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Espero que les gusten las historias. Dejen su marca una vez leidas.

lunes, enero 19, 2009

Vida 14: Socialité

Al entrar en ese lugar se dieron cuenta que realmente les gustaría pertenecer a ese mundo. Un mundo completamente distinto, en el cual todos eran de la Socialité criolla y nacional. Las delgadas mujeres paseándose con sus atuendos y carteras de destacados diseñadores, los hombres luciendo sus corbatas y sus relojes de oro con incrustaciones de diamantes hacían resaltar sus manos, las cuales sostenían las copas de cristal que en la que se apreciaba la inscripción del organizador del evento. La atmósfera era fresca, no hacía demasiado viento y para ser de noche hasta se podía decir que hacía un poco de calor.

Al seguir caminando por el pasto se acercaban cada vez más a los puestos bebida. Frente a ellos no se daban cuenta o simplemente no sabían qué hacer o por donde empezar. Solo bastó con observar a los demás invitados para entender cuál era la dinámica a seguir: esperar un momento, mirar las botellas, estirar la copa y solicitar un poco de vino. En algunas ocasiones se quedaban conversando con los proveedores, ellos explicaban las características de cada una de las sepas que contenía el licor.

Algunas de las miradas daban directo en el blanco, justo para desatar una seguidilla de reacciones a tomar. Un bocado, queso, mariscos y chocolates llenaban el estómago de los jóvenes que a esa altura ya estaban inmersos en el lugar. Vino y más vino, blanco, tinto, rose, latter, espumante. La cata fue un éxito, solo queda la conversación acerca de situaciones y anécdotas que cada uno a pasado en algún momento de sus vidas, esto los ayuda a relajarse del bullicio que esta a su alrededor. Apagan los oídos y solo escuchan sus voces y las risas de quienes importan. Pero la confianza que han alcanzado no la hubiesen logrado de no ser por la razón de la reunión, es decir un poco de alcohol.

Ya a gusto en el lugar continúan su travesía, estirando las copas. Ven como una de las asistentes cae al suelo, pero no se preocupan, saben que es por causa de lo bebido, prefieren hacer algún chiste y luego ríen para olvidar lo sucedido y seguir hablando de los temas de su preferencia, nada muy particular. Los efectos ya comienzan a notarse: los ojos son más achinados, el equilibrio ya no es muy perfecto y lo que más los delata con sus labios morados. Es momento de salir de ahí. Caminan en busca de algún lugar con menos bulla y menos gente. Mientras uno de ellos pasa a los sanitarios el resto sigue su marcha, un poco más allá hay un lugar, sin tantas luces, esperan a que llegue el faltante y se lanzan a la oscuridad. Ven el cielo, las estrellas se ven mejor desde ahí, la luna llena ha comenzado a salir, está amarilla y ha iluminado sus rostros. Fuman un cigarrillo lentamente. El humo se denota por el brillo de la luna. Han acabado y vuelven al punto de partida. Están por cerrar, por lo que deciden irse. Caminan por la calle riendo y cantando alguna melodía que los demás conocen.

Encendidos por el vino se dirigen a la ciudad, desean moverse un poco, bailar. La noche es joven y al día siguiente nadie tiene algún compromiso que cumplir. Por lo que se van a bailar. El local que deciden ir es conocido. Al ingresar sienten el calor que confiere la gente. Logran saludar a algunos conocidos. Compran un poco mas de alcohol y se lanzan a bailar. Sus cuerpos se sienten mejores, a pesar de que el espacio en el que se mueven es reducido. Los perfumes comienzan a aflorar con el calor y el sudor de sus cuerpos, son como una especie de feromona que atrae más de alguna mirada de los demás bailarines a sus alrededores.

Es tarde y están borrachos, caminan rumbo a casa, se detienen a comentar lo ocurrido en una esquina. Afloran ciertos temas que estando sobrios no podrían conversar. Las emociones aumentan, a pesar de que caen algunas lágrimas al suelo, finalmente se dan cuenta que son tan humanos como el resto de los demás mortales de la tierra. Son personas que cometen errores, que sienten, que lastiman y que han sido dañados por el resto. No cabe duda de que lo que se viene mas adelantes es afrontar el futuro con dignidad y respeto, tanto a los demás como a sí mismos. Es momento de regresar. Apagar la luz y buenas noches.

sábado, enero 03, 2009

Vida 13: La Sensación Recorre El Cuerpo.

Uno simple cree conocer a los que lo rodean, lamentablemente nunca es así. Nunca se termina de conocer a las personas. Ni si quiera yo mismo me conozco, eso claro está. Te conocí por medio de algún contando de msn sólo por motivos profesionales, pero se dieron dando las cosas y conocí lo que había detrás, no del todo, ero por lo menos lo que me decías o contabas. Tú vida no ha sido fácil, pero la mía tampoco. Desde la primera vez que te vi, surgió algo, no sé aún qué es, pero lo sé. Me identifiqué con lo que te ocurría y te comprendía muy bien. Pasaron los años y más unido te vi a mí.

Algunas cosas quedaron atrás – creo – y aquí me he lanzado a un abismo sin fondo. Es tiempo de conocerte un poco más, o por lo menos tratar de hacerlo. Me has recibido al igual que la primera vez: amable, agradable y con la cordialidad por delante. Se ha ido una de las causas de tus problemas. Quedamos solos. Eres tan inocente que no sé qué diablos hacer. No hay ninguna mención. Tomamos once, comemos como si nada fuera a pasar, es más te he acompañado a comprar cosas cotidianas al supermercado. No hay ni una gota de alcohol, solo la inocencia encubierta de cada uno de los dos. Debes asistir a trabajar temprano en la mañana, pero te quedas esperando que alo pase. Alguna señal, algún indicio, alguna provocativa. Lo siento, no sé qué hacer, excepto segur un pequeño juego de luces y asertividades. Lo dejamos de lado y seguimos conversando. No me he dado cuenta de los dardos que has lanzado desde que quedamos solos. Nunca creí que la sonajera de mi cuerpo, alguna vez fuera el eslabón de una sequita de acciones. Tratas de imitarme. Lo logras. De un momento a otro estas a mi lado. Las cosquillas hacen un efecto asertivo e hipnótico en mí. De pronto me abrazas, te sigo ese juego, hasta que siento por completo el aroma de tu perfume que me tiene vuelto loco desde que estamos solos en aquel espacio del que alguna vez creí conocer desde antes. Uso mis manos para acariciar tu piel blanca y tersa. Un respiro da iniciativa de lo que sucederás en unos instantes. Ya mis manos no solo tocan tus manos. Mis labios solo quieren seguir sintiendo los tuyos. Mi lengua junto con la tuya ya ha formado más de algún nudo. En la cama eres estupendo, pero no dejas entregarte a la pasión como tantas veces me prometiste. Sólo una relación de quinceañeros ha dejado pseudosatisfechos. Debes trabajar.

Al reaccionar ya es tarde. No llegaste a la hora. Llamas urgente con la excusa: voy llegando a la ciudad, vengo de la capital. Te creen, pero a mi no me engañas. Es obvio. Te despides con un beso en la mejilla y te vas. En la tarde estoy en las nubes, nada podría haber sido mejor. Pero al llegar me doy cuenta de lo que ha sucedido. Soy humano, también fui criado con Disney. Los cuentos de hadas no existen. Cuesta darme cuenta del asunto y hago caso omiso a lo que dicta la realidad. Estoy segado por la fantasía.
A la noche salimos. Conozco a los tuyos. Bebemos un poco. Bueno tú mucho menos que yo. Estas cansado por el largo día. En cambio yo sólo creí que el cuento no iba a terminar. Estoy ebrio, ya es tarde y al llegar a juntos a casa lo único que haces es tirarte sobre la cama y dormir. No queda otra que hacer lo mismo. No pienso otra cosa: por favor despierta y concretemos lo de la noche anterior, pero Morfeo tiene otros planes para mí. En un momento me despierto acalorado. No reacciono bien y trato de alejarme, al darme cuenta eres tú con alguna insinuación de lo que pretendía antes de quedarme dormido. El sueño y el alcohol juegan en contra. Nunca me atrevería a faltarte el respeto y por la misma razón parezco un santurrón. Espero que siempre tomes la iniciativa.

Sigo en tu cama a la espera de que me preguntes: ¿Cómo estas?, ¿Cómo amaneciste, Necesitas algo? Pero nada de eso pasa, solo me llamas a almorzar. Aquí nada ha pasado. Sigues trabajando en la casa. Trato de no molestar en tus quehaceres. Pero al terminarlos te vas a la pieza a descansar. Te entiendo por completo. Algún día pasaré por lo mismo. Tienes frío e insisto que la causa de eso es por la falta de alimento. Te convido a comer. Aciertes con un si. Bajamos sin apuros. El local dónde íbamos está colapsado, por lo que vamos a otro, la demora hubiera sido la misma si nos hubiésemos quedado en el primero. En medio de la comida me llaman al celular. Es un amigo que viene llegando a la ciudad y solo quiere salir a distraerse un momento, por no decir que se quiere lanzar a la vida antes del fin de año. Accedemos sin ningún problema.
Ya en el local, estás frío, sin expresión ni ganas de bailar, a excepción de los temas de tu cantante favorita. Me regocija verte brincando y cantando los tonos de los coros al ritmo de los pasos que das a compás de los temas que más conoces o llaman tu atención. Saludas a unos pocos mientras esperamos a quién me ha llamado hace unos momentos atrás para salir. Sigues serio sin expresión facial a menos alguna de nuestras miradas de cruces. Das una sonrisa que me derrite el alma, pero que solo es de unos pocos segundo. Al llegar el invitado saluda con la bienvenida a flor de piel, conversas y da la sensación de que se llevan bien. Los temas son adecuados para el invitado y para mí. Ya nos conocemos hace tiempo, sabemos como podríamos reaccionar ante alguna situación de complicidad. Tú mente sigue ausente hasta que ves a alguien de tu confianza. Lo conoces y te cae muy bien.

Las cosas se dan y nos separamos en algún momento de la noche. Para mi la conversación con el recién llegado de mi amigo es agradable, de eso no cabe duda. Al volver a encontrarnos la función de ese local ya ha terminado. Esperamos un momento a ver qué sucederá con el resto de las personas. Me mencionas que tú amigo se irá con nosotros a casa. La envidia recorre de inmediato por las venas. Trato hacerme el desentendido. Despachamos a mi amigo en una de las esquinas del local. Tomamos un taxi rumbo al hogar. Trato de mantener una conversación sin importancia para los dos. Tú invitado ya se ha quedado dormido en medio del viaje. Trato de lanzar algunas señales, pero no me logras entender. O por lo menos eso creo. Al bajarnos del taxi y caminar rumbo al hogar te vas más adelante con tu invitado. Lo llevas del gancho para que no pierda por completo el equilibrio afectado por tanto alcohol que ha bebido. Me quedo más atrás y aprecio esa imagen. Como desearía que él fuera yo. Saco un cigarrillo y lo enciendo dejando pasar unos pasos más adelante. Trato de mantenerme sereno ante esa imagen que perturba mi mente por unos segundos. Lamentable mente no creo que pueda hacer mucho. Emprendo nuevamente la caminata, tratando de dar pasos largos, firmes y seguros. Al llegar a tu costado te tomo la mano en un acto de sumisión, simplemente deseo un poco de cariño tal como la primera noche que estuvimos juntos. Tomas mi mano y la aprietas dándome seguridad. Segundos después la sueltas al darte cuenta de que eres observado por tu invitado. No cabe duda de que también suelto tú mano para no incomodarte más. Sigo caminando más atrás. Con el mismo cigarrillo que está por acabar enciendo otro. La desesperación invade mi ser. ¿Cómo será la distribución de las habitaciones? ¿Dormiré en el sillón, en el colchón que me asignaste, contigo, con él o solo? Rápidamente al entrar en el hogar me meto al baño, escucho desde ahí como habas con él acerca de un jugo en polvo que han preparado, me miro en el espejo y me pregunto: ¿Qué mierda hago aquí invadiendo un lugar que creí pertenecer pero del cual no soy nada más que un simple invitado? Mojo mi rostro con agua fría – tal vez así termine de pensar tanto – Al salir del baño ya no se escuchan voces en el living. Lo peor viene a mi mente: Se han ido a dormir juntos. Hago de cuentas que busco algo y me dirijo directamente al living. No están ahí, sigo en búsqueda de algo que ni yo mismo sé lo que es y voy a mi habitación. Desde ahí miro por un espacio que ha quedado en la puerta a medio juntar de la habitación. No hay nadie tendido en su cama. Pero tú tampoco estás. Me meto en mi pieza a sacar las ropas que a esta altura ya molestan por el calor que ha producido la caminata hasta el hogar. Miro nuevamente y apareces tú. Me miras y sonríes. Pregunto: ¿Dónde está tu invitado? Pero no hay respuesta. Tal vez he preguntado muy bajo y no me has oído. No pregunto nuevamente. Simplemente me encierro en mi habitación y tomo un libro que ya he leído su final, pero simplemente lo estoy leyendo nuevamente impulsado por uno de sus capítulos. Entre sus líneas habla de algo similar a lo que está sucediendo en estos momentos. Prefiero no seguir con la lectura y hacer lo que mi corazón manda: salir de la habitación y ver qué es lo que sucede al exterior. El panorama no es muy alentador: la puerta de enfrente ya no está junta, simplemente la ha cerrado. No soy ningún metiche. Prefiero imaginar que el invitado se ha marchado por las suyas y esperas que yo golpee tú puerta para saber si puedo entrar y dormir contigo... No lo haré. He cerrado mi habitación esperando que me dijeras: ven y hazme compañía. Si lo hubieses pedido lo haría, pero no soy ningún adivino. Espero que mañana me confirmes: Si se fue antes que salieras del baño. Pero me gustaría más escuchar: Tonto, por qué no entraste a dormir conmigo. Soy realista y no lo harás. Mañana llega la ley y me quedaré callado. Esperaré que sea la hora para ir a pasar el año nuevo con algunos de mis amigos que me han invitado a pasarlo en su casa. Tal vez te vea en la noche en uno de los carretes del nuevo año en una de las discos del puerto, pero creo que dormiré esa noche allá y al día siguiente me conectaré al msn y te hablaré como si nada hubiera pasado, me preguntarás que es lo que me pasa y nuevamente negaré los sentimientos. Tal vez cuando volvamos a nuestras vidas cotidianas, te explique lo que ha pasado y lo quinceañero que me sentí a tu lado. Pero por favor no me des esas explicaciones de corazón, simplemente usa la razón para romper la falsa ilusión que he tenido en todo este tiempo y para que la vida siga adelante, tal como lo ha hecho a tanta distancia.