el aroma de las sabanas, las cuales llevaban impregnado la fragancia de tu olor. Una mezcla de perfume y tabaco el cual siempre fue característico en ti y me hacia alucinar y volar antes de dormirnos cada noche.
Al día siguiente llamé por celular a tu amigo. Estaba fuera se su hogar y necesitaba saber de ti. Debo reconocer que a veces lo encontraba un poco hostil, ya que, te hacia cambiar cada ves que salíamos a algún Pub y nos encontrábamos con más personas. Le pregunté por ti, él no me supo responder tampoco entendía lo que estaba pasando (al pareces estaba recién despertando) en ese momento le dije que estaba fuera, que me abriera la puerta para poder conversar tranquilos.
Al abrir la puerta logue apreciar su cuerpo, el cual era más blanco que los belgas que conocimos en Europa. Venia con una sabana alrededor de su cintura, justamente se venia despertando. Una ves adentro me pidió disculpas por el desorden y se fue a colocar un poco más de ropa. Al sentarme en el sillón me di cuenta de los restos del trasnoche. Envases de alcohol sobre el sofá, cenizas en la alfombra y una pipa artesanal sobre la mesa justo al lado de una cajita de anilina. Esto último me llamo la atención así que decidí curiosear y abrirla. Para la mayor de mis sorpresas en su interior quedaban unas cuantas dosis de cocaína tapadas por papelillos y un tubo de lapicera. Justo en ese momento escuche unos pasos que se acercaba, cerré la caja y la metí en uno de mis bolsillos. En ese momento me hablaron, mi nerviosismo era un poco evidente, pero lo atribuí a la molestia por la hora en la cual había llegado – cerca de las 9:30 AM – pedí el baño para mojarme la cara, fue en ese instante cuando guardé la caja entre mis calcetines para que no notara que le faltaba y yo la llevaba en los bolsillos. Al salir del baño mi nerviosismo ya había disminuido.
-Tú si sabes donde esta.
-¿Dónde esta quien?
-Mi pareja.
-Bueno, si no sabes tú menos lo voy a saber yo – dijo con un tono irónico.
-Por favor dime dónde está, dime dónde se ha ido.
-Haber, no estoy entendiendo nada. Me estas diciendo que no sabes de él.
-Así es, por esa razón vine hasta acá, pensé que tú podías saber algo.
-Bueno la última vez que lo vi fue hace 2 días atrás. Nos juntamos a tomar un café y luego me vino a dejar ya que tenía otro compromiso.
En esos momentos sentí otros pasos que venían desde el corredor. Esa persona saludó con un gesto de cabeza y de manos - a los que respondí de la misma forma – y luego se dirigió junto a nosotros. Lo beso y se sentó. Evidentemente buscaba la cajita, al no encontrarla fue a la pieza y se devolvió con otra cajita más. Preparo la mercancía frente a mí y me ofreció, a lo que respondí: No gracias, No le hago. El tipo me miro y le ofreció al dueño de casa, el cual lo único que hizo fue tomar el tubo y meterlo en su nariz y jalando todo lo que le habían preparado. Luego siguió su proveedor. En esos momentos me sentid emaciado incomodo, no me había dado cuenta que el mejor amigo de mi pareja se metía esas cosas por la nariz. Logré explicarme en ese momento por qué a veces desaparecía misteriosamente y llegaba con la nariz y los ojos rojos pidiendo un pañuelo.
-No sabes de lo que te pierdes – me dijo cuando su compañero termino de jalar.
-Si hay algo que sé, es que no malgasto mi dinero en esas cosas.
-Por favor, no me vengas con esas cosas – intervino su proveedor.
-Cállate y no te metas en esto – le respondió el dueño de casa – creo que es mejor que vayas a la pieza ya que mi invitado y yo debemos conversar algunas cosas.
-No seas tan exagerado, además tengo derecho a saber lo que pasa.
-Después te explicaré lo que esta pasando – Dijo con un tono más agresivo, el tipo se retiro a la pieza de la cual había salido sin que nadie lo llamara – ¿en qué estábamos?
-Si sabes dónde está.
-La verdad no tengo idea, como te dije antes no lo veo hace más de 2 días, ¿lo llamaste a su celular o a la casa de sus padres?
-Ya he hecho todo lo que esta a mi alcance y aún no logro contactarme con él
En ese momento solté el llanto, mi angustia era mayor, ni si quiera su mejor amigo tenia información de él. Se acerco y me abrazo, trató de tranquilizarme diciéndome que antes hacia lo mismo; desaparecía sin darle aviso alguno a nadie y luego volvía después de un par de horas o unos días. En esos instantes recordó que su celular sonó en algún momento de la noche. La razón por la cual no había contestado es por que lo dejó en su pieza y estaba de anfitrión de la fiesta que ofreció en la noche anterior, además estaba preocupado por conseguir más alcohol y mote – así le decía a la cocaína- Se paro y se fue a la pieza a buscar su celular a la pieza.
Unos gritos espantaron mi lamento. Su proveedor no quería entregarle celular ya que según él mi pareja no le había pagado lo que debía. Mi atención se volcó a las palabras que escuché. Mi acerque a la pieza para atender con mayor atención. El mejor amigo de mi pareja le decía que bajara la voz ya que yo podía escuchar. Decepcionado me fui al baño, las ganas de vomitar eran inmensas, me daba asco el saber que mi pareja me había ocultado su adicción. Tiré la cadena y baje la tapa de la taza, me senté y pensé en la nada, saqué un cigarrillo y lo encendí, aun podía escuchar la discusión que tenían en la pieza, la única razón por la cual no salí de esa casa fue la necesidad de saber si tenia alguna llamada de él en su celular.
Estas ahí, me dijo al mismo tiempo que golpeó la puerta. Salí del baño con los ojos llorosos e inyectados en sangre tanto por mi perdida como mi rabia y decepción.
-Justamente fue él quien llamo.
-Muchas gracias, pero si anoche no hubieses estado metiéndote estupideces en la nariz me podrías haber ayudado siquiera a saber si esta bien, pero a lo único que me has ayudado es a caer mas profundo aún – En eso vi como su proveedor se apareció nuevamente.
-Perdóname, pero no puedo hacer más por ti.
-Claro que puedes hacer algo más – Intervino el proveedor – Cóbrale el dinero que su parejita me debe hace mas de 2 meses.
-¡¿Cuanto es lo que te debo?! – le respondí con un tomo agresivo y mirándolo fijamente.
-¿Acaso tú le vas a pagar, Si quieres te cobro los intereses? – me respondió con un tono irónico e hiriente.
El dueño de casa trato de calmar mi ira tomando mi mentón con una de sus manos y girando mi cara hacia él.
-No lo hagas – dijo el dueño.
-¿Que no haga que? – le respondí.
-Por favor contrólate.
-Serian 50 mil y las gracias por haberte dicho lo drogadicto que es tú parejita – intervino el proveedor.
En ese momento la mano que se encontraba en mi mentón la saqué hacia un lado con un solo golpe, corrí hacia el proveedor y le mande un golpe en la cara el cual no pudo esquivar. El puñetazo le dio vuelta la cara, rápidamente le mande otro golpe en el abdomen el cual lo hizo caer al suelo. El dueño de casa trato de detenerme sujetándome los brazos por la espalda y pidiéndome que me calmara. A lo que le respondí: si no quieres terminar en el suelo, suéltame ¡Ahora! En ese instante vi como el proveedor se puso de píe, se tocó la nariz la cual estaba sangrando, me miro y se dispuso a atacarme. Me balancee sobre mi contenedor lográndome zafra por completo. En ese momento sentí un golpe en la cara. Solo sentí el golpe, pero nada de dolor. Inmovilice el brazo de mi oponente y lance una patada en sus testículos la cual lo dejo tirado en el suelo retorciéndose como lo que es, una víbora venenosa. El mejor amigo de mi pareja me gritaba que me detuviera, pero la decepción y angustia junto con la rabia se habían apoderado de mí. Le mande una última parada en los glúteos, luego saqué mi billetera y le lancé en la cara que me había cobrado. Irónicamente le dije: “Ahí tienes lo que te debían, ahí tiene 20 mil más para que pagues los gastos de este encuentro. Y una cosa más, gracias por ser quien me haya informado de la adicción de mi pareja, ya que estaba esperando algún momento para descargar toda mi rabia y furia”.
Arregle el cuello de mi camisa y me dirigí hacia el dueño de casa, el cual levanto un poco los brazos en señal de sometimiento y le dije: “Espero que nunca mas te vuelva a ver con ese tipo, y menos jalando frente a mí, ya que sabes lo que te puede pasar”. Seguí mi camino hacia la puerta y antes de abrirla me volteé y les dije:”Haber si con el Mote logran minimizar el dolor que sienten”
Ya en el departamento deje las llaves sobre la mesita de centro. Solo llegue a ducharme. Me sentía sucio. Una vez frente al espejo me mire el rostro, solo una leve inflamación en el pómulo. Me saque toda la ropa que llevaba puesta, el pantalón y las zapatillas aún tenían marcas evidentes de sangre fresca. Bajo el agua tibia me preguntaba cómo no me di cuenta antes de la adicción de mi pareja.
Una vez fuera de la ducha llevé toda la ropa a la lavandería. Separé cada penda. Al tomar el pantalón cayó uno de los calcetines. La cajita de anilina se hizo evidente. La dejé a un lado junto con las demás cosas que andaba trayendo en los bolsillos. Programé la lavadora e inició si ciclo. Tomé los artículos y fui al living, los deje junto a las llaves y me recosté un momento sobre el sillón de 2 cuerpos para observar esa cajita. La cual apode la “Cajita infeliz”, la cual a algunos hace feliz. . . Pero solo por un momento.
-“Bueno, él llego hace un rato, traía una maleta vacía. Me saludo y subió corriendo a su pieza, pasaron como 30 minutos y bajó con la maleta llena, me dijo que eran algunas cosas que necesitaba porque se iba de viaje, no me quiso decir donde, pero que no me preocupara que él iba a estar bien y si llamabas que no te dijera nada.
-Esta bien, bueno yo también le quiero pedir un favor – en ese momento mis manos estaban frías y temblaban mucho – No le diga que yo la llame.
-¿Pero pasa algo grave, algún problema?
-Nada que no se solucione – pensé en esos momentos – nada grave.
-Bueno ojala se solucione. Te tengo que dejar, estoy preparando el desayuno.
-Muchas gracias por atenderme y disculpe las molestias, adiós.
Al momento de colgar sentí que todo mi mundo se había vuelto abajo. Corrí a muestra cama, necesitaba si quiera sentir tu olor. Lloré por más de 20 minutos sin nadie que me consolara. Me sentí tan pequeño en un departamento tan grande. El único consuelo que me quedaba era el aroma de las sabanas, las cuales llevaban impregnado la fragancia de tu olor. Una mezcla de perfume y tabaco el cual siempre fue característico en ti y me hacia alucinar y volar antes de dormirnos cada noche.
Al día siguiente llamé por celular a tu amigo. Estaba fuera se su hogar y necesitaba saber de ti. Debo reconocer que a veces lo encontraba un poco hostil, ya que, te hacia cambiar cada ves que salíamos a algún Pub y nos encontrábamos con más personas. Le pregunté por ti, él no me supo responder tampoco entendía lo que estaba pasando (al pareces estaba recién despertando) en ese momento le dije que estaba fuera, que me abriera la puerta para poder conversar tranquilos.
Al abrir la puerta logue apreciar su cuerpo, el cual era más blanco que los belgas que conocimos en Europa. Venia con una sabana alrededor de su cintura, justamente se venia despertando. Una ves adentro me pidió disculpas por el desorden y se fue a colocar un poco más de ropa. Al sentarme en el sillón me di cuenta de los restos del trasnoche. Envases de alcohol sobre el sofá, cenizas en la alfombra y una pipa artesanal sobre la mesa justo al lado de una cajita de anilina. Esto último me llamo la atención así que decidí curiosear y abrirla. Para la mayor de mis sorpresas en su interior quedaban unas cuantas dosis de cocaína tapadas por papelillos y un tubo de lapicera. Justo en ese momento escuche unos pasos que se acercaba, cerré la caja y la metí en uno de mis bolsillos. En ese momento me hablaron, mi nerviosismo era un poco evidente, pero lo atribuí a la molestia por la hora en la cual había llegado – cerca de las 9:30 AM – pedí el baño para mojarme la cara, fue en ese instante cuando guardé la caja entre mis calcetines para que no notara que le faltaba y yo la llevaba en los bolsillos. Al salir del baño mi nerviosismo ya había disminuido.
-Tú si sabes donde esta.
-¿Dónde esta quien?
-Mi pareja.
-Bueno, si no sabes tú menos lo voy a saber yo – dijo con un tono irónico.
-Por favor dime dónde está, dime dónde se ha ido.
-Haber, no estoy entendiendo nada. Me estas diciendo que no sabes de él.
-Así es, por esa razón vine hasta acá, pensé que tú podías saber algo.
-Bueno la última vez que lo vi fue hace 2 días atrás. Nos juntamos a tomar un café y luego me vino a dejar ya que tenía otro compromiso.
En esos momentos sentí otros pasos que venían desde el corredor. Esa persona saludó con un gesto de cabeza y de manos - a los que respondí de la misma forma – y luego se dirigió junto a nosotros. Lo beso y se sentó. Evidentemente buscaba la cajita, al no encontrarla fue a la pieza y se devolvió con otra cajita más. Preparo la mercancía frente a mí y me ofreció, a lo que respondí: No gracias, No le hago. El tipo me miro y le ofreció al dueño de casa, el cual lo único que hizo fue tomar el tubo y meterlo en su nariz y jalando todo lo que le habían preparado. Luego siguió su proveedor. En esos momentos me sentid emaciado incomodo, no me había dado cuenta que el mejor amigo de mi pareja se metía esas cosas por la nariz. Logré explicarme en ese momento por qué a veces desaparecía misteriosamente y llegaba con la nariz y los ojos rojos pidiendo un pañuelo.
-No sabes de lo que te pierdes – me dijo cuando su compañero termino de jalar.
-Si hay algo que sé, es que no malgasto mi dinero en esas cosas.
-Por favor, no me vengas con esas cosas – intervino su proveedor.
-Cállate y no te metas en esto – le respondió el dueño de casa – creo que es mejor que vayas a la pieza ya que mi invitado y yo debemos conversar algunas cosas.
-No seas tan exagerado, además tengo derecho a saber lo que pasa.
-Después te explicaré lo que esta pasando – Dijo con un tono más agresivo, el tipo se retiro a la pieza de la cual había salido sin que nadie lo llamara – ¿en qué estábamos?
-Si sabes dónde está.
-La verdad no tengo idea, como te dije antes no lo veo hace más de 2 días, ¿lo llamaste a su celular o a la casa de sus padres?
-Ya he hecho todo lo que esta a mi alcance y aún no logro contactarme con él
En ese momento solté el llanto, mi angustia era mayor, ni si quiera su mejor amigo tenia información de él. Se acerco y me abrazo, trató de tranquilizarme diciéndome que antes hacia lo mismo; desaparecía sin darle aviso alguno a nadie y luego volvía después de un par de horas o unos días. En esos instantes recordó que su celular sonó en algún momento de la noche. La razón por la cual no había contestado es por que lo dejó en su pieza y estaba de anfitrión de la fiesta que ofreció en la noche anterior, además estaba preocupado por conseguir más alcohol y mote – así le decía a la cocaína- Se paro y se fue a la pieza a buscar su celular a la pieza.
Unos gritos espantaron mi lamento. Su proveedor no quería entregarle celular ya que según él mi pareja no le había pagado lo que debía. Mi atención se volcó a las palabras que escuché. Mi acerque a la pieza para atender con mayor atención. El mejor amigo de mi pareja le decía que bajara la voz ya que yo podía escuchar. Decepcionado me fui al baño, las ganas de vomitar eran inmensas, me daba asco el saber que mi pareja me había ocultado su adicción. Tiré la cadena y baje la tapa de la taza, me senté y pensé en la nada, saqué un cigarrillo y lo encendí, aun podía escuchar la discusión que tenían en la pieza, la única razón por la cual no salí de esa casa fue la necesidad de saber si tenia alguna llamada de él en su celular.
Estas ahí, me dijo al mismo tiempo que golpeó la puerta. Salí del baño con los ojos llorosos e inyectados en sangre tanto por mi perdida como mi rabia y decepción.
-Justamente fue él quien llamo.
-Muchas gracias, pero si anoche no hubieses estado metiéndote estupideces en la nariz me podrías haber ayudado siquiera a saber si esta bien, pero a lo único que me has ayudado es a caer mas profundo aún – En eso vi como su proveedor se apareció nuevamente.
-Perdóname, pero no puedo hacer más por ti.
-Claro que puedes hacer algo más – Intervino el proveedor – Cóbrale el dinero que su parejita me debe hace mas de 2 meses.
-¡¿Cuanto es lo que te debo?! – le respondí con un tomo agresivo y mirándolo fijamente.
-¿Acaso tú le vas a pagar, Si quieres te cobro los intereses? – me respondió con un tono irónico e hiriente.
El dueño de casa trato de calmar mi ira tomando mi mentón con una de sus manos y girando mi cara hacia él.
-No lo hagas – dijo el dueño.
-¿Que no haga que? – le respondí.
-Por favor contrólate.
-Serian 50 mil y las gracias por haberte dicho lo drogadicto que es tú parejita – intervino el proveedor.
En ese momento la mano que se encontraba en mi mentón la saqué hacia un lado con un solo golpe, corrí hacia el proveedor y le mande un golpe en la cara el cual no pudo esquivar. El puñetazo le dio vuelta la cara, rápidamente le mande otro golpe en el abdomen el cual lo hizo caer al suelo. El dueño de casa trato de detenerme sujetándome los brazos por la espalda y pidiéndome que me calmara. A lo que le respondí: si no quieres terminar en el suelo, suéltame ¡Ahora! En ese instante vi como el proveedor se puso de píe, se tocó la nariz la cual estaba sangrando, me miro y se dispuso a atacarme. Me balancee sobre mi contenedor lográndome zafra por completo. En ese momento sentí un golpe en la cara. Solo sentí el golpe, pero nada de dolor. Inmovilice el brazo de mi oponente y lance una patada en sus testículos la cual lo dejo tirado en el suelo retorciéndose como lo que es, una víbora venenosa. El mejor amigo de mi pareja me gritaba que me detuviera, pero la decepción y angustia junto con la rabia se habían apoderado de mí. Le mande una última parada en los glúteos, luego saqué mi billetera y le lancé en la cara que me había cobrado. Irónicamente le dije: “Ahí tienes lo que te debían, ahí tiene 20 mil más para que pagues los gastos de este encuentro. Y una cosa más, gracias por ser quien me haya informado de la adicción de mi pareja, ya que estaba esperando algún momento para descargar toda mi rabia y furia”.
Arregle el cuello de mi camisa y me dirigí hacia el dueño de casa, el cual levanto un poco los brazos en señal de sometimiento y le dije: “Espero que nunca mas te vuelva a ver con ese tipo, y menos jalando frente a mí, ya que sabes lo que te puede pasar”. Seguí mi camino hacia la puerta y antes de abrirla me volteé y les dije:”Haber si con el Mote logran minimizar el dolor que sienten”
Ya en el departamento deje las llaves sobre la mesita de centro. Solo llegue a ducharme. Me sentía sucio. Una vez frente al espejo me mire el rostro, solo una leve inflamación en el pómulo. Me saque toda la ropa que llevaba puesta, el pantalón y las zapatillas aún tenían marcas evidentes de sangre fresca. Bajo el agua tibia me preguntaba cómo no me di cuenta antes de la adicción de mi pareja.
Una vez fuera de la ducha llevé toda la ropa a la lavandería. Separé cada penda. Al tomar el pantalón cayó uno de los calcetines. La cajita de anilina se hizo evidente. La dejé a un lado junto con las demás cosas que andaba trayendo en los bolsillos. Programé la lavadora e inició si ciclo. Tomé los artículos y fui al living, los deje junto a las llaves y me recosté un momento sobre el sillón de 2 cuerpos para observar esa cajita. La cual apode la “Cajita infeliz”, la cual a algunos hace feliz. . . Pero solo por un momento.
jueves, agosto 17, 2006
Historia 6: Estrellas Bajo Techo, Té Verde y Triángulos Rosa.
Llegamos a su hogar, aunque no quería ir, pero me insistió tanto que preferí decidí ir. Los argumentos que utilizo fueron muy directos, además no podía negarme ya que mi ex yerno había sido muy bueno conmigo. Aunque haya dejado a mi hija por otra persona, no podía dejar de estimarlo.
Al llegar a su hogar me di cuenta que había un ambiente muy especial, una mezcla de tecnología, arte y delicadeza, pero dentro de todo eso estaba un poco desordenado, parecía como si hubiesen buscado algunas cosas en forma desesperada. Me pidió disculpas por el desorden, a lo que le respondí con un tono comprensible por la situación: No te preocupes, son detalles. Luego me dirigió al cuarto de invitados. Una habitación muy amplia, tenía baño propio. Las paredes pintadas con un color azul pálido y unas manchas de color blanco, daba la sensación de estar en el cielo. Además de dos cuadros. Los reconocí de inmediato esos cuados habían sido pintados por mi hija. Ella acostumbraba a dejar su firma en la esquina superior izquierda, según ella lo hacia ahí para poder identificarlos mas rápido. La cama era de 2 plazas con un cobertor de plumas color blanco con cojines inmensos los cuales llamaban a acostarse y no levantarse jamás. Deje mi cartera y chaleco sobre la cama. Al entrar al baño este lucía un espejo que cubría toda una pared, luces de alta luminiscencia, sin mencionar los acabados de mármol que se asentaban sobre el lavamanos y la bañera de 2 cuerpos. Lavé mi cara y manos antes de ir a la cocina.
Como toda madre me espante al ver el desastre que había en esa cocina. Loza acumulada hace más de 2 días. Trate de ordenar un poco y luego coloque un poco de agua a hervir para tomar algo caliente. En la alacena encontré las bolsas de té más finos que había visto desde mi visita a Argentina. Serví dos tasas de té verde junto con unas galletas que encontré como era la costumbre en ese hogar, o por lo menos lo era cuando iba mas seguido a visitar a mi ex yerno. Lleve las cosas en una bandeja de madera que les había regalado antes de su separación.
Ya en la mesa conversamos un poco, estaba cansada y necesitaba descansar un momento. Cuando fui a darle un sorbo al té me di cuenta que no le había echado azúcar, al abrir el azucarero mi extrañeza fue muy notable. Había cubos de azúcar rubia los cuales me hicieron recordar mi infancia. Después de revolver el té mi ex yerno me miro a los ojos. En esa ocasión pasaron muchos pensamientos en mi cabeza. No sabia que hacer. . . Solo bajé la miada. Con una voz un poco temblorosa me pidió disculpas por haber dejado a mi hija, yo le respondí que mi desilusión a veces era evidente, pero a veces pasaba.
Una ves terminado el té me levante de la mesa y retiré las cosas de la mesa. Nuevamente en la cocina me preguntaba como lo haría para no molestarlo más, ya no era parte de la familia y necesitaba a alguien para cuidar a mi hija que sería dada de alta en unas horas o unos días más. De pronto recordé a mi hermano, él no tenia mucho que hacer en el sur, pero no se ubicaba mucho en esta cuidad, así que decidí llamarlo, eso si que mi ex yerno no se podía enterar, ya me bastaba con que él pagara la cuenta de la hospitalización. Esperé que él se acostara para salir un momento a llamar a mi hermano, el cual acepto de inmediato ayudarme en esta situación tan tensa.
Al volver me di percate que la luz de la habitación de mi ex yerno estaba apagada y se escuchaba la respiración de un sueño muy profundo. Aproveche esas circunstancias para terminar de lavar la loza que había quedado en el lavaplatos y hacer un poco de aseo en el living, al pasar un paño por sobre los muebles me percate que faltaban algunos porta retratos ya que se notaba un espacio un poco más limpio. Creí que éste porta retrato se había caído detrás del mueble pero no lo encontré nunca, pero lo que si encontré fue un libro. Lo recogí y lo deje en una mesita de centro que había. Lo que más me atrajo de aquel libro fue su portada, un triángulo rosa. Al terminar de hacer aseo fui a la pieza de invitados y me recosté.
El frío hizo que me diera cuenta que me había que dado dormida sobre el cobertor, apagué la luz y me tendí bajo el abrigo de las plumas. Al mirar las pareces me percaté de otro detalle de la habitación, tenia estrellas que iluminaban el techo y pareces, las cuales con la luz artificial o natural no se notaban. En ese momento trate de quedarme dormida nuevamente, pero mi subconsciente hacia que recordara lo que había visto en la tarde. Desperté muy temprano por la mañana, mi ex yerno aún dormía, no quise molestarlo. En el momento de acercarme nuevamente a la mesita de centro vi nuevamente el libro, me senté para echarle un vistazo. La dedicatoria provenía de mi propia hija. Decía: “Siempre lo supe, pero no lo quise aceptar, ahora soy libre nuevamente, gracias por no seguir amarrando mis alas y dejarme volar. Recuerda que te seguiré amado”. Dentro del libro había unos párrafos marcados. El separador de páginas era una fotografía de ellos en la cual aparecían en el aeropuerto de Brasil una ves que fueron cuando cumplieron un año de matrimonio. Comencé a leer uno de los párrafos marcados cuando tocan el timbre de la puerta, apresurada supuse que era mi hermano, al fin había llegado del sur, rápidamente atendí la puerta. Retire mis cosas de la pieza de invitados, (la cual había deja limpia y ordenada), tome el libro y lo puse en mi cartera y escribí un nota en la cual daba las gracias y me disculpaba por no despedirme en un papel que encontré al lado del escritorio. No quise despertar a mi ex yerno, ya había sido demasiado lo que él hizo por nosotras. Se me caía la cada de vergüenza que viera a mi hermano sin haberle avisado que él había llegado un momento a su hogar sin pedirle permiso.
En completo silencio dejamos el hogar de mi ex yerno junto a mi hermano.
Al llegar a su hogar me di cuenta que había un ambiente muy especial, una mezcla de tecnología, arte y delicadeza, pero dentro de todo eso estaba un poco desordenado, parecía como si hubiesen buscado algunas cosas en forma desesperada. Me pidió disculpas por el desorden, a lo que le respondí con un tono comprensible por la situación: No te preocupes, son detalles. Luego me dirigió al cuarto de invitados. Una habitación muy amplia, tenía baño propio. Las paredes pintadas con un color azul pálido y unas manchas de color blanco, daba la sensación de estar en el cielo. Además de dos cuadros. Los reconocí de inmediato esos cuados habían sido pintados por mi hija. Ella acostumbraba a dejar su firma en la esquina superior izquierda, según ella lo hacia ahí para poder identificarlos mas rápido. La cama era de 2 plazas con un cobertor de plumas color blanco con cojines inmensos los cuales llamaban a acostarse y no levantarse jamás. Deje mi cartera y chaleco sobre la cama. Al entrar al baño este lucía un espejo que cubría toda una pared, luces de alta luminiscencia, sin mencionar los acabados de mármol que se asentaban sobre el lavamanos y la bañera de 2 cuerpos. Lavé mi cara y manos antes de ir a la cocina.
Como toda madre me espante al ver el desastre que había en esa cocina. Loza acumulada hace más de 2 días. Trate de ordenar un poco y luego coloque un poco de agua a hervir para tomar algo caliente. En la alacena encontré las bolsas de té más finos que había visto desde mi visita a Argentina. Serví dos tasas de té verde junto con unas galletas que encontré como era la costumbre en ese hogar, o por lo menos lo era cuando iba mas seguido a visitar a mi ex yerno. Lleve las cosas en una bandeja de madera que les había regalado antes de su separación.
Ya en la mesa conversamos un poco, estaba cansada y necesitaba descansar un momento. Cuando fui a darle un sorbo al té me di cuenta que no le había echado azúcar, al abrir el azucarero mi extrañeza fue muy notable. Había cubos de azúcar rubia los cuales me hicieron recordar mi infancia. Después de revolver el té mi ex yerno me miro a los ojos. En esa ocasión pasaron muchos pensamientos en mi cabeza. No sabia que hacer. . . Solo bajé la miada. Con una voz un poco temblorosa me pidió disculpas por haber dejado a mi hija, yo le respondí que mi desilusión a veces era evidente, pero a veces pasaba.
Una ves terminado el té me levante de la mesa y retiré las cosas de la mesa. Nuevamente en la cocina me preguntaba como lo haría para no molestarlo más, ya no era parte de la familia y necesitaba a alguien para cuidar a mi hija que sería dada de alta en unas horas o unos días más. De pronto recordé a mi hermano, él no tenia mucho que hacer en el sur, pero no se ubicaba mucho en esta cuidad, así que decidí llamarlo, eso si que mi ex yerno no se podía enterar, ya me bastaba con que él pagara la cuenta de la hospitalización. Esperé que él se acostara para salir un momento a llamar a mi hermano, el cual acepto de inmediato ayudarme en esta situación tan tensa.
Al volver me di percate que la luz de la habitación de mi ex yerno estaba apagada y se escuchaba la respiración de un sueño muy profundo. Aproveche esas circunstancias para terminar de lavar la loza que había quedado en el lavaplatos y hacer un poco de aseo en el living, al pasar un paño por sobre los muebles me percate que faltaban algunos porta retratos ya que se notaba un espacio un poco más limpio. Creí que éste porta retrato se había caído detrás del mueble pero no lo encontré nunca, pero lo que si encontré fue un libro. Lo recogí y lo deje en una mesita de centro que había. Lo que más me atrajo de aquel libro fue su portada, un triángulo rosa. Al terminar de hacer aseo fui a la pieza de invitados y me recosté.
El frío hizo que me diera cuenta que me había que dado dormida sobre el cobertor, apagué la luz y me tendí bajo el abrigo de las plumas. Al mirar las pareces me percaté de otro detalle de la habitación, tenia estrellas que iluminaban el techo y pareces, las cuales con la luz artificial o natural no se notaban. En ese momento trate de quedarme dormida nuevamente, pero mi subconsciente hacia que recordara lo que había visto en la tarde. Desperté muy temprano por la mañana, mi ex yerno aún dormía, no quise molestarlo. En el momento de acercarme nuevamente a la mesita de centro vi nuevamente el libro, me senté para echarle un vistazo. La dedicatoria provenía de mi propia hija. Decía: “Siempre lo supe, pero no lo quise aceptar, ahora soy libre nuevamente, gracias por no seguir amarrando mis alas y dejarme volar. Recuerda que te seguiré amado”. Dentro del libro había unos párrafos marcados. El separador de páginas era una fotografía de ellos en la cual aparecían en el aeropuerto de Brasil una ves que fueron cuando cumplieron un año de matrimonio. Comencé a leer uno de los párrafos marcados cuando tocan el timbre de la puerta, apresurada supuse que era mi hermano, al fin había llegado del sur, rápidamente atendí la puerta. Retire mis cosas de la pieza de invitados, (la cual había deja limpia y ordenada), tome el libro y lo puse en mi cartera y escribí un nota en la cual daba las gracias y me disculpaba por no despedirme en un papel que encontré al lado del escritorio. No quise despertar a mi ex yerno, ya había sido demasiado lo que él hizo por nosotras. Se me caía la cada de vergüenza que viera a mi hermano sin haberle avisado que él había llegado un momento a su hogar sin pedirle permiso.
En completo silencio dejamos el hogar de mi ex yerno junto a mi hermano.
viernes, agosto 11, 2006
Historia 5: Tabaco Perfume y Naftalina.
Hace unos días tras se me acerco un tipo, de apariencia. . . Yo diría que normal, de estatura promedio, un metro setenta aproximado, de contextura delgada. Cabellos cenizas, tez pálida y arrugada, con ojos grandes almendrados, su sonrisa era blanca como la nieve en la cordillera. Si vestimenta me llamo mucho la atención, parecía como si hubiese buscado lo mejor para acercarse a mí. Un traje 2 piezas color verde azulado oscuro, una camisa gris, corbata a rayas, calzado negro recién lustrado y una correa con una hebilla color oro la cual a la luz del sol desplegaba un brillo intenso que ni mis gafas lograron detener. El olor que expelía me parecía conocido – me hizo recordar la casa de la abuela – era una mezcla entre tabaco, naftalina, y algún perfume de buena calidad.
Este caballero a primera vista bordeaba los 50 años. Se me acerco con la clara intención de hacerme una pregunta:
-Disculpe joven – dijo con una voz profunda – ¿Usted sabe donde queda el edificio Central?
-Si, debe seguir por esta calle, tres cuadras más hacia el poniente, justo ahí esta el edificio.
-Es que vengo de allá y me han mandado para acá, la verdad estoy un poco perdido ya que no soy de estos lados.
-¿Está seguro que así se llama el edificio? – Le pregunte quitándome las gafas – ¿No se habrá equivocado?
-Si, lo estoy – dijo con una voz un poco insegura – pero tendré que seguir buscando si no perderé la hora.
-¿Y usted de dónde es?
-Del sur, vengo recién llegando y tengo que arreglar unos problemas familiares, pero hasta para eso me dan hora.
La cara de angustiado que tenia el pobre hombre era inimaginable. Además cargaba un pequeño bolso, el cual parecía bastante pesado. En esos momentos me entro un sentimiento de culpa.
-Caballero, ¿Tiene la dirección exacta?
-Aquí la ando trayendo – en esos momentos se apresuró a sacar una pequeña libreta de uno de sus bolsillos – esta es la dirección.
-Ahora entiendo – dije viendo la hoja de esa libreta – Usted tiene que seguir por esta cuadra tomar locomoción para llegar a ese lugar, son como 10 o 12 cuadras hacia el poniente.
-¡Tanto! Bueno seguiré caminando entonces – dijo con una voz cansada y desalentada.
-¿Si quiere lo acompaño? Yo también voy en esa dirección.
-No se preocupe, además vengo con el dinero justo, ojala que alcance a solucionar mi problema.
En esos momentos mi corazón sufrió un quiebre emocional. Ese hombre estaba tan preocupado de llegar a su cita que iba a caminar lo que fuera necesario, por otro lado no tenía el dinero suficiente como para pagar locomoción. Yo justo tenia un poco de dinero que me habían devuelto por la compra de unos artilugios para mi hogar. No lo pensé mucho y decidí acompañarlo, pero no lo acompañaría caminando las 10 o 12 cuadras que quedaban.
-Caballero, que le parece si caminamos hasta la esquina y tomamos locomoción, yo le pago el pasaje, para que alcance a llegar y no pierda la hora de si cita, aparte yo también voy en esa dirección.
-¿No será mucha molestia? – me pregunto con una cara de sorprendido – de verdad se lo agradecería mucho.
Caminamos hasta el paradero de taxis que estaba en la esquina. Como es de costumbre hable con el chofer que me conocía. Ya camino al edificio este caballero me contó que venía porqué un familiar estaba un poco enferma, a lo que no di mucha importancia en ese minuto. Lo que más me intrigaba era saber por que le habían dado hora para llegar, a lo que me respondió: “Lo que pasa es que mi hermana tubo que pasar la noche en ese lugar, además esta cerca del Terminal por eso debo llegar a la hora que ella me dijo por que después se va de ahí, se va a si casa de verdad y la otra dirección no se la alcance a pedir” la verdad no le entendí muy bien la explicación, pero lo que si entendía es que yo también estaba encima de la hora. Ya llegando al destino me baje una cuadra antes que este caballero, que a todo esto no tenía 50 años, si no que 75. Le pague al chofer y me despedí de este anciano, le deje una de mis tarjetas por si necesitaba ayuda.
Después de una semana aproximadamente recibí un correo, era este anciano dándome las gracias por el favor que le había hecho. Me preguntaba como estaba y si había alguna posibilidad de juntarnos para tomarnos un café en el centro, me quería comentar como le había ido en sus trámites familiares, por lo que me adelantó en su correo su sobrina estaba un poco complicada de salud y su hermana no podía pagar el total del tratamiento. También quería conocerme un poco más, ya que según él personas tan amables como yo ya no quedaban, esto último me llamo mucho la atención – Para mí ser amable con un anciano no tiene mucha ciencia – Al terminar de leer el correo me di cuenta de muchas cosas. Las lágrimas corrían una vez más por mi rostro, haciendo un camino más por mi piel ya irritada por tanto llanto.
No quise ser descortés con el anciano, le explique que ya no estaba en la ciudad por motivos de trabajo, pero que cuando estuviera de vuelta por el sur me escribiera nuevamente para ponernos de acuerdo para tomarnos un café bajo la lluvia que en esos días mojaba mi corazón.
Este caballero a primera vista bordeaba los 50 años. Se me acerco con la clara intención de hacerme una pregunta:
-Disculpe joven – dijo con una voz profunda – ¿Usted sabe donde queda el edificio Central?
-Si, debe seguir por esta calle, tres cuadras más hacia el poniente, justo ahí esta el edificio.
-Es que vengo de allá y me han mandado para acá, la verdad estoy un poco perdido ya que no soy de estos lados.
-¿Está seguro que así se llama el edificio? – Le pregunte quitándome las gafas – ¿No se habrá equivocado?
-Si, lo estoy – dijo con una voz un poco insegura – pero tendré que seguir buscando si no perderé la hora.
-¿Y usted de dónde es?
-Del sur, vengo recién llegando y tengo que arreglar unos problemas familiares, pero hasta para eso me dan hora.
La cara de angustiado que tenia el pobre hombre era inimaginable. Además cargaba un pequeño bolso, el cual parecía bastante pesado. En esos momentos me entro un sentimiento de culpa.
-Caballero, ¿Tiene la dirección exacta?
-Aquí la ando trayendo – en esos momentos se apresuró a sacar una pequeña libreta de uno de sus bolsillos – esta es la dirección.
-Ahora entiendo – dije viendo la hoja de esa libreta – Usted tiene que seguir por esta cuadra tomar locomoción para llegar a ese lugar, son como 10 o 12 cuadras hacia el poniente.
-¡Tanto! Bueno seguiré caminando entonces – dijo con una voz cansada y desalentada.
-¿Si quiere lo acompaño? Yo también voy en esa dirección.
-No se preocupe, además vengo con el dinero justo, ojala que alcance a solucionar mi problema.
En esos momentos mi corazón sufrió un quiebre emocional. Ese hombre estaba tan preocupado de llegar a su cita que iba a caminar lo que fuera necesario, por otro lado no tenía el dinero suficiente como para pagar locomoción. Yo justo tenia un poco de dinero que me habían devuelto por la compra de unos artilugios para mi hogar. No lo pensé mucho y decidí acompañarlo, pero no lo acompañaría caminando las 10 o 12 cuadras que quedaban.
-Caballero, que le parece si caminamos hasta la esquina y tomamos locomoción, yo le pago el pasaje, para que alcance a llegar y no pierda la hora de si cita, aparte yo también voy en esa dirección.
-¿No será mucha molestia? – me pregunto con una cara de sorprendido – de verdad se lo agradecería mucho.
Caminamos hasta el paradero de taxis que estaba en la esquina. Como es de costumbre hable con el chofer que me conocía. Ya camino al edificio este caballero me contó que venía porqué un familiar estaba un poco enferma, a lo que no di mucha importancia en ese minuto. Lo que más me intrigaba era saber por que le habían dado hora para llegar, a lo que me respondió: “Lo que pasa es que mi hermana tubo que pasar la noche en ese lugar, además esta cerca del Terminal por eso debo llegar a la hora que ella me dijo por que después se va de ahí, se va a si casa de verdad y la otra dirección no se la alcance a pedir” la verdad no le entendí muy bien la explicación, pero lo que si entendía es que yo también estaba encima de la hora. Ya llegando al destino me baje una cuadra antes que este caballero, que a todo esto no tenía 50 años, si no que 75. Le pague al chofer y me despedí de este anciano, le deje una de mis tarjetas por si necesitaba ayuda.
Después de una semana aproximadamente recibí un correo, era este anciano dándome las gracias por el favor que le había hecho. Me preguntaba como estaba y si había alguna posibilidad de juntarnos para tomarnos un café en el centro, me quería comentar como le había ido en sus trámites familiares, por lo que me adelantó en su correo su sobrina estaba un poco complicada de salud y su hermana no podía pagar el total del tratamiento. También quería conocerme un poco más, ya que según él personas tan amables como yo ya no quedaban, esto último me llamo mucho la atención – Para mí ser amable con un anciano no tiene mucha ciencia – Al terminar de leer el correo me di cuenta de muchas cosas. Las lágrimas corrían una vez más por mi rostro, haciendo un camino más por mi piel ya irritada por tanto llanto.
No quise ser descortés con el anciano, le explique que ya no estaba en la ciudad por motivos de trabajo, pero que cuando estuviera de vuelta por el sur me escribiera nuevamente para ponernos de acuerdo para tomarnos un café bajo la lluvia que en esos días mojaba mi corazón.
jueves, agosto 03, 2006
Historia 4: Inconscientes Pensamientos.
Madre que estas en los cielos, tal ves tú me podrías comprender, pero esta ves solamente yo logro comprender que pasa por mi cabeza. Aun no logro superar la partida de vuestra presencia angelical, la cual irradiaba felicidad cada ves que llegabas y atravesabas los anchos muros de esa clínica.
Oh madre ¿cómo podré superar la partida de mi amado? Por que no te hice caso cuando me lo dijiste, yo aun era muy joven, estaba embobada, una torpe enamorada del amor, el cual se había convertido en cuerpo físico aquella ves que lo vi por primera ves. Me quede perpleja. Estábamos en el Centro haciendo unas compras ya que se acercaba el cumpleaños de la abuela y aun no encontrábamos nada de lo que a ella le hubiese podido agradar. Esa ves mi cuerpo delgado y el calor me jugaron en contra, esta demás decir que no había comido nada ya que habíamos saldo temprano para que la abuela no se diera cuenta. Unos momentos al voltear sentí como mi mundo se venia abajo, comencé a sentir una extraña sensación, mis piernas se hacían lacias, mi vientre se apretaba y mis ojos se pusieron en blanco – según mi madre – un pequeño balanceo hacia atrás y siento como mi cuerpo azota parte de mis brazos contra el suelo al despertar mi madre se encontraba angustiada, hincada a mi lado y dándome aire con un abanico que había comprado unas cuadras atrás. A mi alrededor, mucha gente de espectadora, viendo como la chiquilla hacia tirada en el suelo. A mi otro costado estaba el amor hecho cuerpo físico. Un hombre de espalda ancha y rasgos finos, cejas gruesas y dientes perfectamente blancos y parejos los cuales pude ver cuando me sonrió al verme despertar.
-¿se encuentra bien? – dijo con una leve sonrisa en sus labios y tocando mi frente con una se sus manos, las cuales por cierto eran de suaves y tersas con dedos largos, uñas pulidas y un anillo de plata en el pulgar – no se mueva mucho, por poco y no se golpea la cabeza.
-Creo que estoy bien, solo fue un mareo el que me tiro al suelo – dije muy avergonzada por el incidente – pero ya estoy mejor, el calor me jugo chueco.
Pasado ese suceso este hombre nos acompaño hasta la parada de los taxis, e insistió que nos fuéramos en uno, pero la verdad no contábamos con el dinero suficiente para pagar la carrera. Él hablo con uno de los taxistas – ya que lo conocía – y le pidió que nos fuera a dejar a la puerta de la casa, al momento que colocaba un billete en el bolsillo de la camisa del chofer.
Al llegar a la casa me apresure para anotar en papel la patente del taxi. Mi madre me insistía que no corriera por que había tenido un desmayo hace un momento atrás. Luego subí a mi aposento para descansar un rato. Al lapso llegó mi madre con una tasa de té, según ella para recuperarme luego. A duras penas me tome el té ya que hacia mucho calor y el agua estaba hirviendo aún.
A los días siguientes me propuse ir a devolver el dinero que le había cobrado el taxista a mi salvador - así es como le llama de forma cariñosa - para no sentirme culpable al hacerle gastar su sueldo. Debo reconocer que mi madre y mi abuela me ayudaron a juntarlo.
En la micro rumbo al centro recordaba sus manos, me llamaba la atención el anillo de plata que llevaba en el pulgar, - tal vez le quedaba grande – pensaba. Miraba la calle como si lo fuera a encontrar vagando por ahí. De un frenazo volví en mí, me tenía que bajar justo, en la parada de los taxistas estaba aquel que nos había trasladado. Le pregunte si él conocía donde trabajaba mi salvado, a lo que me dio las indicaciones. Décimo piso oficina 19, golpeé la puerta con timidez al ver que no respondía nadie golpeé un poco más fuerte. A lo lejos se escuchaba un televisor encendido. Ya me había decidido por dejar una nota y el dinero por bajo la puerta, justo al agacharme abren la puerta, mi cara de asombro era impresionante, ahí estaba una ves más él, en toda su gloria y majestad.
Después de explicar lo que había sucedido ese día nos seguimos viendo como amigos, él me contó que sucedía de una ruptura amorosa y que necesitaba distraerse un poco por lo que me invito a tomarnos un trago, a lo que muy gentilmente respondí con un Si.
Bastantes meses después tuvimos nuestro ultimo adiós, una ruptura que jamás hubiera imaginado, al fin entendía el por que se su anillo en el pulgar. Mí Salvador había vuelto con su pareja. Mi mente se hundió en una grave Crisis de la cual no he logrado salir. Detrás de estas paredes blancas me encuentro a salvo de él. . . aunque a veces las paredes se tornan rojas y mi cuerpo lo hacen inmóvil con todos los fármacos que enclavan por mi boca, mis muslos y mis venas para calmar el dolor de su partida, tal como lo estoy ahora. Dicen que la muerte se puede experimentar en vida, y que el último sentido que deja de funcionar es el olfato, ¡yo doy fe de eso! Ya que en estos momentos siento el olor a perfume de mi amado, se encuentra en esta pieza a mi costado, tal como lo hacia cuando dormía y él me observaba. Siento su olor, puedo sentir sus manos en mi frente una ves más, ¡Oh dios mió, déjame verlo una ves más y sentir como sus labios acarician los míos! O simplemente déjame morir en cuerpo para no seguir más esta agonía, la cual lo hace sufrir tanto por mi culpa. ¡No! No padre, no te lo lleves de mi lado antes de morir por completo.
Oh madre ¿cómo podré superar la partida de mi amado? Por que no te hice caso cuando me lo dijiste, yo aun era muy joven, estaba embobada, una torpe enamorada del amor, el cual se había convertido en cuerpo físico aquella ves que lo vi por primera ves. Me quede perpleja. Estábamos en el Centro haciendo unas compras ya que se acercaba el cumpleaños de la abuela y aun no encontrábamos nada de lo que a ella le hubiese podido agradar. Esa ves mi cuerpo delgado y el calor me jugaron en contra, esta demás decir que no había comido nada ya que habíamos saldo temprano para que la abuela no se diera cuenta. Unos momentos al voltear sentí como mi mundo se venia abajo, comencé a sentir una extraña sensación, mis piernas se hacían lacias, mi vientre se apretaba y mis ojos se pusieron en blanco – según mi madre – un pequeño balanceo hacia atrás y siento como mi cuerpo azota parte de mis brazos contra el suelo al despertar mi madre se encontraba angustiada, hincada a mi lado y dándome aire con un abanico que había comprado unas cuadras atrás. A mi alrededor, mucha gente de espectadora, viendo como la chiquilla hacia tirada en el suelo. A mi otro costado estaba el amor hecho cuerpo físico. Un hombre de espalda ancha y rasgos finos, cejas gruesas y dientes perfectamente blancos y parejos los cuales pude ver cuando me sonrió al verme despertar.
-¿se encuentra bien? – dijo con una leve sonrisa en sus labios y tocando mi frente con una se sus manos, las cuales por cierto eran de suaves y tersas con dedos largos, uñas pulidas y un anillo de plata en el pulgar – no se mueva mucho, por poco y no se golpea la cabeza.
-Creo que estoy bien, solo fue un mareo el que me tiro al suelo – dije muy avergonzada por el incidente – pero ya estoy mejor, el calor me jugo chueco.
Pasado ese suceso este hombre nos acompaño hasta la parada de los taxis, e insistió que nos fuéramos en uno, pero la verdad no contábamos con el dinero suficiente para pagar la carrera. Él hablo con uno de los taxistas – ya que lo conocía – y le pidió que nos fuera a dejar a la puerta de la casa, al momento que colocaba un billete en el bolsillo de la camisa del chofer.
Al llegar a la casa me apresure para anotar en papel la patente del taxi. Mi madre me insistía que no corriera por que había tenido un desmayo hace un momento atrás. Luego subí a mi aposento para descansar un rato. Al lapso llegó mi madre con una tasa de té, según ella para recuperarme luego. A duras penas me tome el té ya que hacia mucho calor y el agua estaba hirviendo aún.
A los días siguientes me propuse ir a devolver el dinero que le había cobrado el taxista a mi salvador - así es como le llama de forma cariñosa - para no sentirme culpable al hacerle gastar su sueldo. Debo reconocer que mi madre y mi abuela me ayudaron a juntarlo.
En la micro rumbo al centro recordaba sus manos, me llamaba la atención el anillo de plata que llevaba en el pulgar, - tal vez le quedaba grande – pensaba. Miraba la calle como si lo fuera a encontrar vagando por ahí. De un frenazo volví en mí, me tenía que bajar justo, en la parada de los taxistas estaba aquel que nos había trasladado. Le pregunte si él conocía donde trabajaba mi salvado, a lo que me dio las indicaciones. Décimo piso oficina 19, golpeé la puerta con timidez al ver que no respondía nadie golpeé un poco más fuerte. A lo lejos se escuchaba un televisor encendido. Ya me había decidido por dejar una nota y el dinero por bajo la puerta, justo al agacharme abren la puerta, mi cara de asombro era impresionante, ahí estaba una ves más él, en toda su gloria y majestad.
Después de explicar lo que había sucedido ese día nos seguimos viendo como amigos, él me contó que sucedía de una ruptura amorosa y que necesitaba distraerse un poco por lo que me invito a tomarnos un trago, a lo que muy gentilmente respondí con un Si.
Bastantes meses después tuvimos nuestro ultimo adiós, una ruptura que jamás hubiera imaginado, al fin entendía el por que se su anillo en el pulgar. Mí Salvador había vuelto con su pareja. Mi mente se hundió en una grave Crisis de la cual no he logrado salir. Detrás de estas paredes blancas me encuentro a salvo de él. . . aunque a veces las paredes se tornan rojas y mi cuerpo lo hacen inmóvil con todos los fármacos que enclavan por mi boca, mis muslos y mis venas para calmar el dolor de su partida, tal como lo estoy ahora. Dicen que la muerte se puede experimentar en vida, y que el último sentido que deja de funcionar es el olfato, ¡yo doy fe de eso! Ya que en estos momentos siento el olor a perfume de mi amado, se encuentra en esta pieza a mi costado, tal como lo hacia cuando dormía y él me observaba. Siento su olor, puedo sentir sus manos en mi frente una ves más, ¡Oh dios mió, déjame verlo una ves más y sentir como sus labios acarician los míos! O simplemente déjame morir en cuerpo para no seguir más esta agonía, la cual lo hace sufrir tanto por mi culpa. ¡No! No padre, no te lo lleves de mi lado antes de morir por completo.
sábado, julio 29, 2006
Historia 3: Contesta El Fono, Hay Un Silencio.
No creas que no he leído tus mail o tu Website, por lo contrario todos los días veo si has escrito algo nuevo. Es más, si no te has dado cuenta, pero en tu habitación faltan algunas fotos de nosotros juntos en las Termas de Chillán. Recuerdas cuando nos escapamos en el auto de mi familia. Yo aún estaba en control con psicólogo por las supuestas “Crisis”.
No sé que más contarte, ya han pasado casi 8 meses de mi partida. Conseguí trabajo en una empresa del rubro agrícola. Mi jefa me asigno una casa en pleno campo. Llueve todo el día, si es que se pueden llamar días ya que no ha salido el sol hace casi 2 semanas. Ella se preocupa mucho por mí ya que le hago recordar a su hijo.
Es una casa gigantesca con paredes anchas y un techo muy alto. Tiene un segundo piso en el cual esta mi pieza, tiene un balcón el cual da al poniente, las puestas de sol me ha dicho que son fenomenales, como quisiera que observaras la vista que tiene.
Si te preguntas como lo he hecho para soportar todo este tiempo sólo, ni yo lo sé, tal ves por que he dedicado más tiempo a mi persona. He logrado comunicarme con mi madre y mis hermanos mayores, los cuales han tratado de visitarme, pero la verdad aun no los quiero recibir en mi casa, no sé como van a tomar la noticia, por lo menos saben que estoy con un trabajo.
La verdad no he aguantado las ganas, pero estoy pagando un crédito que he pedido para colocar TV satelital, para no estar tan descomunicado del mundo. Así mismo coloqué Internet y teléfono, eso si que es rural por lo que evito hacer llamadas ya que es muy costoso. Aunque cada ves que voy al pueblo y veo las cabinas telefónicas me dan ganas de llamarte. Lo he hecho, te he llamado a la oficina, pero cada ves que contestas espero a que cuelgues la llamada, tengo miedo a tu reacción. ¿Sabes por qué llamo a la oficina? Por qué ahí no tienes como identificar el número del cual te están llamando.
Aunque no lo quieras saber se que es lo que haces y los lugares que visitas, a la gente que frecuentas como por ejemplo: vas todos los martes al café, o que algunos sábados en la noche te van a visitar tus ex compañeros de universidad. Si es verdad tengo mis informantes. Una vez te dije: “Siempre me preocupare por ti” aun lo hago; la distancia no ha sido impedimento para hacerlo.
Ya son casi las 7 AM de este sábado y se hubiera cumplido un mes más. Todavía llevo el anillo que me regalaste para mi titulación hace unos años atrás. Pero en fin, el tiempo pasa y espero que sigamos madurando tal como lo hemos hecho, con altos y bajos, aunque cuesta mucho el no tenerte a mi lado cada mañana al despertar, o esperarte en la cama cada ves que estudiabas hasta altas horas de la madrugara para sacar el doctorado.
Me cuesta mucho darme cuenta que te abandone en el momento que más me necesitabas, soy culpable de mi propio engaño. Creer que tú corazón me pertenecía solo a mi, siendo que tú ya había tenido otro amor, el cual no pudiste y no podrás olvidar nunca, al igual que el mío nunca te ha olvidado.
Cada ves que contestes el teléfono y no escuches nada del otro lado, me cuentes como estas. Yo te responderé en silencio, con el dolor de mi alma te responderé y gritare en silencio todo lo que te amo para que luego cortes y mi afonía se haga llanto una vez más.
No sé que más contarte, ya han pasado casi 8 meses de mi partida. Conseguí trabajo en una empresa del rubro agrícola. Mi jefa me asigno una casa en pleno campo. Llueve todo el día, si es que se pueden llamar días ya que no ha salido el sol hace casi 2 semanas. Ella se preocupa mucho por mí ya que le hago recordar a su hijo.
Es una casa gigantesca con paredes anchas y un techo muy alto. Tiene un segundo piso en el cual esta mi pieza, tiene un balcón el cual da al poniente, las puestas de sol me ha dicho que son fenomenales, como quisiera que observaras la vista que tiene.
Si te preguntas como lo he hecho para soportar todo este tiempo sólo, ni yo lo sé, tal ves por que he dedicado más tiempo a mi persona. He logrado comunicarme con mi madre y mis hermanos mayores, los cuales han tratado de visitarme, pero la verdad aun no los quiero recibir en mi casa, no sé como van a tomar la noticia, por lo menos saben que estoy con un trabajo.
La verdad no he aguantado las ganas, pero estoy pagando un crédito que he pedido para colocar TV satelital, para no estar tan descomunicado del mundo. Así mismo coloqué Internet y teléfono, eso si que es rural por lo que evito hacer llamadas ya que es muy costoso. Aunque cada ves que voy al pueblo y veo las cabinas telefónicas me dan ganas de llamarte. Lo he hecho, te he llamado a la oficina, pero cada ves que contestas espero a que cuelgues la llamada, tengo miedo a tu reacción. ¿Sabes por qué llamo a la oficina? Por qué ahí no tienes como identificar el número del cual te están llamando.
Aunque no lo quieras saber se que es lo que haces y los lugares que visitas, a la gente que frecuentas como por ejemplo: vas todos los martes al café, o que algunos sábados en la noche te van a visitar tus ex compañeros de universidad. Si es verdad tengo mis informantes. Una vez te dije: “Siempre me preocupare por ti” aun lo hago; la distancia no ha sido impedimento para hacerlo.
Ya son casi las 7 AM de este sábado y se hubiera cumplido un mes más. Todavía llevo el anillo que me regalaste para mi titulación hace unos años atrás. Pero en fin, el tiempo pasa y espero que sigamos madurando tal como lo hemos hecho, con altos y bajos, aunque cuesta mucho el no tenerte a mi lado cada mañana al despertar, o esperarte en la cama cada ves que estudiabas hasta altas horas de la madrugara para sacar el doctorado.
Me cuesta mucho darme cuenta que te abandone en el momento que más me necesitabas, soy culpable de mi propio engaño. Creer que tú corazón me pertenecía solo a mi, siendo que tú ya había tenido otro amor, el cual no pudiste y no podrás olvidar nunca, al igual que el mío nunca te ha olvidado.
Cada ves que contestes el teléfono y no escuches nada del otro lado, me cuentes como estas. Yo te responderé en silencio, con el dolor de mi alma te responderé y gritare en silencio todo lo que te amo para que luego cortes y mi afonía se haga llanto una vez más.
martes, julio 25, 2006
Historia 2: Cuídalo De La Crisis. . .
Creo que al fin lo puedo aceptar. Después de 2 años desde que te fuiste de casa. . . todavía recuerdo cuando te parí era una fría noche de invierno. Tu padre aún no llegaba del trabajo. Estaba sola en esta inmensa ciudad, la cual se hacia cada ves más solitaria. En esos tiempos el tener teléfono aun era un lijo que solo los ricos podían tener, para que hablar de un automóvil. Había empezado con las contracciones a eso de las 2:30 de la mañana, la matrona me había dicho que si seguía con mas de 4 contracciones en 6 minutos, me tenía que ir al hospital (el cual quedaba a las afueras de la cuidad en esos entonces). Tu padre se suponía debía llegar a eso de las 2 AM. Pero aun no lograba entender que pasaba, salí de casa lo más rápido que pude, con un pequeño bolso en el cual llevaba unos pañales y ropa de algodón, la cual me había regalado mi madre hace unos mese atrás. Me dirigí rápidamente a la casa de uno de los vecinos, los cuales aún no conocía muy bien, pero sabía que tenían un teléfono el cual me podrían prestar para llamar a la ambulancia, la fuente ya se había roto. El olor a cloro era impresionante, sentía todo el camisón mojado, como si me hubieran tirado un balde con agua. Al llegar a la casa de mis vecinos golpeé la puerta con una fuerza increíble, ellos después me confesaron “creímos que eran los carabineros” a lo que no pude decir mas que “perdóneme vecino”. Ellos al abrir la puerta quedaron impresionados al verme estilando, con un bolso en la mano y una frazada a medio cubrir mi espalda.
La ambulancia tardo mas menos 15 o 20 minutos en llegar, la explicación que me dieron fue: “tuvimos que ir a rescatar a un obrero que tubo un accidente” dentro de mi desesperación por llegar luego a maternidad, la verdad, me importaba muy poco lo que había pasado antes de que me atendieran. Al llegar al hospital veo el auto del jefe de tu padre. Mi útero se contrajo y lance mi primer grito, sabía que algo malo estaba ocurriendo. Entre al pabellón de parto con 8 centímetros de dilatación, tu nacimiento ya era casi inminente, pero aun estaba angustiada. . . Tu padre aun no llegaba. Habíamos quedado de acuerdo que si yo tenia que venir al hospital de noche a parirte le dejaría una nota sobre la mesa y el se vendría. Pero ya eran más de las 4:30 AM y aun no aparecía. Entre tanto ajetreo de la ambulancia, el bolso, la frazada y los gritos de las contracciones, la matrona de felicitaba por ser tan fuerte en esos momentos, de un momento a otro escuchaba como los halagos se convertían en gritos de desesperación. Mi hija ya había nacido, pero mi útero no se contraía, empecé a sudar mas helado de lo común en esas situaciones, sentía comos las voces se transformabas en susurros, mi corazón ya no latía con la misma fuerza como lo hacia hace unos 15 minutos atrás.
Siento el llanto de un infante. . . Tiene hambre – pensaba – después de unos segundos abrí mis ojos. Las primeras imágenes que recuerdo son unas Paredes Blanca. En esos momentos me sentí más sola que nunca. Al parecer tu padre s dio cuneta y se acerco de inmediato – tranquila, me dijo – en esos momento volvió mi alma al cuerpo – no te muevas la niña esta bien- mi angustia ya se había ido al escuchar esas palabras, mi esposo y mi hija estaban bien.
Según me cuenta tu padre esa noche su jefe había tenido un accidente por fortuna no paso a mayores, nada que un yeso y unas semanas de reposo no sanaran. Años después le pregunte a tu padre acerca de aquella noche, le pedí que me explicara por qué había sido el quien acompaño a su jefe al hospital, a lo que no me respondió muy bien, ya que según él lo hacia recordar todo lo que yo sufrí esa noche para poder tenerte. La verdad es que siempre me quedaré con esa duda, pero prefiero evitar malos ratos.
Cuatro años después que nacieras nació tu primer hermano, un robusto varón de 56 centímetro y 3650 gramos. A los 2 años después tu segundo hermano, el cual desde su gestación fue un poco más especial que ustedes 2 ya que se movía de una manera increíble. Esta ves tu padre ya tenia un sueldo mucho más elevado así que opte por la cesaria. Desde que nació confirme lo que presentía: este niñito serás más especial que ustedes, necesitara más atención. No es por discriminarlos, pero es así y ustedes dos lo saben muy bien.
Años después cuando ya te habías titulado y tu hermano menor llevaba el segundo año de universidad me di cuenta que el menor de todos estaba mas solo que nunca, tu padre todo el día en el trabajo y yo sin poder hablarle ya que según él yo “no cachaba la onda”. El problema es que no podía hacerlo ya que pasaba todo el día encerrado en su pieza o en la casa de su amigo. Hasta que una vez lo encontré llorando a mares en su pieza, la puerta había quedado junta y yo recién venía llegando de la feria. Le pregunte: ¿por qué lloras hijo? – a lo que me respondió: mamá, usted no entendería. En esos momentos mi corazón sufrió un colapso. No podía creer que mi hijo me diera una respuesta de esa clase, tal vez no era la que yo esperaba, en esos momentos me di cuenta que había crecido un poco mas y yo no me había percatado. Hable con tu padre y le comente el incidente, lo que me sugirió llevarlo a un psicólogo.
Un día en la tarde lo fui a retirar antes que saliera de clases, la excusa fue algo sencilla, necesitaba que me acompañara a hacerme unos exámenes, eso si que me tenía que esperar y como él no conocía muy bien el lugar se iba a quedar con un amigo (el cual era el psicólogo). A lo que no tuve muchos reparos por parte de él. Después de unos 45 minutos entre en la sala donde lo había dejado instalado. al verla mirada que tenia supe de inmediato que tenia mucha rabia, y no solo por el engaño, si no por que no le había consultado nada antes de llevarlo. Mi sorpresa fue inmensa cuando el especialista me dijo: ¿cree que puedan asistir usted con su marido a mi consulta? A lo que respondí con una leve sonrisa en los labios: “depende del turno que este marido”. En ese momento tu hermano se introdujo en la conversa y agrego: “pero mamá el papá esta libre toda esta otra semana, creo que deberían venir ustedes por que al parecer el que tiene problemas en estos momentos no soy yo, si no que ustedes, y al parecer son problemas sexuales”. Agrego con cara de maldad.
Tres semanas después logramos darnos cuenta que nuestro hijo menor es más especial de lo que creíamos, por lo que le pido el apoyo a ustedes que son mayor que él. Les pido una completa aceptación por su parte ya que en estos momentos esta cruzando por una “crisis” según dice el psicólogo.
La ambulancia tardo mas menos 15 o 20 minutos en llegar, la explicación que me dieron fue: “tuvimos que ir a rescatar a un obrero que tubo un accidente” dentro de mi desesperación por llegar luego a maternidad, la verdad, me importaba muy poco lo que había pasado antes de que me atendieran. Al llegar al hospital veo el auto del jefe de tu padre. Mi útero se contrajo y lance mi primer grito, sabía que algo malo estaba ocurriendo. Entre al pabellón de parto con 8 centímetros de dilatación, tu nacimiento ya era casi inminente, pero aun estaba angustiada. . . Tu padre aun no llegaba. Habíamos quedado de acuerdo que si yo tenia que venir al hospital de noche a parirte le dejaría una nota sobre la mesa y el se vendría. Pero ya eran más de las 4:30 AM y aun no aparecía. Entre tanto ajetreo de la ambulancia, el bolso, la frazada y los gritos de las contracciones, la matrona de felicitaba por ser tan fuerte en esos momentos, de un momento a otro escuchaba como los halagos se convertían en gritos de desesperación. Mi hija ya había nacido, pero mi útero no se contraía, empecé a sudar mas helado de lo común en esas situaciones, sentía comos las voces se transformabas en susurros, mi corazón ya no latía con la misma fuerza como lo hacia hace unos 15 minutos atrás.
Siento el llanto de un infante. . . Tiene hambre – pensaba – después de unos segundos abrí mis ojos. Las primeras imágenes que recuerdo son unas Paredes Blanca. En esos momentos me sentí más sola que nunca. Al parecer tu padre s dio cuneta y se acerco de inmediato – tranquila, me dijo – en esos momento volvió mi alma al cuerpo – no te muevas la niña esta bien- mi angustia ya se había ido al escuchar esas palabras, mi esposo y mi hija estaban bien.
Según me cuenta tu padre esa noche su jefe había tenido un accidente por fortuna no paso a mayores, nada que un yeso y unas semanas de reposo no sanaran. Años después le pregunte a tu padre acerca de aquella noche, le pedí que me explicara por qué había sido el quien acompaño a su jefe al hospital, a lo que no me respondió muy bien, ya que según él lo hacia recordar todo lo que yo sufrí esa noche para poder tenerte. La verdad es que siempre me quedaré con esa duda, pero prefiero evitar malos ratos.
Cuatro años después que nacieras nació tu primer hermano, un robusto varón de 56 centímetro y 3650 gramos. A los 2 años después tu segundo hermano, el cual desde su gestación fue un poco más especial que ustedes 2 ya que se movía de una manera increíble. Esta ves tu padre ya tenia un sueldo mucho más elevado así que opte por la cesaria. Desde que nació confirme lo que presentía: este niñito serás más especial que ustedes, necesitara más atención. No es por discriminarlos, pero es así y ustedes dos lo saben muy bien.
Años después cuando ya te habías titulado y tu hermano menor llevaba el segundo año de universidad me di cuenta que el menor de todos estaba mas solo que nunca, tu padre todo el día en el trabajo y yo sin poder hablarle ya que según él yo “no cachaba la onda”. El problema es que no podía hacerlo ya que pasaba todo el día encerrado en su pieza o en la casa de su amigo. Hasta que una vez lo encontré llorando a mares en su pieza, la puerta había quedado junta y yo recién venía llegando de la feria. Le pregunte: ¿por qué lloras hijo? – a lo que me respondió: mamá, usted no entendería. En esos momentos mi corazón sufrió un colapso. No podía creer que mi hijo me diera una respuesta de esa clase, tal vez no era la que yo esperaba, en esos momentos me di cuenta que había crecido un poco mas y yo no me había percatado. Hable con tu padre y le comente el incidente, lo que me sugirió llevarlo a un psicólogo.
Un día en la tarde lo fui a retirar antes que saliera de clases, la excusa fue algo sencilla, necesitaba que me acompañara a hacerme unos exámenes, eso si que me tenía que esperar y como él no conocía muy bien el lugar se iba a quedar con un amigo (el cual era el psicólogo). A lo que no tuve muchos reparos por parte de él. Después de unos 45 minutos entre en la sala donde lo había dejado instalado. al verla mirada que tenia supe de inmediato que tenia mucha rabia, y no solo por el engaño, si no por que no le había consultado nada antes de llevarlo. Mi sorpresa fue inmensa cuando el especialista me dijo: ¿cree que puedan asistir usted con su marido a mi consulta? A lo que respondí con una leve sonrisa en los labios: “depende del turno que este marido”. En ese momento tu hermano se introdujo en la conversa y agrego: “pero mamá el papá esta libre toda esta otra semana, creo que deberían venir ustedes por que al parecer el que tiene problemas en estos momentos no soy yo, si no que ustedes, y al parecer son problemas sexuales”. Agrego con cara de maldad.
Tres semanas después logramos darnos cuenta que nuestro hijo menor es más especial de lo que creíamos, por lo que le pido el apoyo a ustedes que son mayor que él. Les pido una completa aceptación por su parte ya que en estos momentos esta cruzando por una “crisis” según dice el psicólogo.
lunes, julio 03, 2006
Historia 1: Hospitales En Transito.
–Ya ha pasado bastante tiempo, creo que es hora de conversar ciertos temas.
– ¿A que te refiere, me lo podrías explicar?
– Por favor, no nos veamos la suerte entre gitanos, sabes muy bien a lo que me refiero
–Si es acerca de los problemas de la universidad pierde cuidado. . .
–No me refiero a esos problemas, me refiero a los problemas que tienes con tu familia, creo que estoy en el derecho a saber que ha sucedido todo este tiempo con ellos, ¿no crees?
–La verdad no creo que te interese mucho ya que son problemas de familia. Además tú me has dicho que no quieres saber nada de ellos, por lo tanto encuentro irrelevante esa pregunta.
–De todas maneras no me estoy involucrando con ellos solo te estoy preguntando si solucionaste el problema.
En ese momento llamaron a mi celular. Mi cara de espanto era terrible, todos mis temores se habían vuelto realidad.
– ¿Qué te pasa? ¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa cara?
–. . .
–Apuesto que era tú ex. ¿Qué quería? Apuesto que dinero, si lo único que sabe hacer.
–Haber, para un momento, si le doy dinero o no le doy es cosa mía, eso que te que de claro, ¿me entendiste?
No pude seguir hablando en esa habitación, su presencia me molestaba, pero lo que más me molestaba es que tenia razón, pero esta ves era distinto. Quien me llamo no era precisamente mi ex, si no su madre. Llamaba para pedirme dinero – antes de lo habitual para esas fechas – pero esta ves no era para comprar alimentos, si no que para pagar la estadía en el hospital. No lo podía creer, hace uno o dos días atrás estaba bien. Le pedí de inmediato que me diera la dirección del hospital en el cual estaba internado, no dije más y partí rumbo a esa dirección, me parecía conocida.
Los tacos del transito ya eran insoportables – la lluvia seguía cayendo sin parar – después de 20 minutos esperando avanzar unos cuantos metros logre recordar donde quedaba ese hospital. Pasaron mas menos 45 minutos más y logre llegar, en la puerta estaba mi suegra, el maquillaje corrido, los ojos rojos tanto llorar. Un pañuelo con manchas de sangre y unos gritos que estremecían hasta el más cruel de los asesinos, la verdad no sabia que estaba pasando, ella solo me miro y me pidió que pasara. En ese momento la enfermera me conduce por un pasillo. Antes de entrar a la habitación me pide que me calme, que no haga ninguna tontera – al parecer se acordaba de mí – ya que aún se encontraba agitado.
Las pareces blancas con manchas de sangre y evidentes signos de golpes – al parecer con una silla – hicieron que mi corazón latiera más rápido aun. Detrás de una pequeña cortina estaba ahí echada en la cama semidesnuda tapada solo con una sabana. La de ese cuerpo tan desvalido, con los ojos idos llorosos y unas ojeras negras que parecían llegarle a los labios. Estaba bajo los efectos de sedantes sus gritos cada ves se hacían más débiles. No dije nada, solo me senté a esperar que los fármacos disminuyeran sus efectos, creo que pasaron más de 6 horas mirando el cuerpo, sin hacer nada más que esperar.
En algún momento sonó mi celular, no conteste ninguna llamada, los mensajes que mandaban no los leí hasta mi retirada del hospital. Pasaron unos minutos antes que golpearan la puerta y escucho mi nombre, una voz muy suave y dulce, era el cuerpo que estaba volviendo a la vida, me pedía que no me fuera, a lo que accedí. Golpearon la puerta: las visitas ya se deben retirar. No hice más solo esperar que cerraran esa puerta para poder despedirme. “Adiós mi amor” en esos momentos ya no quería mas sólo esperar a que se recuperara pronto, Salí del hospital y mi suegra me esperaba, me pidió que la sacara de ahí, ella no quería ir a su casa ya que el desastre que quedó después de la descompensación era inmenso. La lleve a mi departamento el cual por cierto estaba hecho un infierno.
Al día siguiente cuando desperté ya todo estaba en su lugar ella se había encargado de ordenar todo, me dirigí a la pieza de invitados donde había dormido, sólo dejo una nota, dando las gracias por haberle acompañado en ese momento difícil. Llamé a mi trabajo para avisar que depositaran el dinero para cancelar la cuenta del hospital y todos los gastos que este mencionara. Me siento a revisar mi correo en el PC. Habían muchos, pero solo abrí uno en el cual me mencionabas que ya no podías más con esto, que no soportabas el verme tan preocupado por mi ex y que te ibas al sur del país, que no te llamara más por un buen tiempo.
Ya han pasado unos 6 meses desde aquella vez, espero que esta vez leas este blog y me respondas aunque sea uno de mis correos, aún no pierdo la esperanza de despedirme de ti ya que estas letras electrónicas al parecer ya no significan nada para nadie, ya que nunca han sido leídas.
– ¿A que te refiere, me lo podrías explicar?
– Por favor, no nos veamos la suerte entre gitanos, sabes muy bien a lo que me refiero
–Si es acerca de los problemas de la universidad pierde cuidado. . .
–No me refiero a esos problemas, me refiero a los problemas que tienes con tu familia, creo que estoy en el derecho a saber que ha sucedido todo este tiempo con ellos, ¿no crees?
–La verdad no creo que te interese mucho ya que son problemas de familia. Además tú me has dicho que no quieres saber nada de ellos, por lo tanto encuentro irrelevante esa pregunta.
–De todas maneras no me estoy involucrando con ellos solo te estoy preguntando si solucionaste el problema.
En ese momento llamaron a mi celular. Mi cara de espanto era terrible, todos mis temores se habían vuelto realidad.
– ¿Qué te pasa? ¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa cara?
–. . .
–Apuesto que era tú ex. ¿Qué quería? Apuesto que dinero, si lo único que sabe hacer.
–Haber, para un momento, si le doy dinero o no le doy es cosa mía, eso que te que de claro, ¿me entendiste?
No pude seguir hablando en esa habitación, su presencia me molestaba, pero lo que más me molestaba es que tenia razón, pero esta ves era distinto. Quien me llamo no era precisamente mi ex, si no su madre. Llamaba para pedirme dinero – antes de lo habitual para esas fechas – pero esta ves no era para comprar alimentos, si no que para pagar la estadía en el hospital. No lo podía creer, hace uno o dos días atrás estaba bien. Le pedí de inmediato que me diera la dirección del hospital en el cual estaba internado, no dije más y partí rumbo a esa dirección, me parecía conocida.
Los tacos del transito ya eran insoportables – la lluvia seguía cayendo sin parar – después de 20 minutos esperando avanzar unos cuantos metros logre recordar donde quedaba ese hospital. Pasaron mas menos 45 minutos más y logre llegar, en la puerta estaba mi suegra, el maquillaje corrido, los ojos rojos tanto llorar. Un pañuelo con manchas de sangre y unos gritos que estremecían hasta el más cruel de los asesinos, la verdad no sabia que estaba pasando, ella solo me miro y me pidió que pasara. En ese momento la enfermera me conduce por un pasillo. Antes de entrar a la habitación me pide que me calme, que no haga ninguna tontera – al parecer se acordaba de mí – ya que aún se encontraba agitado.
Las pareces blancas con manchas de sangre y evidentes signos de golpes – al parecer con una silla – hicieron que mi corazón latiera más rápido aun. Detrás de una pequeña cortina estaba ahí echada en la cama semidesnuda tapada solo con una sabana. La de ese cuerpo tan desvalido, con los ojos idos llorosos y unas ojeras negras que parecían llegarle a los labios. Estaba bajo los efectos de sedantes sus gritos cada ves se hacían más débiles. No dije nada, solo me senté a esperar que los fármacos disminuyeran sus efectos, creo que pasaron más de 6 horas mirando el cuerpo, sin hacer nada más que esperar.
En algún momento sonó mi celular, no conteste ninguna llamada, los mensajes que mandaban no los leí hasta mi retirada del hospital. Pasaron unos minutos antes que golpearan la puerta y escucho mi nombre, una voz muy suave y dulce, era el cuerpo que estaba volviendo a la vida, me pedía que no me fuera, a lo que accedí. Golpearon la puerta: las visitas ya se deben retirar. No hice más solo esperar que cerraran esa puerta para poder despedirme. “Adiós mi amor” en esos momentos ya no quería mas sólo esperar a que se recuperara pronto, Salí del hospital y mi suegra me esperaba, me pidió que la sacara de ahí, ella no quería ir a su casa ya que el desastre que quedó después de la descompensación era inmenso. La lleve a mi departamento el cual por cierto estaba hecho un infierno.
Al día siguiente cuando desperté ya todo estaba en su lugar ella se había encargado de ordenar todo, me dirigí a la pieza de invitados donde había dormido, sólo dejo una nota, dando las gracias por haberle acompañado en ese momento difícil. Llamé a mi trabajo para avisar que depositaran el dinero para cancelar la cuenta del hospital y todos los gastos que este mencionara. Me siento a revisar mi correo en el PC. Habían muchos, pero solo abrí uno en el cual me mencionabas que ya no podías más con esto, que no soportabas el verme tan preocupado por mi ex y que te ibas al sur del país, que no te llamara más por un buen tiempo.
Ya han pasado unos 6 meses desde aquella vez, espero que esta vez leas este blog y me respondas aunque sea uno de mis correos, aún no pierdo la esperanza de despedirme de ti ya que estas letras electrónicas al parecer ya no significan nada para nadie, ya que nunca han sido leídas.
miércoles, junio 14, 2006
¿Qué Escribir?
La verdad no sé que escribir, tengo tantas cosas en mi mente que nuevamente no sé por donde empezar. Nuevamente estoy leyendo un libro que había dejado de lado hace más de un mes, esta vez espero terminar de leerlo. Aunque el tiempo se hace no lo he hecho para terminar mi lectura. Por otro lado creo que comenzaré una faceta que no he comenzado a descubrir por completo, se muy bien que me gusta el teatro, pero esta vez me han dado la oportunidad de formar parte de una compañía. Espero que pueda hacerlo bien.
Respecto a mis sueños pasados aun solo son sueños, desearía que algunos fuesen realidad y otros no. La razón es muy sencilla tengo miedo a mis propios bajones de animo – para los que no saben tengo una observación de bipolaridad – si logran leer lo antes escrito se darán cuenta.
Por otro lado esta la familia, ante eso no se puede hacer nada, son tu familia y eso no se puede negar o esconder. Pero aun así trato de respetarlos lo más que puedo. . . trato ya que a veces me sacan de mis casillas, pero a pesar de todo les doy las gracias por aceptarme, aceptar mas mis defectos que mis virtudes.
El fin de semana pasado nos fuimos a la playa unos compañeros de curso, tú yo, trato de rescatar todo lo bueno, pero en general la pase muy bien, ahí logre que me entendieran y supieran como soy de verdad, espero que se hallan dado cuenta que no soy tan mandón y mal genio como creían, aunque lo soy, pero mas que eso soy Humano y tengo sentimientos, los cuales logre mostrárselos, espero que no se hayan ofendido por mis actitudes o por cosas del momento, pero es eso el momento, ojala nos sigamos queriendo y respetando como lo hemos hecho hasta ahora.
Una canción para este momento. . . bueno es una versión de una cancion llamada How Soon Is Now. La canción original es de The Smiths, esta versión esta interpretada por Love Spit Love, esta versión aparece en el Soundtrack de la película The Craft
Respecto a mis sueños pasados aun solo son sueños, desearía que algunos fuesen realidad y otros no. La razón es muy sencilla tengo miedo a mis propios bajones de animo – para los que no saben tengo una observación de bipolaridad – si logran leer lo antes escrito se darán cuenta.
Por otro lado esta la familia, ante eso no se puede hacer nada, son tu familia y eso no se puede negar o esconder. Pero aun así trato de respetarlos lo más que puedo. . . trato ya que a veces me sacan de mis casillas, pero a pesar de todo les doy las gracias por aceptarme, aceptar mas mis defectos que mis virtudes.
El fin de semana pasado nos fuimos a la playa unos compañeros de curso, tú yo, trato de rescatar todo lo bueno, pero en general la pase muy bien, ahí logre que me entendieran y supieran como soy de verdad, espero que se hallan dado cuenta que no soy tan mandón y mal genio como creían, aunque lo soy, pero mas que eso soy Humano y tengo sentimientos, los cuales logre mostrárselos, espero que no se hayan ofendido por mis actitudes o por cosas del momento, pero es eso el momento, ojala nos sigamos queriendo y respetando como lo hemos hecho hasta ahora.
Una canción para este momento. . . bueno es una versión de una cancion llamada How Soon Is Now. La canción original es de The Smiths, esta versión esta interpretada por Love Spit Love, esta versión aparece en el Soundtrack de la película The Craft
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