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Espero que les gusten las historias. Dejen su marca una vez leidas.

martes, abril 29, 2008

Vida 6: Automatismo.

Como ya se sabe uno se termina haciendo una rutina. Salir de la casa. Caminar, esperar a que el semáforo cambie a verde. Seguir caminando y doblar en la esquina. Esperar nuevamente el semáforo. No alcancé a cruzar. Bajar por el paseo peatonal. No hay nadie en las calles, excepto las personas que al igual que yo van mirando al suelo para no pisar una plasta de perro y saltando en las veredas para no caer y doblarse un pie en uno de esos hoyos que hay. El maldito alcalde no hace nada por taparlos, porque según él: “Eso le corresponde al MOP”. Sigo caminando. Empieza a sonar un semáforo para indicar que se puede caminar. Llego a la esquina. Las micros pasan llenas. Por la cresta debería haberme levantado más temprano. Me subo a una, con suerte alcanzo a pagarle al chofer. Voy de pies esperando que avance unas cuadras más allá para que se bajen los pingüinos. Logro avanzar un poco para poder sentarme. Saco el libro que comencé a leer hace mil años. Logro leer un par de páginas. Lo guardo y presiono el timbre para poder bajar. Sigo caminando. Mientras camino rumbo a la universidad. Al llegar me percato que aún falta que lleguen algunos compañeros. El resto ya esta en el tercer piso esperando entrar a clases. Mientas lo hacen conversan y tiran la talla a cualquiera que pesquen de punto. Por suerte esta vez yo no soy el afortunado.
Termina la clase. Conversamos del trabajo que hay que hacer. Para variar nadie sabe nada. Me pongo los audífonos y le subo el volumen para no escuchar nada más que mi música. Veo como me miran y mueven la boca. Al parecer me están hablando. Al sacarme el audífono y responderles con un “¡¿Qué?!” me responden: “Vamos a ir a la biblioteca ¿Vas con nosotros?” no me queda de otra, seguirlos hasta ese lugar, que de silencioso no tiene nada. Sigo escuchando mi música. Por fortuna nadie me ha dicho nada, bueno nadie excepto del desafortunado que estuvo de turno en el primer bloque. Me toca el hombro y dice algo más o menos así:
-¿Qué te pasa? – me pregunta con una voz muy baja.
-Nada... ¿Por qué, acaso debería pasarme algo? – le respondo con el mismo tono de voz.
-No por nada. Es que te vi en la mañana y estabas con una cara de 2 metros, bueno más de la que tienes todos los días al despertar.
-Mmmm, puede ser, solo que esta huevada me tiene chato. Para más cacha ahora tengo que ir a hacer un trabajo.
-Pero si es muy fácil – claro como él es con la matea del curso lo único que hace es prestar la casa.
-Me puedes ayudar. Por favor mándamelo al correo para compararlo con el mío. Después arreglamos como será el pago. Un pito, una cerveza o un completo. Tú elijes.
- Podrían ser las 3.
Último bloque. Ya queda menos. Después de almorzar chatarra en la porquería de casino que hay en la universidad, que según ellos es un casino saludable (Yo diría que ni si quiera alcanza para un kiosco de básica) aparte de caro y desaseado vuelvo a caminar rumbo a casa. Me despido de mis compañeros. El chico de turno de la mañana me invita a jugar pool con el resto. Le agradezco, pero no ando de ánimo. Cruzo la calle, ahora las micros pasan vacías. Al sentarme en el último asiento miro por la ventana y veo como van caminando rumbo al centro. Por la cresta, al Mp4 se le murió la batería. Escucho la radio que lleva puesta el chofer. Es la Carnaval. Me apesta esa radio, es tan fome. No me queda otra que mirar a la gente que va sentada más adelante. Pasamos por el mercado. La gente sube al por mayor. Por fortuna queda poco para bajarme. Eso sí que tengo que presionar el botón para la bajada como 3 cuadras antes. De lo contrario pasaré de largo.
En el servicentro ya me ubican. No me saludan con el típico “Buenas Noches”, si no que con un “Hola, ¿Qué vas a llevar?”. Pago mis cigarrillos y sigo caminando. Paso a comprar al negocio de barrio un par de panes, un tomate y una gelatina. Pago y sigo caminando. Esta subida me esta haciendo mierda los pies. Debería cambiar las zapatillas. Miro hacia delante y veo el colegio. Me llama la atención. Las ventanas de las salas están a la altura del piso por donde paso. Otras veces, cuando paso caminando en la tarde logro ver a los cabros chicos haciendo sus tareas o arreglando sus bolsos. Esta vez escucho como la profesora les grita a sus alumnos para que se queden quietos. En la sala que esta un poco más allá y también a la altura del suelo escucho a otra profesora diciéndoles a los mini-pingüinos: “Repeat after me: Door” los cabros chicos repiten “Door”. Que gran deducción la mía: Están en clases de ingles, no deben estar más allá de tercero básico. En fin. Sigo caminando. Paro en el en el kiosco de la esquina a leer los titulares de los diarios. La línea editorial que tienen es bastante diferente. Uno prioriza en su portada: “La importancia de la comunicación de los hermanos gemelos”, mientras que el otro habla sobre “La torturo y la mató con un crochet” el resto de los diarios capitalinos me importa una mierda. Total a ellos les da lo mismo lo que pasa en las regiones. Abro la reja. Sigo caminando y entro a mi casa. Que mal. No hay nadie. Enciendo la TV. Están pasando la novela. Mientras pongo el hervidor y preparo el tomate. Me siento a comer. Suena el fono. Es mi hermana. Quiere saber cuando voy a ir a visitarla. La verdad que con sus cambios hormonales me da hasta miedo ir. Al colgar me doy cuenta que ya me he comido el pan y el tomate. No me queda otra que encender un cigarro. Al apagarlo me voy a la pieza. Aquí adentro todo es más seguro, por lo menos para mí. Entro a la net a revisar el correo. Me mandaron el trabajo, voy a tener que conseguirme una máquina para poder pagar lo que debo. Me tiro un rato en la cama. Al despertar nuevamente estoy tapado con una frazada. Veo a m alrededor y ya no hay luces encendidas. Coloco el despertador y buenas noches los pastores, otra vez.
¡Mierda! me quedé dormido. No fui a clases.

Vida 5: Quehaceres.

Sábado por la noche... solo en casa, después de lo de ayer es preferible eso. Bueno aparte no me queda dinero. No para gastarlo en carretes. Pero en fin. Ya son casi la 1 de la mañana y aún no puedo creer lo que me pasa. Digamos que ayer los celos me atacaron de nuevo. Soy un estúpido al no confiar. Por lo menos hoy en la mañana cuando desperté me sirvió para reflexionar acerca del tema. Mientras me daba vueltas en la cama antes de levantarme pensaba en todas las cosas que tenía que hacer. La primera fue: ¿Qué hora es... quedarán pasajes para Calama? Luego de quedar en blanco por unos 10 segundos, reaccioné. Cada vez que estoy hasta más arriba del cuello arranco de mis problemas. Busco evadir lo que pasa. La forma de hacerlo es recurriendo al calor del hogar. Hogar, dulce hogar. Llegar me reconforta, sentir que estoy en mi verdadero territorio me causa una sensación de paz que inunda mi cerebro. Volver a lo cotidiano de mi propia familia me agrada bastante. Pero finalmente determine: no escaparé de los problemas, no esta vez.
Luego de levantarme y darme cuenta que el resto de los personajes aún dormían, comencé con mis quehaceres. Una larga lista que me iba a tomar toda una tarde. Eliminar las lágrimas de la noche anterior, tratar de disimular las ojeras a causa de lo anterior. Posteriormente verme al espejo para darme cuenta lo que realmente estaba frente a mí. Es decir: yo mismo. Cada vez más calvo (Contra la naturaleza no se puede luchar) las ojeras eran realmente gigantes. Luego de cepillar mis dientes y sacar las lagañas me puse manos a la obra. Colocar el hervidor, servirme un té con galletas de soda y lavar los platos, todo eso bajo la agradable compañía del televisor. A pesar de tener cable, me quedo con los canales nacionales. En ese minuto daban las noticias. Hablaban acerca de la ministra de educación. Como ya todos saben la enjuiciaron por no se qué cosa (ni tampoco me incumbe mucho). Terminé de lavar la loza y seguí con los quehaceres domésticos. Secar lo lavado, tender la cama, pasar la aspiradora en todo el departamento, sacar el polvo de los muebles, limpiar la mesa de vidrio ya que estaban todas las huellas digitales de los demás. Hasta que me empoderé de la función que estaba haciendo. Unos guantes amarillos y a limpiar el baño se ha dicho. Media hora después, luego de haber sacado las manchas de sarro y eliminar la basura, el objetivo se había cumplido. Luego el próximo: Lavar la ropa de la semana. Bueno tampoco es mucho, solo una carga. Pero esa carga lavarla a mano... ¡ni cagando! Así que opte por mover los recursos que tengo, o como dice la jefa: Debes gestionar todo lo que vas a hacer. Y así lo hice. Ordené en un bolso lo que tenia sucio, pedí las llaves del auto y partí. Simplemente me dejé caer. En la casa de mi amiga había asado. Entré y aproveche de llevar unas cosas que le había pedido prestadas, pero para sorpresa ella simplemente no estaba. Obligado a hablar con la tía. Como era de suponerse no me puso reparos. Puse la ropa en la lavadora, pero para cagarla me di cuenta que no llevaba el detergente, así que fui al negocio de la esquina a comprar uno. Al preguntar por el precio casi me sacaron los 2 ojos de la cara. 500 pesos por una caja pequeña de detergente, siendo que en el supermercado eso mismo cuesta un kilo. Pero la necesidad es más grande, y aparte no me iba a pegar un pique a comprar al súper. Ya de vuelta en la casa puse a correr el programa de lavado. Luego de eso me instalé y apropié del computador. Luego de revisar el correo y las Web de siempre me dedique a charlar con quienes estaban el línea. Solo unos pocos se dieron cuenta de mi presencia y solo a esos contactos que me hablaron les respondí. Me da lo mismo el resto, total solo se preocupan de uno cuando necesitan alguna cosa.
Mientras charlaba con los contactos la tía me ofreció un pedazo de carne asada y como a caballo regalado no se le mira el diente, la acepte encantado. Al masticarla me di cuenta que estaba deliciosa. Hacía más de 2 semanas que no comía carne (excepto en hamburguesas, vienesas y paté) mi cerebro se excitó demasiado. Era como haber tomado un café bien cargado y con mucha azúcar. Pero por otro lado estaba mi estómago, que después de no haber procesado ese tipo de carnes por mucho tiempo, me paso la cuenta. Los retorcijones me hacían pensar que iba a vomitar ahí mismo. Lamentablemente mi estómago se las tuvo que aguantar. Estaba tan muerto de hambre que mi cerebro mandó la señal: si no procesas te mueres. Y así fue. Después de darme cuenta que la lavadora había terminado su programa hace más de 30 minutos me desconecté de Internet tome el bolso y partí nuevamente a la lavandería. Saqué la ropa y me despedí de la tía. Ya en el auto camino al departamento me preguntaba que haría hoy en la noche. Pasé a comprar cigarrillos y una empanada. Al llega me di cuenta que no había nadie. Me preparé un té y me serví la empanada. Nuevamente comiendo solo. A esta altura de la vida me doy cuenta que: en estos casos la televisión es la única compañía que tengo. Tal como en estos momentos.
Acaba de sonar el celular. Quedé pegado en el techo como un gato cuándo lo asustan. Eres tú... “¿dónde estas?... ¿Que haces ahí?... ¿Quieres venir?... Umnn bueno si es así me llamas... cuídate... chao”. La verdad quiero verte, quiero aclarar las cosas. Pero me da miedo que te pueda pasar algo en el camino. Mientras pienso en ¿Qué hacer, pongo a calentar un poco de agua para un té o un café por si quieres beber algo cuándo llegues... o querrás jugo de damasco? Vuelve a sonar el celular: “Si, esa pasa por la esquina... no esa te deja más abajo... por último me llamas cuándo vengas en camino y te voy a buscar... OK chao” el colon llama, estoy muy nervioso. No quiero que te pase algo en el camino.
Cuando llegues no me saludaras con esa sonrisa que te caracteriza y con es animo que contagia. Los ánimos están caldeados. Al igual que yo. Ni si quiera me bañe luego haber hecho el aseo y haber llevado a lavar la ropa. Que vergüenza. Ni si quiera había pensado en eso. Antes no era así. Me he dejado estar ya no me arreglo para ti. No como lo hacia antes. Bueno tampoco soy tan pretencioso como en los años dorados de la tía carlina. Ya deje las tablas hace bastante rato. El celular nuevamente, pero esta vez es más corto: “¿Ya vienes para acá?... me avisas cuando estés cerca para bajar... Chao”. Apago el televisor. No lo estaba viendo. Estaba en silencio, solo apreciaba los rayos de luz que rebotaban el la pared. Le subo un poco el volumen a la música que está sonando. Voy a pieza a buscar un polerón para salir a penas me llames. Enciendo un cigarrillo y espero.

Vida 4: Matemáticas. Sustracciones.

Después de aquella noche no sé que más pensar... ¿habré hecho bien con no ir a la disco? Bueno supongo que si. Después de todo me quede en casa, tranquilo y no gaste tanto dinero como aquellos que fueron. Sin embargo me perdí tu compañía que por lo demás es muy reconfortable. Pero aún así estando juntos ya no nos llevamos tan bien como antes. Si ni si quiera sabemos bailar juntos. No escuchamos la misma música, no vemos las mismas películas y para que hablar de los gustos en cine. Tú dices terror, yo digo comedia. Con eso basta y sobra. De esa manera quién puede seguir. Ya serán 4 años y aún seguimos con la misma parada de antes. Seguimos conociéndonos y reconociéndonos cada vez que nos vemos. Que un chocolate. Que un dulce. Con esas cosas tan sencillas te conquisto cada vez más, pero con un “Hola” en un mal tono derrumba toda la pared que colocamos ante los demás. Desde ese momento vuelta a crear los cimientos para comenzar nuevamente con el ciclo que mantenemos en una forma tan cómplice entre tú y yo.
En la vida cotidiana no nos vemos tanto como podemos o mejor dicho como queremos, es algo simple de entender para mí. La ecuación no es muy compleja. Orgullo más rencor más venganza es igual a un desequilibrio mental desde el punto de vista de donde lo vean. Puede sonar redundante eso último, pero es así. De todas maneras esa química ecuacional me gusta descifrarla. Soy un pendejo.

jueves, abril 17, 2008

Vida 3: Ilusionista, Encantamientos.

Dicen que la vida del estudiante no es nada de fácil: los libros, cuadernos, trabajos, pruebas y para más cagarla la dueña de la pensión, a cual es una avara si de dinero se trata. Sobre todo con esa mierda de comida que prepara. Uno simplemente opta por gastar ese dinerillo en algunos manjares que a la larga lo hacen a uno... un poco “adicto”. Si hablo de la chatarra, cigarros y la cerveza. Puede faltar dinero para las fotocopias, pero para los vicios siempre queda alguna chaucha.
Todo lo anterior ya lo he pasado en algún momento (creo) pero en estos momentos estoy un poco más tranquilo. Aunque de todas maneras uno tiene sus altibajos. En este caso es un miedo ¿Miedo a qué? Aún no lo sé. Según algunas personas algunos conocidos (que son medios esotéricos) me dicen que sufro de una inestabilidad debido a que soy cáncer pero con mucha influencia de géminis. No los pesco mucho, no creo en esas cosas, pero a lo mejor tienen razón en algunas cosas. Soy inestable, pero a eso yo le agregaría algunos otros términos: Inseguro, obsesivo, compulsivo, controlador, manipulador entre tantos otros calificativos. Estoy bien sabiendo que lo reconozco. Pero estando en unos de los paseos del microbús desde la universidad a mi hogar me di cuenta que soy un soñador, uso bastante imaginación y tengo potencial con eso (me lo dijo la Claudia) pero eso juega en contra en algunas ocasiones. Sobre todo cuando conozco a nuevas personas, trato de no hacerlo, pero es innato. Sobre todo cuando hay una buena química, sobre todo cuando hay esas miradas que a uno lo hacen cómplice de si mismo hacia los demás.
Es extraño ya que varias veces ha pasado en este último tiempo, no sé si es por que uno viene a reencontrarse con los que ve en el resto del año, (Compañeros y colegas), pero con un poco más de confianza. Uno piensa: esta vez la hago. Pero ¿hacer qué? Todo lo que uno o logró el semestre pasado, eso claro está. Es más que eso, vencer los temores del qué dirán o el qué pensaran. A esta altura ya da lo mismo total sigo con el encantamiento de la ilusión del que aún no me terminan de conocer. Hay algo más en mí. Y la palabra está escrita un poco más arriba.
Me dejaré de encantar si solo me sabes observar, usa tus 6 sentidos y seguiremos con esta ilusión, la química que hay en nosotros puede aumentar más todavía, pero déjame mostrarte primero como soy, si te interesa me lo dices, si no es así, también dímelo para apagar la ilusión y el encanto que siento por ti.