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Espero que les gusten las historias. Dejen su marca una vez leidas.

sábado, julio 10, 2010

Capítulo 19: Lluvia Rubí.

A esta altura de la vida ya nada logra llamar la atención de Gustavo, pero estuvo a punto de telefonearle, pero se logró convencer de que ya era parte del pasado. Que ya no valía la pena derramar ninguna lágrima más. Ese fluido color rubí... ese líquido es vital... sobre todo... sobre todo es vital para Gustavo.

Hace más de dos años que no logra llorar. Aunque tenga ese nudo en la garganta. No logra concebir que ni una sola gota caiga y se derrame por sus mejillas, para luego ser secadas con su mano, o simplemente termine en el suelo estallando como una copa de cristal. Ni si quiera con la separación de sus padres pudo desahogar su corazón. ¿Será que ya no siente, o es que acaso su corazón está tan frío como un témpano de hielo que sólo late por latir?

Luego de meses que han pasado desde la partida de Andrés hacia el extranjero, Gustavo ya no es el mismo de antes. Claro está que Ignacio se ha vuelto parte de su vida, pero aún así, ambos saben cual es su futuro. Ignacio preocupado por su hija. Y Gustavo perdido en el mundo nocturno que le ha caracterizado por tantos años. Por esto mismo las cosas se ven dificultadas para ambos. Por lo que cada vez que están juntos es solo por la compañía o por el deseo carnal, del cual ambos lo tienen asumido, es más, se podría decir que son un tipo de pareja puertas afuera... pero con exclusividad sexual.

Han de salir una noche a divertirse a una de las discotecas de la ciudad. Pero antes de eso se dirigen al cine y luego a comer una tabla de quesos en uno de los Pub más concurridos de ese momento. Después de unas copas de vino en el cuerpo Ignacio se dirige al baño, dejando su teléfono en la mesa. Por lo que Gustavo inconcientemente comienza a registrarlo, sin saber con la sorpresa que se llevará. Las imágenes guardadas en la memoria del móvil son elocuentes y de acuerdo a la realidad que ambos viven.

Ignacio es una persona joven, que recientemente está abriendo los ojos al mundo homosexual, por lo que aprovecha cada oportunidad... eso está claro, por lo que Gustavo decide dejar de intrusear su teléfono, colocándolo nuevamente en la mesa justo momentos antes de que Ignacio regresara del baño. Una vez reestablecida la conversación y después de pedir la cuenta, ambos se dirigen a bailar.

Como es de costumbre, cada uno paga su entrada. Una vez adentro de la discoteca, se dirigen a la barra para cobrar un trago, a continuación se acercan a la pista para bailar lo que les queda de la noche. Después de tanto ajetreo y un par de tragos más, sus cuerpos ya no reaccionan ante los bajos de la música. Por lo que se retiran del recinto. Siguen caminando hasta encontrar un paradero. Mientras comentan la noche Gustavo al ver que se aproxima un taxi lo hace detener con su dedo, rápidamente abre una de sus puertas y le consulta algunas cosas al chofer. Al responderle, Gustavo llama a Ignacio y le invita a subir de los primeros, por lo que le sede el lugar, dejándolo pasar. Ya adentro, Ignacio mira a Gustavo, pero este baja la mirada cerrando la puerta y golpeando el parabrisas trasero en señal de estar saldada su cuota. Velozmente el taxista acelera para dejarlo atrás. Ignacio en medio del caos se da vuelta para mirar a Gustavo, el cual se encuentra haciéndole señas de adiós. Sorprendido, Ignacio de la situación saca su celular y decide llamarle y preguntarle qué es lo que ha sucedido.

Mientras Gustavo voltea la mirada y comienza a caminar en sentido contrario, siente la llamada entrante de Ignacio. Le pide explicaciones, pero Gustavo solo le responde con: “¡Exclusividad!... pero eres muy pendejo como para lograr entender... nada más, disfruta de la vida, adiós” luego de terminar la llamada Gustavo apaga su celular y sigue caminando, hasta encontrarse con una de las grandes arterias de la ciudad. Sabe muy bien que si vuelve a su departamento Ignacio lo estará esperando, por lo que decide no llegar a el y buscar alojamiento en uno de los hoteles que logra apreciar en la avenida.

Una vez registrado y ya en la habitación, toma el teléfono y llama al conserje del departamento para indicarle los pasos a seguir con Ignacio. Después de colgar, llama al servicio a la habitación para solicitar una botella de Vodka. Mientras espera ansioso, recuerda nuevamente a Andrés. Recuerda aquel verano en el cual se conocieron y descubrieron, por lo que a la llegada del Vodka sus ojos están como el rubí... rojo, sin ninguna otra expresión.

Al despertar, Gustavo se ve enfrentado a una que no es su realidad. La resaca es increíble, todo le da vueltas y el dolor de cabeza es insoportable. El haberse bebido solo una botella de Vodka no logró sacar de su cabeza el pasado que lo atormenta. Toma su teléfono y lo enciende, el resultado final es: diez mensajes de texto, veinte llamadas perdidas y 10 mensajes en el buzón de voz. Rápidamente echa un vistazo. La gran mayoría son de Ignacio, unas del conserje y una de un número que no conoce, por lo que asume que es Ignacio.

Mientras camina al sanitario para lavarse el rostro, su teléfono vuelve a sonar, por lo que se devuelve y contesta la llamada. La voz es conocida y muy particular, pero aún así no logra identificarla. Mientras sigue la conversación, Gustavo trata de recordar, pero no lo logra. Prefiere no preguntar con quien habla para no quedar mal con quien está al otro lado del teléfono. Al finalizar la llamada se vuelve a tender en la cama para analizar la situación. Le es intrigante saber con quién estaba hablando, aún así no logra recordar, y mucho menos ahora que está con la resaca, por lo que decide volver a dormirse y esperar a que se le pase esa sensación. Antes de volver quedarse dormido, siente que caerá de la cama, esa sensación de vacío que lo vuelve a poner en alerta. Gracias a ese vacío se da cuenta quién le ha llamado hace unos segundos, por lo que trata de devolver el llamado. Desafortunadamente, la comunicación no conecta desatando en él la ansiedad necesaria como para hacerlo levantar, ducharse y salir del hotel con rumbo a la ciudad X.

jueves, julio 01, 2010

Capítulo 18: Estallido.

Luego de pasar el verano con Tomás y volver a la capital Gustavo lo sigue llamando en forma diaria, pero Tomás, a medida que va pasando el tiempo ya no contesta su teléfono, tampoco responde los corres que le enviaba al internado. Paulatinamente Gustavo también deja de escribirle y llamarlo hasta que pierden por completo la comunicación. Lo único que logra saber es lo que le dice Mercedes cada vez que la llama para saber cómo van las cosas en el sur.

Pasan los años y Gustavo ingresa a la Universidad. Es ahí cuando conoce a Ignacio. Al pasar ya más de un semestre, su confianza se ha afiatado cada vez más, pero no la suficiente para confesarle su verdad.

Como era de costumbre, Gustavo e Ignacio se sentaban juntos al final de la sala para poder tomar algunos apuntes, copiarse en algunas pruebas o para tratar de pasar desapercibidos cada vez que ambos salían de juerga y llegaban a clases con resaca. Una mañana al ingresar un poco atrasados a clases Gustavo recibe un mensaje en su celular:

“Querido amigo, sé que no hemos hablado en mucho tiempo, pero quiero pedirte que seas mi padrino en mi matrimonio, el que se realizará en dos semanas. Por favor respóndeme a la brevedad. Tomás”

El rostro de Gustavo al terminar de leer el mensaje se tornó blanco, bajando el celular a la altura de las rodillas, su mirada se perdió en el suelo, dejando caer el celular. Ignacio lo ha quedado mirando con cara de extrañeza y levantando uno de sus brazos le toma por el hombro y le pregunta si encuentra bien. Gustavo quita de inmediato su mano del hombro con un movimiento brusco y sale rápidamente de la sala pegando un portazo.

El profesor que se encontraba pasando su cátedra dirige su mirada hacia donde ha quedado Ignacio, atónito por la reacción de Gustavo. El profesor le pregunta a Ignacio qué ha sucedido, a lo que le responde levantando los hombros en señal de no saber. Luego de unos segundos el profesor se acerca hacia el puesto y le sugiere a Ignacio ir a ver que sucede con Gustavo. Por lo que ágilmente toma el celular tirado en el suelo y los cuadernos y mochilas para salir corriendo de la sala.

En el patio Ignacio logra ver cómo Gustavo se dirige a uno de los baños que se encontraban en la facultad, por lo que inicia la carrera para lograr preguntarle que es lo que ha pasado. Mientras corre Ignacio le grita su nombre para poder llamar su atención. Al ingresar en el baño Gustavo se encuentra de pie, apoyando sus manos en uno de los lavamanos. Todo su pelo, espalda y rostro se encuentran mojados. Sus ojos están rojos, llenos de rabia y coraje. Ignacio al verlo en esa postura se le acerca para preguntarle qué ha sucedido. A lo que le responde con una negativa, moviendo su cabeza en señal de desaprobación. Ignacio al acercarse unos pasos más, ve cómo Gustavo empuña una de sus manos y lanza un golpe directo hacia el espejo que tiene en frente, saltando los trozos de vidrio hacia su cuerpo y el resto hacia los costados. Dejando la mano empuñada unos cuantos segundos, hasta que comienzan a salir las gotas de sangre que caen por entre medio de sus dedos hacia el lavamanos.

Horrorizado por la escena Ignacio se acerca para poder enfrentarlo, al mirarlo a los ojos estos siguen rojos, en su rostro hay algunos trozos de vidrio incrustados. Su mandíbula se aprecia rígida y con una postura de ataque inminente ante cualquiera que se le acerque. Al entender esto, Ignacio lo desafía retándolo a que lo golpee a él también, levantando los puños de las mangas de su polerón. Acercándose y dándole un empujón justo en los hombros, a lo que Gustavo responde de la misma manera, pero esta vez Ignacio se logra hacer un poco más atrás tomándolo por debajo de los brazos y sellándolo en un nudo con sus manos. Gustavo trata de zafarse dando golpes en las costillas de Ignacio, pero este se queda quieto, conteniéndolo y apretándolo cada vez más fuerte, hasta que comienza a gritarle:

-¡Cálmate!
-¡¡No huevón... suéltame concha de tu madre!!
-Gustavo, ¡Cálmate!, no te voy a soltar hasta que me digas que te ha pasado – responde Ignacio diciéndoselo justo a la oreja – Sigue pegándome huevón, pero no te voy a soltar hasta que te ¡CALMES!

Luego de haber repetido estas palabras unas tres o cuatro veces Gustavo logra calmar su enojo dándose cuenta que Ignacio lo tiene prácticamente abrazado y no lo soltará hasta que no detenga su violento accionar. Al dejar de golpearlo, Gustavo comprende que el abrazo de su propio amigo ha servido de consuelo ante la noticia recibida.

Ignacio toma a Gustavo y lo pone frente a uno de los lavamanos para que se enjuague las manos llenas de sangre. Mientras Ignacio le revisa la cara y quita los tozos de vidrio que se le han incrustado. Sin decir más y ya secando sus manos en un trozo de papel, Gustavo saca las llaves de su automóvil y se las entrega Ignacio, diciéndole:

-Perdón viejo, de verdad perdóname, no sé porqué reaccioné así contigo.
-Gustavo, todos tenemos nuestro día de furia – le responde con un tono comprensivo – pero por favor ahora vámonos de aquí antes de que todos llegue a ver que pasado... y respecto a tus cosas y tu mochila está dentro de la mía. Ahora te voy a dejar a tu departamento, no puedes manejar así.
-Ignacio, por favor hoy no me dejes solo – dice con una voz angustiosa – de verdad no me encuentro bien.
-Descuida viejo, ahora vámonos y pasamos a comprar algo para comer y me explicas qué es lo que ha sucedido.

En el camino al supermercado nadie dice nada. Cuando ya van camino al departamento de Gustavo, justo frete a un semáforo en rojo, Ignacio le entrega su celular. Al recibirlo lo enciende y revisa nuevamente el mensaje. Mientras, Ignacio lo mira de reojo y aprecia cómo Gustavo logra eliminar solo un par lágrimas, una de ellas cae directo a la ropa de Gustavo. Mientras la otra es alcanzada por Ignacio, quién ha estirado su mano para poder secarla. Al terminar de hacerlo se da la luz verde por lo que Ignacio acelera rumbo al departamento.

En el estacionamiento y ya a punto de acender hacia el hogar de Gustavo, Ignacio le da a entender que él no le preguntará cosas, pero que confía en que sea él mismo quién se las cuente. Gustavo sigue deshaciéndose en excusas y tratando de desviar el tema.

Al ingresar al departamento Ignacio prepara las cosas para poder comer, mientras Gustavo se hace algunas curaciones en sus nudillos y rostro. Al salir de su habitación, la mesa ya está lista, la televisión encendida en el programa del matinal. Ignacio lleva las tazas con el agua hervida. Mientras Gustavo lanza algunos comentarios hacia lo que sucede en el set de televisión, pero Ignacio tiene su mente puesta en otro lado...

Mientras Ignacio bajaba las escaleras de la facultad para correr detrás de Gustavo, éste alcanzó a leer todo el mensaje que había recibido en el celular. Al entender lo que sucedía, y después de la reacción de Gustavo en el baño, Ignacio lo apagó discretamente sin decirle que lo había entendido todo.

viernes, junio 25, 2010

Capítulo 17: Despertares.

Mercedes es una mujer de campo, toda su vida la ha dedicado a servir a la familia de Gustavo, por lo que lo conoce desde que nació. Ella era más que su nana, era si amiga, confidente y hasta su segunda madre. Una vez que sus padres se separaron, fue ella la encargada de consolarlo cada vez que Gustavo sentía pena, o de celebrar las alegrías en aquellas vacaciones que las pasaba en el campo.

Finalmente, Mercedes es la encargada oficial de administrar algunos de los recursos que las tierras de Gustavo. Por lo que él le ha dado tantas libertades... pero sin embargo hay una sola razón que a Gustavo se siente unido a ella. Es Tomás, su hijo. Desde pequeños Gustavo y Tomás han jugado juntos en aquellos momentos de ocio. Aunque, para la madre de Gustavo no le agradara de que su propio hijo se juntara con la servidumbre, él aún así lo hacia, desafiando las ordenes de su misma madre. Encontraba ilógico de que dos personas no pudieran entablar una relación, por lo que le valió más de algún castigo al ignorar las órdenes de su madre.

Al pasar los años la amistad de Gustavo y Tomás se logró afiatar una vez que el mismo Gustavo se echó la culpa por una acción de Tomás. Lo que le valió el castigo de su padre. Tomás al tomarle el peso a lo sucedido decidió: nunca más dejar que pasara lo mismo, por lo que siempre protegió a Gustavo. Aunque Mercedes se daba cuenta de algunos hechos, ella se hacia la desentendida y dejaba que ellos mismo solucionaran los problemas.

Al fallecer el padre de Tomás, Mercedes optó por lo más sano. Según lo que ella misma creía: enviarlo a un internado cerca de la ciudad. Ese mismo verano, Gustavo al enterarse de lo que su propia nana había hecho la condenó, desafiándola a que hiciera lo mismo con él. Pero como toda nana no pudo más que seguir las ordenes de su patrón y no tomarle importancia.

Al pasar los años. Con un poco de madures en el cuerpo Gustavo se dispuso a hablar seriamente con Mercedes acerca de su hijo, el cual hacia en un internado. Luego de algunas conversaciones Gustavo logra sacarle un poco de información a Mercedes. La suficiente como para saber el lugar exacto donde se encontraba, al pasar algunas horas, Gustavo logra convencer a su padre para que le preste uno de los vehículos para ir a la cuidad con la excusa de ir a comprarse ropa. Por lo que su padre accede.

En la misma ciudad Gustavo saca de su billetera las direcciones y calles que había anotado después de hablar con Mercedes en el campo, para luego dirigirse a ellas. Una vez en el lugar se baja de la camioneta y camina rápidamente hacia la entrada principal del internado sin no antes bajar un bolso el cual se veía lleno de cosas.

Al tocar la puerta y después de identificarse y llamar a Tomás, Gustavo se reúne con él en uno de los salones, rápidamente Tomás lo dirige hacia su habitación para tener una conversación un poco más “Personal”. Al Ingresar Gustavo le pide que no haga preguntas y que solo tome lo necesario para depositarlo en el supuesto bolso que llevaba. Tomás sin entender mucho hace lo que su amigo le dice. Después se dirigen hacia la primera habitación en la cual se saludaron. Gustavo se despide de él dándole una nota en un papel, para luego salir del internado cómo si nada hubiera pasado. Toma el bolso y lo mete en el asiento posterior de la camioneta. La hecha a correr y avanza media cuadra, espera unos segundos y al mirar por el espejo retrovisor ve como Tomás salta desde una de las paredes del internado corriendo rápidamente en sentido contrario. Gustavo se apresura para dar la vuelta en la camioneta y alcanzarlo una cuatro o cinco cuadras más allá.

Al disminuir la velocidad Gustavo le toca la bocina de la camioneta para darle la seña a Tomás, éste se detiene, lo ve y abre la puerta de la camioneta, al cerrarla Gustavo celera con rumbo al sur, sin siquiera saber hacia dónde se dirigirán. Una vez pasadas sus diez o doce cuadras Gustavo enciende la música, Tomás se logra relajar y mirándolo a la cara le dice:

-¡Me van a cortar las pelotas, solo por hacerte caso!
-¿Y eso qué importa? Están las ganas, el dinero y la camioneta de mi papá... déjamelo a mí. Total a la Mercedes ¡yo me la convenzo!
-¡No seas estúpido, mi madre no me lo perdonará nunca!
-A ti no, pero a mi si.

El silencio se apoderó un instante, solo se oía la radio. Luego de unos segundos Gustavo se ahorrillo y detuvo el motor justo al lado de una botillería. Sin decir nada se baja de la camioneta y vuelve con un arsenal de alcohol. Tomás se soba las manos y toma una de las latas de cerveza y la abre, alza su mano en señal de un brindis y bebe un trago. Gustavo le lanza un guiño cómplice y acelera para no detenerse hasta la bifurcación del camino. Le hace una seña a Tomás abre una lata de cerveza y se la entrega.

Al pasar los minutos Gustavo finalmente detiene por completo la camioneta, desciende de ésta para echarse a caminar unos pasos, detrás viene Tomás, casi pisándole los talones. Al detenerse, Gustavo bebe un sorbo más de cerveza, se da la vuelta y lo queda mirando fijamente a los ojos, acercándose lentamente hacia sus labios, besándolo suavemente. Las pupilas de Tomás se han aumentado para poder captar el momento. Deja caer si cerveza al suelo en señal de sorpresa, pero luego de unos segundos cierra sus ojos y baja sus brazos para abrasar a Gustavo y correspondiendo el beso que ha iniciado. Ambos sienten cómo su temperatura se eleva, cómo sus lenguas se entrelazan y cómo sus cuerpos se acercan más y más, generando movimientos propios de los animales en sus propias pelvis. Sus penes ya han aumentado de tamaño y sus manos comienzan a acercarse hacia su vientre. Ahora los besos ya no solo son labio a labio, han comenzado a esparcirse hacia sus cuellos bajando lentamente. Gustavo detiene los movimientos y dirige a Tomás hacia la parte posterior de la camioneta. Una vez en ella, Gustavo se acuesta y Tomás se monta sobre él para seguir besándolo en sus labios, en su cuello y en su vientre. Gustavo rápidamente libera sus manos y logra arrancarle la polera a Tomás, para ser él quien ahora lo bese, no solo en el cuello... Tomás se mueve con mesura. Gustavo arranca su pantalón y ropa interior, para comenzar a besarlo lenta y suavemente en la espalda. Su lengua se hace cada vez más sensible a los mismo movimientos de Tomás, el cual le aprieta las manos cada vez que Gustavo sigue bajando hasta encontrar sus glúteos. Tomás se mueve y jadea del placer, por lo que Gustavo suelta la prisión de sus manos y separa sus glúteos para poder lamerlo. Tomás sigue jadeando y moviéndose indicándole lo obvio. Gustavo acerca su pubis a las nalgas de Tomás y luego de uso cuantos intentos y lamidas lo logra penetrar profundamente en conjunto de los mismo movimientos de Tomás el cual se incorpora para seguir el ritual y hacerse parte de la propia acción, tomando el control de aquella oportunidad. Los movimientos de Gustavo se han apaciguado y es Tomás quien ahora dirige la acción. Fuertemente con una de sus manos lo toma por el cuello y con la otra araña su espalda, mientras Gustavo lo besa en el cuello y con una de sus manos lo masturba rápidamente. Al sentir esto, Tomás comienza a moverse cada vez más apresurado y jadeando cada vez más fuerte acercándose más hacia la oreja de Gustavo, que al sentir su respiración agitada también se mueve más aprisa que en un comienzo. En un momento Tomás araña fuertemente la espalda de Gustavo y grita cerca en su oído para apretar su esfínter y eyacular justo en el pecho de Gustavo. Al verlo, Gustavo decide seguir moviéndose, con saltos pequeños, Tomás nuevamente se aferra a Gustavo y vuelve a eyacular, pero esta vez no sólo, si no que en compañía de Gustavo. Pasan unos momentos y ambos se quedan adheridos el uno al otro para luego quedarse tendidos en la parte posterior de la camioneta.

Han pasado los minutos y ambos ven las primeras estrellas que llegan con el atardecer. Gustavo baja la mirada y se enfoca hacia Tomás, le gira su mentón y lo besa en la boca, a lo que responde, abrazándolo suavemente.

Después que la luna está en lo alto, Tomás y Gustavo siguen su rumbo desconocido hacia el sur, haciendo algunas detenciones solo para comer, follar y dormir.

martes, mayo 04, 2010

Capítulo 16: Reencuentro.

Por desgracia la historia de Gustavo no ha terminado en un final feliz. Tanto para él como para Ignacio las cosas no funcionaron, Ignacio, recién abriendo los ojos al mundo gay deseaba experimentar todo lo que tuviera a su alcance. Por esa misma razón Gustavo lo ha dejado ir, le ha dicho que cuando él ya se sienta capaz de establecer algo más seguro le llame. Gustavo se apresuró al creer que había olvidado Andrés y por esa misma razón se creyó estar nuevamente enamorado de un ser del pasado, el cual fue su amor platónico hasta hace unos meses atrás.

Nuevamente solo en su departamento opta por conectarse a la red social y buscar a Andrés. Al encontrarlo le surgen unas ganas incontrolables de llamarlo, de ir a su casa y visitarlo para saber cómo está. Luego de unos segundos y buscando más información se da cuenta de que Andrés ya no vive en el país. Ha tomado un rumbo distinto optando por una beca en Inglaterra, la cual alguna vez le mencionó cuando estaban juntos. Mirando sus imágenes publicadas logra apreciar el peso de sus dichos en el pasado. Además se da cuenta que está con alguien más, es un Chileno que justamente conoció en su viaje, aparentemente son pareja y se llevan muy bien.

Por lo mismo se da cuenta de que el tiempo ha pasado, y él se ha quedado estancado. Dejando de lado su misma vida amorosa y su trabajo. Por lo que decide realizar un viaje de tipo escapatorio. Por lo que tomará sus cosas y se echará a volar a sus tierras en el sur del país. Por lo que aprovecha su estancia en la red para comprar en línea un pasaje de avión en el siguiente vuelo, el cual sale en tres horas más. Rápidamente arregla su bolso con lo indispensable para él: ropa interior, artículos de aseo, su reproductor de música, celular, cámara y computador, además de un abrigo. Antes de bajar llama a un taxi para que lo lleve al aeropuerto y al conserje para avisarle su ausencia en el departamento.

Al momento de abordar el taxi y darle las indicaciones al chofer enciende su reproductor de música. Mientras busca en un tema el chofer trata de conversar con Gustavo, pero éste no presta atención y sigue en su quehacer. Finalmente encuentra el tema en cuestión: “Resistance, Muse” al subir el volumen al máximo en sus audífonos comienza el registro fotográfico que ha de llevar en esta travesía. Mientras ve pasar algunos de los automóviles que vienen en sentido contrario toma cada imagen que le llama la atención. Juega con el lente y la apertura de su cámara. Son cerca de las cinco de la mañana y no habita casi ningún alma las calles de su ciudad. Al llegar al aeropuerto y luego de pagar al chofer, camina lentamente hacia la sala principal. Después de registrarse y dejar su bolso se dirige a la sala de embarque. Está por amanecer y anuncian la salida de su vuelo. Una vez en el avión aprecia que son muy pocos los pasajeros que viajan a esa hora, por lo que se acomoda bien en su asiento esperando que nadie vaya a su costado e interrumpa su momento.

Ya en el aire y con las señales de cinturones de seguridad apagada, la tripulación comienza el ajetreo por realizar los servicios de desayuno. Mientras disfruta del paisaje, Gustavo lo toma como si fuera su cena. Su problema con el sueño aún no se ha resuelto, ni si quiera con medicación. Por lo que tratará de mantenerse despierto el resto de la mañana para poder dormir aunque sea un poco a la noche que le seguirá. El vuelo se hace más corto de lo esperado. Es el último en descender del avión, y antes de hacerlo le solicita a una de las auxiliares sacarle una foto. Luego de esto, dirige sus pasos a la correa transportadora para retirar su equipaje. Una vez ahí decide arrendar una camioneta para poder ir a sus tierras.

El hecho de no avisarle a nadie toma a todos los suyos por sorpresa. Su patrón ha llegado de la capital y de inmediato preparan su habitación para recibirlo. Una de sus criadas favoritas, es la encargada de coordinar todo. Es una mujer de pelo largo y cano, de contextura gruesa, de piel blanca y mejillas ruborizadas. Usa una falda oscura, blusa a cuadros, delantal floreado y un pañuelo que cubre su cabello. Justamente ésta mujer es una de las que más conoce a Gustavo, por lo que después de dar las indicaciones le toma el mentón y lo mira a los ojos. Es ella quién lo abraza con toda su voluptuosa imagen, a lo que Gustavo no puede negarse. Mercedes lo vuelve a mirar y sin siquiera saludarlo le toma la mano y lo dirige a su cocina. Rápidamente sirve una taza con té, prepara un trozo de pan amasado con queso fresco hecho por ella misma. Al dejar esto en la mesa Gustavo se sienta y comienza a comer con ansias hasta acabar toda la merienda. Mercedes nuevamente lo toma de la mano y lo lleva a su alcoba, la cual ya se encuentra lista para recibirlo. Gustavo se desprende de sus zapatos y se tiende en la cama para que Mercedes lo cubra con las frazadas y le de un beso en la frente, para luego retirarse dejando la puerta cerrada.

Después de dos horas Mercedes nuevamente ingresa a la habitación junto con una bandeja, es el almuerzo, una rica cazuela de campo, nada comprado en el supermercado, por el contrario, todo sacado de su mismo campo. Detrás de Mercedes viene acompañándola un perro, es pequeño, de mechas tiesas. Al entrar se dirige directo hacia los pies de la cama. Su nombre es “Tarzán”. Gustavo al despertar y verlo se le llena la cara de luminosidad. Mercedes le entrega la bandeja y acerca una silla para emitir sus primeras palabras a Gustavo: “Coma no más mijito, está muy facuchento y ojeroso” Gustavo le toma la mano y la dirige a su rostro para luego besarla y emitir su respuesta: “Eso me pasa porque no tengo a una como tú en la capital” ambos ríen un momento y después de una larga conversación se dirigen hacia los establos para ver a los animales.

miércoles, abril 07, 2010

Capítulo 15: Esperanza.

Al despertar me encuentro con compañía, lo cual era muy poco habitual. Es Ignacio. Reaccionando bien del letargo, me doy cuenta de que me tiene tomado con uno de sus brazos. La sensación es extraña, pero agradable. Al tratar me moverme me toma con fuerza para que no me escape de su atadura. Por lo que me quedo quieto y vuelvo a cerrar mis ojos. De pronto escucho su voz: “Al fin despertaste” por lo que respondo con una afirmativa. Pregunto: ¿Qué hora es? A lo que me responde con un: “¿Qué importa? Eso me da lo mismo, y mucho más ahora que estoy contigo”. Trago en seco y lo miro a los ojos con cierta cara de preocupación y duda. Por lo que me suelta de sus amarras y me deja ir. Voy al baño y me pregunto si algo anda mal con esta imagen.

Ignacio tiene una hija y su mujer, bueno, mas bien “tenía”. Me lavo la cara y los dientes, luego me dirijo a la cocina. Desde ahí le pregunto si tiene hambre y si desea comer alguna cosa... pero no hay respuesta de su parte. Por lo que preparo algo sencillo: unos panes con jamón y un litro de jugo de duraznos. Tomo todo en una bandeja y los llevo a mi habitación. No me había dado cuenta de que estaba sólo en pantalones. ¿En qué momento se ha sacado su camisa? Hago caso omiso a eso y le ofrezco lo que llevaba de comer. Rápidamente se incorpora y empieza a desayunar. Enciendo la televisión y el dejo en el canal que estaba, unos de esos culturales o de historia de la humanidad, no lo recuerdo bien. Pero de pronto le pregunto que hace haciendo viendo ese canal para ancianos, por lo que tomo el control remoto y lo cambio. He escogido un canal infantil. Estaban dando “Las sombrías aventuras de Billy y Mandy” le confieso que soy uno de sus admiradores, a lo que él asiente con una positiva, ya que esos dibujos los veía con su bebe cuando se quedaban solos en casa. Después de comer dejo la bandeja a un costado y retiro las migas que han quedado entre las sábanas. Luego de unos instantes, al acomodarme nuevamente en la cama Ignacio me toma nuevamente por la cintura y se acomoda su cabeza sobre mi pecho, quedándose tan quieto como una estatua de mármol.

Han pasado más de cuarenta y cinco minutos y sigo pensando que es lo que le sucede. De pronto levanta su cabeza y me queda mirando a los ojos, acercándose rápidamente hacia mi rostro besándome los labios. Al reaccionar me doy cuenta de que mis pupilas están dilatadas, mi pulso ha aumentado y de que todos mis sentidos se han alertado, al igual que cuando uno tiene miedo. Justamente eso es lo que siento en estos momentos. Nunca me lo hubiera imaginado. ¡Ignacio ha tomado ventaja y me ha besado! Eso es lo que he deseado desde que lo he visto por primera vez en la universidad. Aquellas fantasías que experimentaba, cuando se iba después de realizar algún trabajo juntos en la casa de algún otro compañero en la cual teníamos que dormir juntos para poder pasar la noche luego de acabada la maqueta o bosquejo. Todas esas pajas en las cuales lo veía tocándome, besándome o hasta penetrándome se podían hacer realidad en este preciso momento.

Es verdad, correspondo aquel beso, pero luego de unos segundos alejo mi cabeza de Ignacio, pero el se acerca aún más. Toma mi mentón con una de sus manos y me vuelve a besar por lo que realmente de doy cuenta de que yo no he provocado esa situación. Sus besos son intensos. Me hace recordar a Andrés, pero no es lo mismo. Siento algo más de pasión oculta en sus actos, por lo que me dejo llevar por aquel instinto animal que tenía dormido hace bastante tiempo, o por qué no decirlo, desde la última vez que estuve con Andrés.

Me toma por sorpresa. Su erección es imponente, nada que no haya sentido antes. Realmente me desconcierta su actitud, pero a esta altura me da lo mismo, muerdo sus labios y responde con la misma o hasta una mayor intensidad en su acto. Mientras me acaricia se despoja de su pantalón y logro apreciar sus piernas, nuevamente cierro mis ojos. Siento como sus manos recorren mi cuerpo. Ignacio decide dejar mi boca y se apronta a mi cuello y pecho. Acaricio su cabello y espalda con mis manos, mientras se mueve de placer besando mi abdomen y bajando cada vez más hasta llegar a mi entrepierna. Le he tomado por el cuello con mis manos y lo he alzado nuevamente hasta dejarlo frente a mi rostro, por lo que se monta sobre mí, moviendo su pelvis con mesura. De pronto ágilmente logra arrancar mi camisa con sus manos dejando expuesto mi torso a su vista. Mientras mis manos tocan su espalda y vientre me es imposible no seguir acariciando sus nalgas y sexo, por lo que lo tomo y lo tumbo en la cama desgarrando su ropa interior de un solo movimiento. Ignacio se sigue moviendo, pero esta vez con mayor intensidad al sentir mi lengua acariciar tu pecho y parte de su espalda. De pronto nos vemos envueltos en una maraña de movimientos involuntarios que son terriblemente acordes a esa situación. Por lo que me doy cuenta de que es momento de actuar con todo el arsenal. Mientras me sigue besando y tocando estiro una de mis manos para sacar uno de los condones que están el mi velador. Al darse cuenta de esto, Ignacio me besa con mayor intensidad por lo que decido deponer mis movimientos.

Le he tomado con mis manos su cuello indicándole que se detenga mirándole a los ojos y haciendo un movimiento con mis labios, a lo que él se niega aumentando nuevamente sus movimientos de cadera por lo que decido actuar rápido tomándolo por la cintura y quitándolo de mi bulto con un movimiento fugaz. Es demasiado seguro de su propio accionar ante mí. Estira su brazo y busca el condón que he dejado hace unos segundos, por lo que tomo sus manos entrelazando nuestros dedos y haciéndolos hacia nuestros pechos. Nuevamente lo vuelvo a mirar y lo beso apasionadamente introduciendo mi lengua en su boca y finalmente mordiendo sus labios indicando el fin del beso, por lo que me queda mirando y refugiando y cabeza en mi pecho entendiendo lo sucedido.

Mientras toca una de mis orejas con uno de sus dedos, sigue acariciándome las mejillas, me mira a los ojos y de pronto lanza unas palabras: “¿Porqué no hemos hecho esto antes?” a lo que respondo con un simple: “No lo sé, pero siempre lo quise” por lo que se aferra aún más a mi cuerpo, que, a esa hora ya hace desnudo junto al de él. Mientras toco su espalda con movimientos circulares él araña mi abdomen en señal de no haber querido detenerse.

Después de diez minutos de no emitir comentarios el televisor sigue encendido. Siento como mis ojos comienzan a pesar quedándome traspuesto a las sensaciones que recorren mi cuerpo. De pronto siento como Ignacio se levanta dirigiéndose hacia el pasillo. Por lo que logro captar va caminando desnudo hacia la cocina, le miro por unos instantes. Al despertar nuevamente lo veo llegar con otra bandeja. En ella trae el almuerzo, pero para mi es solo el desayuno. Son más de la una de la tarde y para el común de la gente a esa hora deben comer. Es algo sencillo: un poco de spaghetti con un trozo de carne a la plancha y un jugo que mantenía en el refrigerador. Me incorporo en la cama y trato de vestirme. Ignacio me quita la ropa de las manos y la lanza lejos diciendo: “Si no vives con nadie más, atrévete a ser tu mismo, tal como lo he sido yo en estos momentos”. Quedo sorprendido por sus palabras por lo único que hago es recibir la bandeja con comida.

Después de comer y confesarme de lo que se ha dado cuenta, le abraso fuertemente, besándole la frete en señal paternal, rápidamente me vuelve a besar los labios, pero esta vez tomo cada uno de sus besos con mayor aceptación. De pronto le miro a le digo: “Por favor, quédate conmigo, por lo menos esta tarde. ¡Por favor Quédate conmigo!, No me hace bien estar solo. Sé que eso tú lo sabes muy bien. Sé que no me hace bien estar solo, y mucho menos ahora sabiendo que te tengo junto a mi, que ¡finalmente te tengo junto a mi! Aunque sea lo que queda del día, no me dejes solo. Es difícil despertar cada día no teniéndote a mi lado. Aunque sea lo que queda del día, no me dejes solo en este lugar que he construido con lo frío y oscuro de mi alma y de mi corazón” Ignacio ha quedado mirándome y sin decir una sola palabra me abraza fuertemente con sus brazos fornidos acercándome a su pecho y besando mi cuello. Luego de unos minutos sin sentir nada más que nuestra respiración me susurra al oído: “El aire de tu boca me corta el alma en mil trozos. ¡Yo que tú no debería confiaría!.. Ya que... tú olor ¡me vuelve loco! Hace encender mi flama. La cual se encontraba asfixiada, pero tú la vuelves a encenderla, haciendo hervir nuevamente mi sangre, al punto de desviarme de los mil caminos he había elegido, tomando solo uno... y ese eres tú”.