Bienvenidos

Espero que les gusten las historias. Dejen su marca una vez leidas.

domingo, diciembre 30, 2007

Historia 19: Encuentro Final.

El horario de visita ya había terminado hace unas 3 horas, pero la angustia por verlo los hacia cada vez mas inestables. Ella por su lado no se explicaba como no la dejaban entrar, Siendo su familiar. Él sólo quería despedirse. Sabía muy bien lo pasaría. Aunque se daban fuerzas el uno al otro, esta no fue lo suficiente para no dejar de derramar las lágrimas. El medico de turno daba el diagnóstico una vez más, pero en esta oportunidad era a estos 2 extraños, que según ellos venían de la capital. En tanto el enfermero llamaba a quien realmente había estado todo el tiempo junto a su paciente desde el momento del accidente. Trató de ser lo mas objetivo del mundo, pero la llamada se hacia confusa debido ala tormenta eléctrica que hubo en esos momentos. Al terminar la llamada y esperando que el otro hubiera escuchado todo lo que trato de decir, siente un grito de auxilio. Rápidamente se dirige a la sala de espera, eran los familiares de otro paciente, aún no se resignaban por la partida de su familiar. La cara de los capitalinos era devastadora. Se sentían ajenos en esa escena tan cruda. Al pasar los minutos y después de haber logrado calmar a la desdichada viuda, nuevamente se dirigió su estación de trabajo.
Al entrar por el pasillo se encuentra cara a cara con sus adversarios. En esos momentos logra percatarse de la urgencia y motivo de la llamada. Siguió caminando un poco más lento para identificar con completa certeza si eran ellos. Ellos lo miraron y sintieron un gran alivio al creer que les ayudaría a que los dejaran entrar, pero la respuesta fue completamente negativa. Alzando la voz les pregunto por qué estaban ahí, además de amenazarlos, a ella por no estar con su tutora y a él por usurpación. Por desgracia no se dio cuenta que estaban juntos y se podía defender el uno al otro a como diera lugar. Nunca creyeron que se lo tomaría de esa manera tan agresiva. Al dejar que la discusión fluyera los ánimos se tranquilizaron un poco, o por lo menos los tonos de voy disminuyeron. Cuando al fin lograron calmarse sienten unas campanas que suenan detrás del muro. El capitalino muy nervioso se acerca a una de las puertas para observar lo que ocurría en el interior de los otros pasillos. Ve pasar al enfermero junto con un carro. Caminaba muy apresurado hacia la sala donde estaba la razón del viaje. Mira hacia atrás y le pregunta a su rival: “¿En que sala está?” le responde con un tono muy tranquilo y con la voz muy temblorosa. La mujer se lanza en una carrera frenética hacia la sala pasando a llevar de un empujón hasta su acompañante. Al darse cuenta del estado en el que estaba, cayó en una parálisis colectiva. Veía como los tubos entraban por la garganta de su amado y como apretaban su pecho para poder revivirlo. El resto de los acompañantes la siguieron y prácticamente quedaron de la misma condición. El dueño de casa en esos momentos logra darse cuenta de lo que sucede a su alrededor. Reacciona moviendo la cabeza de un lado a otro, con tus manos toma los hombros de la mujer para darla vuelta con una de sus manos le toma el mentón y le da un pequeño beso en la mejilla. Después se dirige a él para darle la mano y un fuerte abraso, después de unos segundos mete su mano al bolsillo y saca un manojo de llaves, antes de entregárselas se queda con el llavero. Al pasárselas le dice: “Los extrañaré a los 3, lamentablemente no puedo quedarme aquí viendo como muere nuestra razón de vivir, como muere el hombre que nos unió en este camino, espero que la cuides”. Se da la media vuelta y sigue caminando sin mirar nunca atrás.
Por ese largo pasillo logra despedirse y quedar en paz al darse cuenta que aquel hombre le abrió los ojos en este mundo, logró hacer que madurara y tomara aquellas responsabilidades que evadió por tanto tiempo, logró darse cuenta que perdió todo lo que tenía solo por el torpe orgullo que sentía. Siguió caminando por los pasillos y de su bolsillo saco su teléfono para llamar a su amigo. No pudo contenerse y se hundió en las lágrimas. Solo y frente a las paredes blancas de ese recinto se logra comunicar. Lo único que dice es “Se fue, todo terminó” y colgó la llamada. Caminando bajo la lluvia se dirige hacia el ternimal de buses. Nuevamente se perderá en algún lugar de este país esperando encontrarlo nuevamente tras el silencio de una llamada.
FIN.

domingo, mayo 06, 2007

Historia 18: Estruendosos Recuerdos.

-Ha pasado más de un mes de su accidente, pero aún no me explico cómo esta vivo
-Yo tampoco... pero... ¿Cómo lo hiciste para avisar a su hogar? O sea su mujer y a quien vivía con él... me imagino la cara que deben haber puesto
-Tú bien sabes que con ella no nos llevamos bien, aunque ha pasado mucha agua bajo el puente esa rivalidad siempre ha existido. Cuando lo estabilizaron en el hospital tuve que hacerme el ánimo.
-¿Ánimo de qué?
-El ánimo de tener que volver a la capital.
-Pero ese no era tu trabajo
-Lo sé. Sé que no es mi trabajo estar acá junto a él tampoco, pero hay algo que me impulsa a hacerlo
-Pero... ¿qué es? No me digas que no lo sabes. Lo que mas me llama la atención es que ahora tú estas en su posición
-¡claro que estoy en su posición! Como no estarlo, ahora soy yo quien esta pagando por todo lo que hice. Hubieras visto la cara de espanto cuando de esa pobre mujer cuando le anuncian que tiene visita y viene corriendo a ver y se da cuenta que soy yo.
-¿Cómo es eso?
-Eso pues, corrió pensando que era él, pero cuando se dio cuenta que era yo su cara de espanto fue ¡gigante! Lo único que me dijo fue: ¿Qué ha pasado?...
-¿Y tu que le respondiste?
-La verdad. Que había sufrido un accidente y que estaba grave, que los médicos no se explicaban como había quedado vivo, y más encima haber caminado para pedir ayuda.
-Complicada la situación. Pobre mujer, mas encima no la dejan salir
-Que la iban a dejar salir, ¡se descompenso! Así que tuvieron que llamar a su madre.
-Ay, eso no lo sabía. Y como lo hiciste allá, ¿Dónde te quedaste?
-Jajaja, esa es otra historia. Insisto este mundo es demasiado pequeño.
-¿Por qué lo dices?
-Por que es verdad, cuándo llegamos al hospital me pasaron sus cosas, entre esas estaban los documentos, celular, su ropa, zapatos y sus llaves de la casa.
-¿Y cómo sabes que eran las llaves de su casa?
-Por la sencilla razón que estaban con un pequeño llavero que le regale cuando estábamos juntos.
-Jajaja. OK entiendo, lo que quiere decir que te fuiste a su casa...
-Así es. Yo tenía unas llaves, pero había cambiado la chapa, entonces probé con las que me pasaron en el hospital y funcionó. Entre a la casa, hay cosas que no había cambiado, como por ejemplo la alarma y la disposición de ciertos muebles.
-Tú lo haz dicho, hay cosas que no cambian. Quien lo iba a pensar... yo estando conversando de quién me mandó sus patadas y puñetes porque te estaba buscando...
-Eso fue por mi culpa y te pido perdón por eso
-Hombre que te preocupas. Merecido lo tenía también
Después de pagar el café se pusieron a caminar por la Alameda que estaba frente a al hospital. Caminando y fumando bajo los árboles se produjo un silencio entre ambos. Solo se escuchaba el ruido del viento sobre las hojas. En ese momento comenzó a caer una leve llovizna.
-Que rico. Me encanta la lluvia.
-Lo que es yo ya me aburrí de la lluvia. A veces ni si quiera podía salir de la casa en el campo, ya que el barro que se formaba era demasiado.
-A todo esto, no me has contado donde te quedaste en la capital, o sea me dijiste que en la casa de él, pero nada más.
-Tienes razón. Cuándo llegue a la casa, todo estaba como si hubieran arrancado, una televisión encendida y en la pieza de él unas notas en el suelo junto con una ropa. Ordene un poco y fui al supermercado a comprar algunas cosas para comer. Al llegar nuevamente a casa sentí bulla en el interior. Entre en silencio y al llegar a la pieza me encuentro con alguien.
-Que miedo...
-Demasiado. Dije en voz alta: “Hola, ¿quién eres, que haces acá?”. Al darme cuenta que era casi me dio un infarto.
-¿Quién era?
-Era un tipo, quién me consoló cuando recién llegue al pueblo. Si te conté esa historia
-Si, pero ¿Qué hacía ahí?
-Estaba viviendo con él. Lo peor de todo es que se metió con él para saber por qué yo me había escapado. Resulto que este tipo era bastante obsesivo con algunas cosas. Se metió donde no tenía. Me pregunto qué hacía en la casa.
-¿Qué le respondiste?
-Que simplemente esa era MI casa. Obviamente se espantó. No le dije nada del accidente. Cuento corto esa noche la pasamos bajo el mismo techo, al levantarme temprano en la mañana le pedí que tomara todas sus cosas y se mandara a cambiar. Nos pusimos a discutir por lo mismo
-¿Y qué más te dijo?
-me dijo que lo había aprendido a querer, a lo que le respondí: “¿a quererlo? Por favor, aprendiste a querer su dinero. Tú no eres nadie, así que por favor Lárgate de MI casa, si no quieres que llame a la fuerza pública, o ¿quieres que te saque a paradas?”. Pesco una ropa que tenia la echo en un bolso, mientras me gritaba con los ojos llenos de lagrimas: “¿ya se te olvido lo que tú me hiciste, ya se te olvido que fui yo quien te ayudo cuando estabas mal?”
-...
-Le respondí: “¡Yo nunca te busque y tampoco pedí tu ayuda, así que por favor lárgate!, tomo sus cosas y se fue.
-Que complicada la situación. Pero conociéndote, no ibas a dejar que invadieran tu espacio. Tú eres bastante territorial en algunas ocasiones.
-Eso es verdad mí querido amigo, por lo mismo me ha traído bastantes problemas. Creo que no lo fuera tanto, nada de todo esto hubiera pasado.
-Tarde o temprano iba a pasar, y eso Tú lo sabes, ¿acaso ya se te olvido cuando nos drogábamos? Él no sabía que tú lo hacías.
-...
-Por lo que veo y me logro dar cuenta esos meses en el campo te han hecho bien, has aprendido a madurar y tomar las cosas con mas seriedad, sin tanta tontera en la nariz.
-Y tú... ¿ya no lo haces?
-De esa vez que me saco la cresta no lo he hecho, incluso al de tueno esa vez lo pateé a los dos días de ese incidente.
Siguieron caminando hasta llegar a la estación. El tren estaba a punto de salir.
-Bueno mi querido amigo, debo regresar a la capital. Cuando este allá pasare por tu casa para ver si esta todo en orden.
-No te preocupes, cambie la chapa de la puerta una vez más, aparte la clave de alarma. Por ese lado no hay problema. Espero que me vuelvas a ver ahora que sabes dónde estoy viviendo.
-Lo haré. Ahora ya no podrás seguir siendo un ermitaño como hasta hace 2 meses atrás.
-Cuídate mucho
-Tú también cuídate y a él también, claro está eso.
-Lo haré
Sonó el pitido del tren anunciando su partida. El amigo de la capital subió y tomo posición en su asiento, no miro hacia abajo, pero se notaba como corrían algunas lágrimas por su rostro. Caminado de vuelta por la alameda, rumbo al hospital, la llovizna comenzó a aumentar, las gotas de agua ya se hacían cada vez más evidente. El frío y el viento siguieron su rumbo creciente. De pronto un estruendo hizo temblar el cielo oscuro de esa tarde. Suena su celular y al contestar era la voz del enfermero de turno pidiéndole que se fuera lo más rápido posible. Algo había pasado... pero al pedir más información otro estruendo le remeció los tímpanos. La llamada se corto de forma imprevista dejándolo con la incertidumbre de lo que sucedía en esos momentos en aquel recinto.

jueves, febrero 22, 2007

Historia 17: Bosques De Libertad.

Él se encontraba en el living del hogar sentado sobre uno de los sillones mas cómodos de la casa, bajo sus brazos se apreciaba un bloc de notas y un lápiz tinta, escribiendo una carta a escondidas de su nuevo compañero. El destinatario era su gran amor en el sur...
Ya estando en mi nuevo hogar podré lograr lo que he deseado hace tanto tiempo, ser feliz, pero a que costo. El tener que sacrificar mi libertad por tener un lugar decente donde poder vivir. No volveré atrás, ya es muy tarde para mí. Aunque no lo quise ya le he tomado bastante aprecio, bueno es inevitable, a pesar que tiene sus mañas al igual que yo y todo el mundo que nos rodea en esta eterna infinidad de planeta, no se muy bien que pensara de mi, tal vez que soy un descarado por invadir su territorio, pero él fue quien empezó, con sus miradas en la clínica, sus visitas, sus regalos y toda lo que pedía, dejando de lado hasta su propia mujer (la cual por lo demás está loca, pero solo un poco), pero en fin son las cosas de la vida. Amigo, desde que me dieron de alta aun no se muy bien que hacer con mi vida, la verdad no sé si volver al sur o quedarme acá, pero si me quedo no sé si seguir con esto o migrar a la casa de mis familiares aunque no quiero perder mi libertad, tu sabes a lo que me refiero, me restringirían los horarios y todas esas cosas además ya soy bastante adulto y en cierto grado maduro, aunque pienses lo contrario.
Espero que estas letras no te causen más problemas con tú pareja. No quiero meterme más en sus problemas, pero a veces es necesario que te des cuenta de lo que sentí y aún siento por ti, prefiero escribirlo antes que verte o llamarte, porqué sería caer nuevamente en lo mismo y no estoy dispuesto a hacerlo, a menos que sea junto a ti.
Después de unos momentos de estar en silencio se dio cuenta que estaba atrás de él viéndole en completo silencio, hice como si recién estuviera entrando a la habitación. Escondió sus escritos muy rápido para que no me diera cuenta lo que estaba pasando. Después de deshacerse en excusas tomo las hojas y las guardo en su bolsillo. Pero pasado los días logre encontrar sus escritos, obviamente los leí. No pude evitar derramar unas lágrimas sobre ese papel. No me lo explicaba, traté de hacer todo lo correcto, en ningún momento cometí los mismos errores de la vez anterior, le di todo lo que me pidió, pero ante este pequeño verdugo no puedo hacer más. Me hizo sentir vivo una vez más, pero esto ya no tiene vuelta atrás.
Una tarde en la cual salí mas temprano de mi trabajo me dirigí a mi hogar, sin avisarle absolutamente nada de nada, por fortuna no había nadie en casa, lo que me dio rienda suelta para lograr lo que pensé al derramar las últimas lágrimas sobre ese papel. Busque entre sus objetos para encontrar las direcciones de sus amigo en el sur, por sorpresa mía había toda una agenda con números de teléfonos, correos electrónicos hasta que locomoción tomar para llegar al destino. Tomé mi maleta con un poco de ropa improvisada, aparte de mis cachivaches de costumbre. Me embarque hacia el sur a buscar la base de todo este problema, que de una u otra forma también me afectaba, lo llame a la casa y le avisé que tenía una reunión urgente con uno de los ingenieros en el norte de Chile, no quise entrar en detalles para no despertar mayor sorpresa, eso si que esta vez tome unas consideraciones más, como por ejemplo el horario de la alarma y bloqueo de tarjetas de crédito. Me trató de hacer mas preguntas pero le respondía diciéndole: “No te escucho bien, la señal se pierde, cuando llegue te llamo” después corté la llamada.
Al mirar el mapa sólo faltaban unos kilómetros para llegar a mi destino. La carretera se perdía ente la inmensidad del bosque, al mirar hacia uno de los costados me llamó la atención una casa muy bella en medio de ese paisaje tan hermoso, me hizo acordar de uno de los sueños que tenía mi ex pareja: Vivir en medio de la naturaleza del sur. Pero era solo un sueño. Mientras manejaba y faltaba menos para mi llegada pensaba demasiado, todavía no sabía que hacer, seguir con mi plan o solo averiguar que es lo que había sucedido. Al pestañar sentí un inmenso golpe y un ruido que me ensordeció. Perdí el control y fui a dar a una de las zanjas del camino. Al abrir los ojos nuevamente no entendí muy bien lo que pasó, baje del auto y sólo lo observé. Atónito por lo sucedido trate de echar a correr el motor, pero este estaba muerto, al igual que dos de los neumáticos. Sin poder hacer mas vi mi celular, para más mala suerte, no tenía señal, mi única opción era caminar hasta la casa que había visto unos metros atrás.
Mareado con un dolor de cabeza y piernas terrible, y sangrando por la cabeza logre hacer camino hasta llegar a esa casa para pedir ayuda, al golpear la sorpresa fue mucho más grande, tanto así que termine en el suelo desmayado.

miércoles, febrero 07, 2007

Historia 16: El Corazón Late Entre Las Cenizas.

En esos momentos no me importó morir de amor, pero cuando las cosas ya no daban más. . . lo tuve que hacer. Esas tardes en las cuales ya nada podía ser mejor, esas tardes en las cuales tienes tiempo de sobra, esas tardes en las cuales crees que la hora pasa muy lentamente y puedes realizar todo lo que no pudiste en la semana (desde dormir una eternidad hasta ir al supermercado observar toda la variedad de productos que tienen a tú disposición), esas tardes en las cuales no deseas llegar a tu hogar ya que lograste escapar de él, de la soledad en la cual te encontrabas y tu única compañía son esas moscas rezagadas, pasa lo que menos te esperas.


Al salir del supermercado subí a la locomoción, por cierto, esa que se demora una eternidad a la casa, la que se pasea por todas las poblaciones habidas y por haber. ¿El por qué de esa decisión? Muy sencillo, necesitaba ver a la gente, darme cuenta que hay personas que están peor o mejor que uno. La locomoción, por cierto andaba muy rápido. Se detuvo bruscamente frente una señalética de transito. Solo cerré los ojos y sentí el impacto de un objeto sobre la parte lateral del micro. Al abrir los ojos el panorama era bastante brusco. Los pasajeros del automóvil que nos impactó estaban destrozados. Al llegar la ambulancia y luego que nos tomaran la respectiva declaración nos dejaron ir (por lo menos a los que no nos había pasado mas allá de un golpe en la cabeza). Una vez en tierra nuevamente y dispuesto a retomar el camino de regreso a casa me pareció ver una cara conocida unos metros más allá. Al hacer memoria y volver a mirar, la persona ya no estaba.


Una vez fuera de mi hogar y dispuesto a volver a mi gran compañera (la soledad y las moscas rezagadas) me percaté que la luz del interior de la sala estaba encendida – no recuerda haberla apagado – me di un auto sermón por el uso inadecuado de la energía eléctrica, pero al gira el cerrojo de la puerta me di cuenta que alguien más estaba en mi hogar. Muy despacio dejé las bolsas en el suelo y cogí mi celular mandando la señal de SOS a la empresa de seguridad y alarma. Ingrese muy cauteloso y tome la posición de combate, estaba con la adrenalina por las nubes, no recuerdo haber sentido esa sensación desde ese encuentro tan desdichado. Sentía mi pulso y mi respiración muy agitados. El ruido de las bolsas en el exterior y una ráfaga de viento que atravesó mi espalda. Giré y mande un golpe seco a lo que me soplaba. Desafortunadamente sólo golpeé un jarrón que tenia en una de las mesas. Cuando este cayó y se hizo añicos escuché la risa de otra persona. Mi cara de sorpresa fue bastante cómica para el invitado sorpresa.


-No sabía que conocías de las artes marciales – dijo sentado en el diván desde la oscuridad de la otra pieza.
-Y tú. . . ¿Qué haces acá, como lograste entrar?
-Se te quedaron algunas cosas y decidí traértelas en persona.

-Pero eso, hace tiempo que lo daba por perdido.
-Pues no, se te quedaron en la mesa de la sala la última vez que fuiste.
-De ese entonces hasta ahora ya han pasado bastante tiempo.
-Unos 6 meses.
-¿Cuándo saliste?
- Hace unas semanas, trate de comunicarme contigo, pero como sabes en ese lugar no dan información acerca de sus “Clientes”.
-Bueno eso es verdad. ¿Y cómo supiste mi dirección?
-Bueno eso se lo pregunte a tu mujer, no sabia que habías estado casado.
-Si, lo estuve, pero ya no.
-Según lo que ella me dijo lo estuviste por segunda vez.
-Ya te lo dije, ya no lo estoy, y no lo estaré nunca más.
-¿Por qué dices eso?
-No crees que son muchas preguntas para este recibimiento, además soy yo quién las debería hacer.
-Está bien. Responderé todo lo que quieras, pero con sólo una condición. . .
-¿Cuál condición?
-Que me dejes alojar acá esta noche.


En eso llegó el móvil de la alarma a la casa, preguntaron que había pasado, después de disculparme con ellos por el mal entendido entré nuevamente para seguir la conversa. Pero mi corazón aun saltaba, pero ya no era por el susto de creer que me estaban robando, sino que uno de mis anhelos se estaba volviendo realidad, no de la mejor forma o como yo había esperado, pero se estaba cumpliendo. Esta vez el corazón nacía entre las cenizas para volver a latir.

miércoles, enero 31, 2007

Historia 15: El Caos Del Vértigo.

Al llegar a la clínica ella me hablo de un pequeño incidente que sucedió en la madrugada de ese mismo día cuando la fui a visitar. Por lo que me dio a entender ingresó un interno nuevo, además de lo que ella escuchó en los pasillos provenía del sur. Luego me pidió que la acompañara al almuerzo como es de costumbre pidió ensaladas y se sentó junta a unas amigas que se hizo en la misma clínica.

-¿Escuchaste los gritos de la noche? - Pregunto la alcohólica
-No fue en la noche, fue en la madrugada – respondió la drogadicta
-Sólo escuche unos pequeños alaridos, pero no fue tanto como otras veces – dijo muy convencida.

Las demás le creyeron, ya que ella llevaba mucho más tiempo que las otras. Sin dudar les pregunté:

-¿por qué lo o la internaron?
-¡Lo! internaron. . . Es hombre muy jovencito y por cierto muy atractivo, pero lo malo es que entró por intento – intervino la drogadicta.
-Es lo de menos, nada que un buen electro no sane – añadió la alcohólica.

En ese momento todas se miraron y lanzaron una gran carcajada, la cual termino abruptamente al ver al nuevo interno entrar por la puerta del comedor. Rápidamente una de las internas lo llamó y le dio la bienvenida. Le indico cual era el horario de visitas y de alimentación. Después comenzó una serie de preguntas que parecían no acabar, desde su nombre hasta sus tendencias sexuales. En esos momentos el nuevo interno quedo espantado, no sabía donde ocultar su rubor.

Después de la comida salía fumar un cigarrillo, al encenderlo, el nuevo interno me pidió uno, apresuradamente le ofrecí fuego. Sus facciones eran bastante pronunciadas. Me dio la sensación de haberlo visto en algún lado, pero lamentablemente era imposible. Más de conversar de las demás internas – que por cierto lo acosaron a preguntas – conversamos de aquel tema tan particular. Ambos nos reconocimos por ciertas tendencias, gustos, creencias, posturas y creencias hacia el matrimonio como un derecho igualitario, la adopción de infantes y religión.

No lo se aún por qué me sentí atraído por ese joven, pero me hacia recordar alguna otra persona. Bastaba mirar sus ojos para darse cuenta del sufrimiento por amor. A la mañana siguiente nuevamente fui a la clínica, pero en esta ocasión no para visitar a mi ex precisamente, si no para descubrir cual era su gran pena. Tratar de sacar información para saciar mi sed de respuestas a las curiosidades que me llamó su atención.

Al pasar de los días noté que ningún familiar compartía mucho con él, más que sus amigos, uno de los cuales se notaba nervioso ante la presencia de su misma pareja frente al nuevo interno, excepto cuando iba sólo. Inclusive una vez entraron a una de la habitaciones, (sucedió cuándo fui a pagar la mensualidad de la habitación) y salir con una gran sonrisa en sus rostros. No sé muy bien, pero a cada tiempo que su gran amigo lo visitaba acompañado la realidad volvía a la normalidad.

Estábamos a la hora del té y note que me observaba demasiado desde la otra mesa, con un gesto le indique para que se acercara. Se puso de pie muy seguro y mirándome a los ojos llego a nuestro lado. Le pregunte directamente que le había ocurrido, me contó su historia, lo entendí por completo, algo parecido me pasó en alguna ocasión.
Al pasar las semanas ya hablábamos y lo acompañaba a comprar algunas cosas, lo que nunca hice con mi ex pareja (la que estaba en la misma clínica), la excusa que utilicé fue: “Él no es de acá, se puede perder” la cual me creyeron. Lamentablemente sentía algo más que cariño, sentí que parte de la historia se volvía a repetir, pero esta vez no cometería los mismos errores que antes, pero con una gran diferencia. . . ahora vería la otra cara de la moneda.

domingo, enero 14, 2007

Historia 14: Traslado De Amor.

Él era un fanático de cierta disciplina, por cierto un muy buen amigo mío. Después de verlo terminar su relación, su mundo se vino abajo. Una y otra vez volvía a caer en lo mismo, hasta que un día toco fondo. Junto a mi pareja (en ese entonces) decidimos intervenir. No nos explicábamos como pudo enamorarse de una forma tan rápida de un completo desconocido. Para nosotros a única forma se sacarlo de ese agujero era abrirle los ojos. Ya habíamos tratado por el buen camino, me refiero a hacer que se olvidara de él, desde invitándolo a nuestra casa hasta irnos de paseo a la playa, pero como no resultó y lo vimos decaer y decaer lo hicimos por las malas.

Ese día le pedimos que nos acompañara a uno de los eventos organizados por el director de la compañía hotelera en la cual yo trabajaba. Una ver terminada la comida y como ya era costumbre en él (ebrio y haciendo escándalo) lo llevamos a nuestra casa, en esta ocasión sabíamos muy bien que hacer. Esperamos que vomitara y lo acostamos en una pequeña pieza que habíamos habilitado para este fin (solo tenía una puerta de entrada y barrotes en las ventanas) mientras estaba tirado en la cama le sacamos parte de su ropa y simplemente esperamos sentados en el suelo. Poco a poco su cuerpo comenzó a moverse. Le pedí a mi pareja que saliera de la pieza un momento, solo quería estar con él. Por lo que he leído los borrachos aunque no se pueden mover mucho, si pueden escuchar. Esta vez me toco hablar a mí.

-¿Realmente quieres que salga?
-Si, es ahora o nunca.
-Muy bien, cualquier cosa me avisas, mientras tanto voy a preparar un café, esta noche será muy larga.

Sin más que decir, se paró y salió cerrando la puerta, de inmediato me levanté y le coloqué el cerrojo. Al voltear y verlo nuevamente tirado, me acerqué y me puse a hablarle de todo lo que había perdido por el cariño que le tomó a ese desconocido. Las palabras causaron el efecto deseado. Se abalanzó sobre mí tratando de golpearme, solo lo esquivé y el golpe de su cuerpo contra el piso fue seco. En ese momento reventó en llanto. En un principio sólo lo consolé, pero minutos más tarde comencé a lanzar mis pequeños dardos. Cuando se logro dormir nuevamente sollozando lo deje en la pieza completamente solo.

Al salir mi pareja estaba muy angustiada, no tan solo por él, también por nosotros. Corrimos uno de los sillones para lograr dormir cerca de nuestro amigo y estar atentos por si quería marcharse sin nuestro consentimiento. Mientras conversábamos del tema y nos bebíamos unas tasas de café acompañadas de unos cigarrillos nos dimos cuenta que él estaba completamente sólo. No tenía a nadie mas que supiera su verdadera vida, es mas, su familia tampoco se encontraba en la cuidad.

Fui a buscar unas mantas para dormirnos. Al alcanzar el estado de relajación, sentimos de los golpes en la pared. Nos quedamos mirando, completamente atónitos cuando sentimos un golpe más, esta vez contra el pequeño vidrio que tenía la ventana. Rápidamente entramos a la habitación, el hecho ya comenzaba a teñir las sabanas y el piso.

Ya controlada la situación llamamos al jefe de la unidad en la cual trabajaba mi pareja. Lo ingresaron en forma urgente al servicio. Una vez adentro lo doparon para que no hiciera daño a quienes prestaban la ayuda (entre esos mi pareja). En esos momentos me pidió que saliera de la sala. Un colega de él me acompañó hasta una sala fuera de la unidad. Al cabo de 15 minutos de conversa y explicándole la situación entra mi pareja para decirme que lo trasladarían a la capital ya que no contaban con los especialistas.

Me dejaron verlo por última vez ya que habían conversado con sus contactos y lo trasladarían en forma inmediata en la capital. Allí lo estaban esperando junto a unos familiares que él tiene allá. Pedí estar solo en la sala para lograr despedirme, o ultimo que recuerdo haberle dicho fue: “Aunque no lo quieras hay una persona en este mundo que te ama, por eso lo hice, cuídate y sal de ese hoyo en el cual estas metido”, abrió un poco los ojos y me respondió: “no creas que estoy mal por lo que crees, no sufro por ese desconocido, lo hago por un amor no correspondido. Te Amo, siempre lo he hecho y siempre lo haré”. Mi rostro se espantó al escuchar sus palabras. En esos momentos llegó mi pareja para trasladarlo a la capital.