Bienvenidos

Espero que les gusten las historias. Dejen su marca una vez leidas.

miércoles, febrero 07, 2007

Historia 16: El Corazón Late Entre Las Cenizas.

En esos momentos no me importó morir de amor, pero cuando las cosas ya no daban más. . . lo tuve que hacer. Esas tardes en las cuales ya nada podía ser mejor, esas tardes en las cuales tienes tiempo de sobra, esas tardes en las cuales crees que la hora pasa muy lentamente y puedes realizar todo lo que no pudiste en la semana (desde dormir una eternidad hasta ir al supermercado observar toda la variedad de productos que tienen a tú disposición), esas tardes en las cuales no deseas llegar a tu hogar ya que lograste escapar de él, de la soledad en la cual te encontrabas y tu única compañía son esas moscas rezagadas, pasa lo que menos te esperas.


Al salir del supermercado subí a la locomoción, por cierto, esa que se demora una eternidad a la casa, la que se pasea por todas las poblaciones habidas y por haber. ¿El por qué de esa decisión? Muy sencillo, necesitaba ver a la gente, darme cuenta que hay personas que están peor o mejor que uno. La locomoción, por cierto andaba muy rápido. Se detuvo bruscamente frente una señalética de transito. Solo cerré los ojos y sentí el impacto de un objeto sobre la parte lateral del micro. Al abrir los ojos el panorama era bastante brusco. Los pasajeros del automóvil que nos impactó estaban destrozados. Al llegar la ambulancia y luego que nos tomaran la respectiva declaración nos dejaron ir (por lo menos a los que no nos había pasado mas allá de un golpe en la cabeza). Una vez en tierra nuevamente y dispuesto a retomar el camino de regreso a casa me pareció ver una cara conocida unos metros más allá. Al hacer memoria y volver a mirar, la persona ya no estaba.


Una vez fuera de mi hogar y dispuesto a volver a mi gran compañera (la soledad y las moscas rezagadas) me percaté que la luz del interior de la sala estaba encendida – no recuerda haberla apagado – me di un auto sermón por el uso inadecuado de la energía eléctrica, pero al gira el cerrojo de la puerta me di cuenta que alguien más estaba en mi hogar. Muy despacio dejé las bolsas en el suelo y cogí mi celular mandando la señal de SOS a la empresa de seguridad y alarma. Ingrese muy cauteloso y tome la posición de combate, estaba con la adrenalina por las nubes, no recuerdo haber sentido esa sensación desde ese encuentro tan desdichado. Sentía mi pulso y mi respiración muy agitados. El ruido de las bolsas en el exterior y una ráfaga de viento que atravesó mi espalda. Giré y mande un golpe seco a lo que me soplaba. Desafortunadamente sólo golpeé un jarrón que tenia en una de las mesas. Cuando este cayó y se hizo añicos escuché la risa de otra persona. Mi cara de sorpresa fue bastante cómica para el invitado sorpresa.


-No sabía que conocías de las artes marciales – dijo sentado en el diván desde la oscuridad de la otra pieza.
-Y tú. . . ¿Qué haces acá, como lograste entrar?
-Se te quedaron algunas cosas y decidí traértelas en persona.

-Pero eso, hace tiempo que lo daba por perdido.
-Pues no, se te quedaron en la mesa de la sala la última vez que fuiste.
-De ese entonces hasta ahora ya han pasado bastante tiempo.
-Unos 6 meses.
-¿Cuándo saliste?
- Hace unas semanas, trate de comunicarme contigo, pero como sabes en ese lugar no dan información acerca de sus “Clientes”.
-Bueno eso es verdad. ¿Y cómo supiste mi dirección?
-Bueno eso se lo pregunte a tu mujer, no sabia que habías estado casado.
-Si, lo estuve, pero ya no.
-Según lo que ella me dijo lo estuviste por segunda vez.
-Ya te lo dije, ya no lo estoy, y no lo estaré nunca más.
-¿Por qué dices eso?
-No crees que son muchas preguntas para este recibimiento, además soy yo quién las debería hacer.
-Está bien. Responderé todo lo que quieras, pero con sólo una condición. . .
-¿Cuál condición?
-Que me dejes alojar acá esta noche.


En eso llegó el móvil de la alarma a la casa, preguntaron que había pasado, después de disculparme con ellos por el mal entendido entré nuevamente para seguir la conversa. Pero mi corazón aun saltaba, pero ya no era por el susto de creer que me estaban robando, sino que uno de mis anhelos se estaba volviendo realidad, no de la mejor forma o como yo había esperado, pero se estaba cumpliendo. Esta vez el corazón nacía entre las cenizas para volver a latir.

No hay comentarios.: