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Espero que les gusten las historias. Dejen su marca una vez leidas.

miércoles, noviembre 18, 2009

Capítulo 14: Junta.

Abro los ojos, he soñado contigo, aún siento tu aroma. Me siento en la cama, veo la bandeja en el suelo por lo que la voy a dejar a la cocina, ni si quiera sé qué hora es, por lo que tomo mi celular, ya es de tarde, esta oscureciendo y yo recién despertando. Hay una llamada perdida. Ni si quiera escuché que sonara el teléfono. El número me es conocido... es Ignacio, por lo que lo llamo de vuelta. Conversamos un poco me dice que “se juntarán en un par de horas más con los demás compañeros de curso y necesita saber si asistiré” a lo que respondo con una afirmativa. Preparo algo para comer, mienta se cocina el arroz ordeno el cuchitril. Al terminar la comida me ducho y salgo rumbo al encuentro con los demás compañeros. Es en un restaurante de conocida trayectoria. Antes de entrar llamo a Ignacio para saber dónde está. Me dice que a una cuadra, por lo que decido esperarlo. Me saluda y me pregunta “si estoy bien” a Ignacio no lo puedo engañar, él me conoce lo suficiente. Le explico mi problema de sueño, por lo que me recomienda un psicólogo, es amigo de él. Me entrega su tarjeta y entramos al restaurante. Saludo a los demás, sus caras están más arrugadas de lo que imaginé. La gran mayoría ya están casados o tienen hijos, un pequeño porcentaje nos mantenemos como antes. Me siento al lado de Ignacio, es momento de hablar de mi gran problema con el sueño. Luego de un poco de cháchara para recordar las anécdotas que vivimos en la universidad los garzones traen el fuerte de la casa: vinos y tablas de quesos. La mezcla es fantástica, pasan los minutos, ya es tarde y momento de volver a casa. Decido ser el primero en marcharme, me voy caminando. Llevo unas 3 cuadras y el celular vibra, nuevamente es Ignacio, desea que lo espere, me comenta que los jugosos de siempre han empezado a hacer su show pobre y no desea verlo. Me siento en una banca, llega rápidamente, me comenta que no soporta a los demás y que solo rescata a algunos del grupo, pero que como se dejan influenciar por los jugosos decidió marcharse también. Me propone que compremos algo y que vayamos a mi departamento, la idea no es mala por lo que pasamos a una botillería, seguimos con la tónica del vino, son 4 botellas en total. Esta noche será muy larga y de muchos recuerdos. Al entrar en el departamento dejamos las botellas en la mesa, saco unas copas de cristal y el sacacorchos que justamente me regaló Ignacio para uno de mis cumpleaños. Descorchamos la primera botella y hablamos de la vida. Enciendo la música y nos sentamos en el living. Dejamos que los matices del tinto hagan su efecto. Saco un juego de naipes ingleses y mientras revuelvo las cartas Ignacio decide que juguemos al “tele” no lo recordaba, pero ese juego era para pasar el momento cuando teníamos alguna ventana en el horario de clases. Pasan 5 juegos e Ignacio decide hablar de algunas cosas que han quedado pendientes. Me confiesa que ya no está con su mujer, se ha divorciado, lamentablemente no entra en más detalles, sólo que la custodia de su bebé la tiene ella. De pronto se pone de pie y se dirige hacia el equipo de música, revisa los discos y coloca uno: Café del Mar Volumen 4. Ignacio sube el volumen y se vuelve a sentar. Yo lo miro detenidamente, algo más le pasa, no sé que es, pero me doy cuenta por sus ojos. Tomo y alzo la copa: “Salud viejo, por la soltería y por los viejos tiempos” el sonido de las copas se hace presente. Voy camino a la cocina, las botellas vacías ya están estorbando en la mesa por lo que las dejo en el depósito de basura. Al regresar Ignacio no está en el living, lo llamo, peo no responde. Espero que no me haga la que hacia antes: Simplemente desaparecer del lugar. Golpeo la puerta del baño de invitados... no hay respuesta. Lo llamo a su celular, por lo menos el sonido es dentro del departamento, camino en busca de él, está en mi habitación tirado sobre la cama muerto de curado. Le saco los zapatos y el cinturón, nuevamente de acuerdo de la ciudad X cuando estaba con Andrés. Yo hago lo mismo, me quito los zapatos, el cinturón y los artilugios varios con los que ando en los bolsillos, los dejo en el velador. Mientras me acuesto en la cama Ignacio se acomoda de lado, escucho un balbuceo que no logro entender muy bien. Apago la luz e Ignacio sigue hablando en clave de curado. Me acomodo para poder dormir y de repente Ignacio levanta la cabeza y dice: “Gracias por escucharme” le respondo con un “De nada, gracias a ti por confiar en mí, ahora duérmete” le doy un beso en la frente y se queda dormido. Por mi parte haré lo mismo, dormir.

domingo, noviembre 08, 2009

Capítulo 13:Insomnio.

Mientras a algunos les queda poco tiempo para comenzar la semana, y este día, yo sigo tratando d quedarme dormido. Ya he escuchado el despertador de los demás habitantes de este sitio. Lentamente los primeros rayos de luz comienzan a invadir el cielo. A esta hora ya no hace tanto frío, pero yo me congelo al saber que estoy nuevamente sólo en la habitación. Los perros ladran y los gallos cantan anunciando que ya es hora de cerrar las cortinas y las ventanas. El bullicio de la ciudad ya ha empezado a entorpecer mi agobiada cabeza, que sigue pensando en los hechos de hace unos momentos atrás. He salido a trotar para despejarme un rato. La música de mi reproductor es la misma de todos los trotes de esta semana... o por lo menos de la semana pasada, ya es lunes. Mientras daba mi paseo nocturno he llegado un poco más lejos. A pesar de no conocer esta ciudad ya se me está haciendo familiar. Me llama la atención que la gente aquí realmente disfruta de las playas. Están iluminadas, debe ser por el verano. Al llegar al balneario me he tirado sobre la arena. Puedo ver como algunas personas se bañan bajo la magia de un cielo despejado y una luna llena que resplandece en todo su ser. Dejo colgando los audífonos sobre mis orejas. El sonido del agua invade mis tímpanos y se cuela hasta mi piel, la que se eriza ante el golpe de las olas. Comienza a sonar “Home – Depeche Mode” inmediatamente vuelvo a su posición uno de los audífonos. Él tema me recuerda la ciudad X, una de las escenas que grabamos para el cortometraje en una estación del tren. Siento un nudo en la garganta, extrañamente deseo volver a casa. Mientras me pongo de pie siento que mi vista se nubla, estoy mareado, bajo la cabeza y respiro más hondo. Trato de caminar rápido. El estómago se me revuelve. El asco que siento aumenta ¿Qué es lo que me está pasado? al respirar más profundo y después de unos minutos la sensación se va. Tomo nuevamente velocidad en mi trote. No hay nadie en las calles, tampoco hay nadie en casa. Estoy solo, sin nadie más a mí alrededor. La energía que he acumulado ya debe haber superado mis límites. Comienzo a correr. Rápido, cada vez más rápido. El pulso acelerado, la respiración cortada. Es poco tiempo el que queda allá afuera ¡debo llegar a casa! Esta energía aún no se disipa, el tiempo está por terminar... he llegado, al fin he llegado. Vuelvo a saludar al conserje, subo por las escaleras. Saco las llaves y abro la puerta, dejo el reproductor sobre la mesa. Mientras camino a mi habitación me saco la ropa y la tiro donde caiga. Enciendo el televisor y me meto a la ducha. El agua está helada. Necesito calmarme. Bajo el chorro frío mi mandíbula tirita haciendo sonar mis dientes, lentamente el letargo me ha anestesiado. Salgo de la ducha estilando, el piso ha quedado mojado. Con las manos en el lavamanos y la cabeza agacha veo como caen las gotas de mi cuerpo. Levanto la mirada, me veo en el espejo, la luz del baño no ayuda mucho para darme cuenta. Sacudo mi mano, apago la luz y me tiro sobre la cama. El aire acondicionado hace que mis manos vuelvan a estar rosadas. La temperatura aumenta nuevamente y el calor termina por secar mi cuerpo. La televisión ofrece muchos canales, pero ninguno de mi interés por lo que la dejo en silencio y enciendo el equipo de música. Por lo general a esta hora la radio Horizonte puede ofrecer algo más, por lo que subo un poco más el volumen. Los habitantes de los departamentos vecinos están de vacaciones, según lo que me ha dicho el conserje, por lo que el piso está solo para mí. Podría hacer una fiesta y nadie reclamaría, lamentablemente no hay nadie a quien invitar a la celebración. Voy a la cocina y preparo una infusión, de esas que aseguran que “Podrás dormir plácidamente” ¡Ja, patrañas! un palo en la cabeza sería mucho más fácil. La hago acompañar por una tostada con mermelada. Deposito todo en una bandeja y vuelvo a mi habitación. Mientras tomo el “Desayuno” pienso y creo que debería ir a algún especialista, esto de vivir de noche no me está haciendo para nada bien. Si viajara a China no tendría problemas con el cambio de horario, lamentablemente estoy en Chile y el próximo viaje a Europa o Asia será en un par de años más. Termino de merendar y dejo la bandeja en el suelo. Nuevamente le doy importancia a la televisión, han comenzado las noticias, esto es lo único que me tiene informado, pero de lo que ha ocurrido el día anterior, por lo que apago el equipo y subo el volumen al TV. La bolsa de valores está en alza, eso dicen en los titulares, esto me conviene, la empresa la tengo un poco botada, que más da, para eso están los asesores, que ellos se encarguen, total si algo malo pasa, deberán llamarme. Los ojos han empezado a pesar, al fin me voy a dormir, mejor apago el televisor y me acuesto bajo el plumón.

miércoles, julio 15, 2009

Capítulo 12: Susto.

Al volver, Andrés enciende la televisión... lo único que hay en la pantalla es un video clip de “Daddy Yankee, Llamado de Emergencia”. Claro está que no le agrada mucho el Reggaeton. Pero a esa hora no dan más en la TV. Las sirenas de la que suenan en el video coinciden con la realidad. A su vez van pasando las ambulancias a buscar a alguna víctima de algún accidente, lo que le hace acordar alguna etapa en su infancia, pero esta vez las sirena suenan más fuerte... algo ha pasado y realmente no sabe bien lo que es, hasta que se da cuenta de que en esas sirenas hay algo. Algo que él cree saber lo que es... son las llamadas que nunca esperó. Hay alguien de los suyos en problemas, pero lamentablemente no sabe quién, por lo que recurre inmediatamente a su celular, por lo que sin pensarlo llama a su madre. Ella contesta de inmediato para confirmar su temor, es uno de sus familiares que ha sufrido un accidente. Las corazonadas que siente Andrés no son frecuentes, pero cuando algo le late es bastante fuerte. Esta capacidad extrasensorial la ha heredado de su abuela materna y es uno de los pocos nietos que la posee. Sin pensarlo se lo dice a Gustavo, lo despierta y él decide llamar a un radio taxi para que los lleve hasta la casa de sus supuestos suegros. Una vez aclarada la situación se dirigen hasta la casa de aquel afectado, no ha muerto, pero está grave. A Andrés le preocupa más la situación de su madre, es su hermano quien ha resultado trágicamente herido en un accidente laboral.

En la casa del tío de Andrés el caos está por doquier, su tía ya se encuentra en el hospital junto a su hijo mayor quien tiene la misma edad de Andrés, pero resto de los hermanos, tres más, solo lloran en cada rincón de la casa, el mas pequeño tiene casi cuatro años y no entiende muy bien la situación, solo ha visto cómo su madre se ha echado a las lagrimas después de una llamada telefónica. Es eso lo que precisamente le ha causado su llanto, el ver a su madre llorar. Algunos vecinos de los afectados también se encuentran en la casa. Ellos hablan con la madre de Andrés para explicarles un poco más la situación, luego de esto rápidamente también se va al hospital para hacerle compañía a su cuñada y sobrino en compañía de su esposo. Gustavo le sugiere a Andrés quedarse en la casa para hacerles compañía a sus primos. Trata de calmarlos llevándolos a la pieza de los juguetes. Es una habitación bastante amplia en la cual los pequeños primos juegan y hacen algunas de sus tareas. Un televisor plasma está incrustado en la pared y debajo de éste hay un Nintendo Wii por lo que le dice a sus primos que jueguen un rato para que esperen alguna noticia de su padre.

Mientras tanto Gustavo hierve un poco de agua en la cocina para servirles un café al resto de los adultos que están en casa. Él ya ha pasado por esta situación en el pasado y ya sabe que hacer en estos momentos. Al llevar la bandeja con las tazas y el agua caliente al comedor los vecinos hablan de sus propias historias cercanas a la muerte. Gustavo escucha con atención las opiniones de cada uno de los vecinos, él no tiene mucho de que hablar con ellos, por lo demás nunca los ha visto en toda su vida y tampoco conoce muy de cerca al tío de Andrés, excepto por algunos comentarios que ha hecho respecto a él. Una vez servidas las tazas nuevamente va a la cocina, ahí lo espera Andrés sentado en uno de los mesones, con los hombros caídos y la mirada perdida en el suelo. Gustavo le levanta el mentón con una de sus manos y le dice: “Tranquilo, todo va a estar bien” justo en ese momento Andrés se larga a llorar en los brazos de Gustavo. Se echa la culpa por tener el don de su abuela y no poder manejar la situación. Mientras Gustavo le soba la espalda y acaricia la cabeza aparece el primo más pequeño en la cocina. Rápidamente la pareja se separa y Andrés salta del mesón al suelo para saber que es lo que necesita el niño. Le dice que tiene sueño y que quiere dormir. No es para menos, ya son más de las tres de la mañana por lo que lo lleva a su habitación, luego de cambiarle arroparlo y asegurarse que está dormido manda a sus otros primos a dormir, se preocupa mucho más por el pequeño. Le agrada como es y por lo mismo es uno de sus primos chicos preferidos. Cuando toda la tropa está dormida Andrés baja hasta el primer piso para hacer una llamada a su madre, ella no le contesta por lo que supone estar aún esperando hablar con el médico. Al darse cuenta la casa está en silencio, los vecinos se han marchado y Gustavo está tirado y durmiendo sobre uno de los sillones del living Andrés vuelve a subir las escaleras para buscar una manta y así poder evitar que Gustavo se resfríe. Ya acomodados los dos sobre el sillón y tapados para evitar el frío Gustavo acaricia la cabeza de Andrés, generalmente esto lo tranquiliza, al hacerlo le dice suavemente “Trata de dormir un ratito aunque sea, mañana va a ser un día bastante agotador”.

Andrés al despertar se encuentra solo en el sillón. Gustavo está en la pieza de los juegos haciendo reír a los tres primos que aun están en pijama. Están desayunados y bastante tranquilos, sobre todo el más pequeño. Al mirar la situación, da la sensación que aquí no ha pasado absolutamente nada. Andrés aprecia la dedicación que posee Gustavo para encantar a los más pequeños o como dice él: “Tiene como un aura, un ángel con los cabos chicos” esta misma dedicación se la ha demostrado a medida que se han ido conociendo y más dedicación es una pasión que inunda a Andrés y es eso precisamente lo que le gusta.

A eso de las nueve de la mañana llegan los familiares desde el hospital. Resultó ser que el tío de Andrés fue trasladado de un lugar a otro, finalmente fue dejado en la mutual del trabajador para seguir el tratamiento médico, afortunadamente no está en peligro y no pasó más allá de varios huesos quebrados y un gran susto para toda su familia. Todos les dan las gracias a él y a Gustavo por haberse hecho cargo de los más pequeños y haber mantenido la situación controlada. Luego de unos momentos Gustavo y Andrés se retiran para volver al departamento, están cansadísimos y lo único que desean es dormir en una cama cómoda.

martes, mayo 05, 2009

Capítulo 11: Cosecha.

Aún quedan algunos rayos de luz natural que iluminan el cielo para dar paso a los rayos artificiales de la energía eléctrica. Gustavo y Andrés ven pasar por la ventana del taxi a todas esas personas que salen de sus trabajos o que van ingresando para algún turno de noche. A medida que van avanzando por las calles, Andrés se siente bastante ansioso al saber que conocerá el hábitat natural de Gustavo. El departamento queda en el sector nororiente de la ciudad. Andrés, las pocas veces que ha andado por esos sectores ha sido para acompañar a su padre a dejar a algunos colegas o por alguna fiesta de alguno de sus compañeros más acomodados. Si bien conoce el plano de la cuidad, no conoce todas las calles y menos la “Belleza Humana” del sector. Siente que hasta el aire es mejor en ese lugar, inspira un poco de aire para refrescar sus pulmones y exhala lentamente. Gustavo lo queda mirando con una cara de asombro – ¿Conocías este sector? – Pregunta Gustavo, a lo que Andrés responde – A pesar de que nací acá no conozco mucho este lado... es bastante hermoso, sobre todo los edificios nuevos – Andrés sigue mirando por la ventana. En la radio suena “Good People de Jack Jonson” a Gustavo le gusta ese interprete, cree que el título del tema es apropiado para la situación. Ambos son buenas personas de esencia. No podrá terminar de escuchar el tema, la próxima esquina es su parada, por lo que le anuncia al chofer. Una vez detenido el auto y terminar de pagar la carrera Gustavo conduce a Andrés al interior de un edificio. Luego de saludar al conserje y solicitar la correspondencia caminan hacia uno de los seis ascensores que tiene aquel edificio. Todo parece muy lujoso para Andrés. Está sorprendido al conocer a un tipo como Gustavo. Al salir del departamento caminan por uno de los tres pasillos. El departamento es uno de los últimos. Al ingresar lo único que suena son sus pasos y el ruido del refrigerador. Gustavo de inmediato comienza a abrir ventanas para ventilar un poco aquel lugar, mientras Andrés lo espera sentado en el living contemplando los chiches que hay en la mesa de centro, luego se pone de pie para dar paso a su curiosidad, por lo que se dirige a la cocina, que es tipo americana, con incrustaciones de mármol y aparadores incluidos, al bajar la mirada por uno de los costados del refrigerador se encuentra con una pila de ladrillos ahuecados de forma cilíndrica. Los primeros no tienen nada, pero los de más abajo presentan unas botellas de vino. Es una especie de enoteca casera. Las botellas están llenas de polvo, por lo que da la sensación de despreocupación del lugar. Gustavo observa en silencio los movimientos de Andrés: va a pasar uno de sus dedos sobre el polvo de una de las botellas de vino. Justo antes de hacerlo Gustavo interrumpe. Andrés pega un pequeño salto al escuchar la voz de Gustavo.

-Si tocas una... te la tendrás que tomar – Advierte Gustavo.
-Una copa de vino es muy buena para la salud, pero una botella es muy mala para la caña – Responde Andrés para dar paso a la risa de Gustavo.
-Por lo que dices no te gusta mucho el vino.
-La verdad es que no mucho, pero si hay que tomar vino, se toma vino no más – Se insinúa Andrés y pasa uno de sus dedos por una de las botellas – ¡Éste entonces!.

Gustavo lo mira con cara de sorprendido al darse cuenta que su advertencia fue doblegada por Andrés por lo que se acerca a él y lo besa en la mejilla. Estira su mano y saca la botella seleccionada por Andrés. Mientras Gustavo limpia la botella, Andrés saca dos grandes copas de cristal y las lleva al living. Detrás de él viene el dueño de casa con la botella en una de sus manos y una caja. Al sentarse deja la botella en la mesa y procede a abrir la caja de madera, en su interior hay un juego completo para el vino.

-Al parecer a ti te gusta bastante el vino – dice Andrés mirando la caja de madera.
-Digamos que sé bastante de eso y me gusta disfrutarlo – Gustavo toma cada uno de los instrumentos y los pone sobre la mesa, luego comienza con su ritual de descorche y la posterior degustación del líquido – Veamos cómo es tu mano para elegir el vino...
-Estos vinos deben tener alguna cosa especial como para que estén con una capa de polvo encima ¿O me equivoco?
-No te equivocas para nada... mmm ¡pero que vino tan rico has escogido... pruébalo, sírvete no más! Este vino si mal no recuerdo... por la etiqueta debe tener más de quince años. Es uno de los que me dejó mi abuelo cuando estaba vivo.
-La verdad es que está bastante bueno, yo no sé mucho de vinos, pero ni comparado con los vinos que he tomado antes. Tiene sabor como a madera.

A medida que van pasando los minutos la pareja habla solamente del vino, Andrés y Gustavo comparten sus propias historias y vivencias con el vino. Se dan cuenta que ese licor fue justamente uno de los que produjo una de sus primeras resaca juntos por lo que ríen bastante, pero a esa altura ya no queda ni una sola gota, ni en los vasos, ni en la botella por lo que Gustavo decide descorchar una más. Mientras van saliendo otros temas toma Gustavo trae desde su habitación un baraja de naipes y se ponen a jugar “Al Rápido”, pero con las reglas que Andrés ha impuesto “Cada vez que uno de los dos pierda una jugada se quitará una prenda” al finalizar la segunda botella ambos se encuentran prácticamente desnudos y bastante agitados por el juego. Solo falta que uno de los dos tome la iniciativa. Andrés toma a Gustavo por el cuello para desatar una ola de movimientos que los hace terminar follando sobre uno de los sillones del living en el departamento. Esta vez no hay nadie que los moleste o vaya a interrumpir por lo que tienen sexo desenfrenado y sin tabúes.

martes, abril 28, 2009

Capítulo 10: Predicciones.

Las grabaciones han concluido y los tórtolos caminan hacia el Terminal de buses, el regreso a la ciudad de origen es en un par de minutos, por lo que apresuran un poco el paso par no llegar tarde. Antes de subir al bus Gustavo compra un agua mineral y Andrés un néctar para el camino. Mientras esperan a que el bus se termine de estacionar en el andén Gustavo se percata de una coincidencia: la tripulación es la misma que los llevó hasta donde están parados.

Andrés mira por la ventana esperando con ansias el llegar luego a su casa. A pesar de que la ha pasado bien, extraña a su familia, aunque sea un poco distinta. Seguramente su pieza ha sido invadida por su madre para instalar a los invitados de verano. Sabe muy bien que lo estarán esperando con algo para almorzar y luego lanzarse a hacer aquella sobremesa que puede durar horas, en la cual recuerdan tiempos pasados, cuando sus padres y tíos eran mas jóvenes. Le agrada escuchar esas historias una y otra vez, pero de ahí a estar viviendo bajo el mismo techo que sus primos y tíos... la cosa cambia bastante. Le preguntarán acerca de sus estudios y trabajos, para luego compararlo con los demás primos y primas de su misma edad. Y lo que es mucho peor le preguntarán acerca de sus “ponceos y pololas”. Para Andrés la cosa es obvia, detesta hablar de eso con sus parientes, es más le carga la idea. “Como no logran darse cuenta” – piensa Andrés – pero sus tíos siempre le dicen lo mismo “Nunca has presentado a alguna amiguita, siempre te vemos con puros amiguitos, no vaya a ser que estés mirando para el otro lado” A Andrés le dan ganas de gritarles en la cara “Señora, señor, por favor entienda ¡Nunca me verá con alguna amiguita, solo con puras amiguis, y por favor deje de hincharme las pelotas y preocúpese de los dramas que tiene su propia familia” Gustavo ríe al escuchar hablar a Andrés así de su familia. Le pregunta cómo son, para deducir que eso pasa en todas las familias, por lo que le aconseja tener paciencia.

Andrés le pide el libro a Gustavo para poder distraerse de lo que le esperará en casa. Mientras avanza rápido en la lectura e imagina las situaciones de los personajes del libro, recuerda una situación parecida le leyó en algún portal de la Net: “Boys, de Benjamín Maladroit” la historia de un joven estudiante de derecho que cuenta las aventuras vividas por él, su novio y su amigo. Luego de eso se le ocurre una idea: Invitará a Gustavo a conocer a su familia, así podrían comer gratis, aprovecharse de la situación y arrancarse de inmediato al sur. A la hora que llegarían a su casa, su padre y sus tíos ya estarán con algunas copas en el cuerpo por lo que será más fácil pedirle permiso a su padre y bolsearle algo de dinero a sus tíos. Convencería a su madre diciendo “Podrías aprovechar de usar el espacio que voy a dejar en la casa para que las visitas se sientan mas cómodas” mientras sus tías incentivaran a su padre para que le de permiso a su sobrino. Gustavo no puede creer lo descarado que puede llegar a ser Andrés con tal de no estar en su casa mientras hayan visitas, pero lo entiende completamente por lo que accede a acompañarlo a su casa, así podría conocer más de cerca a Andrés.

Al entrar en la casa su madre es la primera en saludarlo, para dar paso a su crítica. Mientras se arregla un poco el pelo lo reta por no haber avisado que llevaría a un invitado a comer. Gustavo se presenta como un simplemente un colega de las grabaciones. Después de la parafernalia de saludar al lote familiar Andrés le pide a Gustavo que lo acompañe a su habitación para descargarse de algunas cosas del viaje y dejar preparado el bolso para llegar y salir en unas horas más.

Como era costumbre, la sobremesa fue hasta las siete p.m. Como lo predijo Andrés: Han preguntado por su vida, tiene el permiso de sus padres y el dinero de sus tíos, no queda otra más que echarse a volar. Antes una escala lo llevará a conocer el mundo de Gustavo. Aquí nadie los recibirá con abrazos ni preguntas, solo el ruido del refrigerador y los pasos que den al entrar a su departamento.

miércoles, abril 15, 2009

Capítulo 9: Príncipes Fogosos.

Andrés despierta agobiado por el calor, Gustavo lo abraza lentamente, Andrés haciéndose el dormido se acerca de a poco soltando una respiración profunda, esto da paso a que Gustavo se acerque aún más hasta tener su rostro pegado al pechote Andrés, sus pelos se erizan en forma inmediata. Gustavo comienza a besar su cuello pacíficamente. Sólo esa acción gatilló una acción inesperada por Andrés. Instintivamente su cuello se estira para que Gustavo lo siga recorriendo. Andrés dobla uno de sus bazos, el cual se acerca a la cabeza y con su mano comienza a acariciar los cabellos de Gustavo. En un principio son solo los labios de Gustavo los que juegan el en cuerpo de Andrés, luego sigue su lengua. Finalmente alcanza la boca de Andrés, para él los besos son exquisitos por lo que sigue besándolo y tocando su cuello, esto estimula más a Gustavo, por lo que los besos se hacen más apasionados e intensos. La música ha cambiado, ahora suena el disco: “OK Computer, de Radiohead” las melodías acentúan la fogosidad de lo que se lleva a cabo tras esas cuatro paredes. Los torsos desnudos de cada uno sueltan las gotas de sudor que mojan las almohadas. Sus manos se vuelven un solo puño inseparable. Las caricias y los besos son más efusivos y profundos. Gustavo se incorpora y se coloca sobre Andrés, luego comienza a deslizar su lengua por su pecho estimulando el tacto de Andrés. Es como si estuviera leyendo el braile de su cuerpo con su lengua. Andrés suelta algunos movimientos involuntarios llamados por el placer que le produce Gustavo, mientras él araña la espalda de su compañero Gustavo sigue leyendo hasta llegar al ombligo hasta que... algo le detiene, es un botón, por lo que acerca una de sus manos para sacarlo del ojal, mientras intenta hacerlo se da cuenta de la hombría de Andrés, por lo que lo queda mirando a los ojos, suelta una sonrisa maliciosa, con la lengua entresacada y levanta una de sus cejas. Esto hace sonrojar a Andrés por lo que lo toma del mentón y lo vuelve desde su ombligo hasta quedar frente a su rostro, cierra sus ojos y lo besa en los labios. Gustavo vuelve al lado de Andrés y continúan besándose por varios minutos hasta que la fogosidad empieza a disminuir de a poco.

Gustavo se encuentra boca abajo con los brazos doblados mirando a Andrés, él se encuentra de espalda con una de sus piernas dobladas, con una de sus manos acaricia las mejillas de Gustavo, esto le agrada y cierra los ojos moviendo la cabeza como un pequeño gato. Las plegarias de Andrés han sido escuchadas. Desafortunadamente no pensó en lo que sucedería después. Gustavo tararea una de las melodías que suena hasta que lanza una pregunta:

-¿Qué harás después que terminemos las grabaciones? – dice mientras se acerca un poco.
-Umn cobrar mi sueldo y volver – se demora un poco en contestar.
-¿Volver a dónde?
-A mi casa ¿y tú?
-Yo volveré al sur, tengo que supervisar algunas cosas.
-Supervisar algunas cosas ¿cosas como qué?
-Algunos envíos y compras que realicé antes de venir.
-Entiendo... ¿y el resto del verano que harás?
-No lo sé, quizás viajar.
-Quién como tú. En cambio yo tendré que soportar a algunos familiares que están de vacaciones en mi casa. Después tengo que ver la toma de ramos, talleres y prácticas.
-Eso es lo bueno de vivir solo, no debes darles explicaciones a nadie... ¿tus viejos son muy exigentes contigo?
-En algunas ocasiones, pero en general son bastante relajados, lo único que más me exigen es que termine luego de estudiar.

A Gustavo se le pasan algunas ideas por la cabeza, pero no sabe si decirlas o no, a lo mejor Andrés podría tomarlas a mal o como un descaro de su parte.

-Oye – dice Gustavo.
-Dime.
-Umnn... no mejor no, no he dicho nada.
-Ya pues, dime, ¿Qué onda?
-No nada.
-No seas así, dime lo que ibas a decir, no me dejes con la incertidumbre, aparte me carga que hagan eso, si tienes algo que decirlo simplemente dilo – dice Andrés en un tomo más serio.
-Es que... estaba pensando una cosa, no sé como la vayas a tomar, pero en fin en pedir no hay engaño.
-En eso tienes razón, en pedir no hay engaño, por lo tanto, dímelo.
-¿Estas seguro que quieres irte a tu casa y aburrirte y soportar a tus familiares en tu casa?
-No me queda de otra.
-Y si te invito a viajar al sur conmigo ¿vendrías?

Un balde de agua fría cae sobre Andrés, se queda en silencio por algunos instantes. Mientras Gustavo espera un “Si” por respuesta, el momento se vuelve más largo por lo que se aleja de Andrés y se sienta en una de las esquina de la cama. Cree que ha sido un completo descarado ante tal ofrecimiento. Si bien aún no hay respuesta, ya ve una negativa. Andrés se acerca a él y lo toma por la cintura, mientras acaricia su pecho, acerca su boca a su cuello, besándolo para luego emitir algunas frases.

-Contigo me voy donde tú quieras.
-¿De verdad?
-Si, de verdad, pero ten en cuenta que aún no me pagan y debo llegar a casa para hacer acto de presencia.
-Entiendo...
-Respecto a los ramos y talleres lo puedo ver por la Net.
-¿Qué le dirás a tus viejos por el viaje?
-Umnn inventaré alguna excusa creíble... ¡ya sé! es muy fácil: “Me voy a mochiliar con unos amigos” y listo.

Gustavo está feliz y deseoso a que llegue el momento de partir, de llevar a conocer a Andrés todos sus dominios, castillos mágicos, súbditos y seguidores, es como un cuento de hadas, a excepción de que... aquí no hay princesas... solo príncipes.

miércoles, abril 08, 2009

Capítulo 8: Música.

Mientras caminan rumbo a la hostal, Andrés le cuenta un poco de su vida a Gustavo, él le presta toda la atención del mundo en cada una de las palabras que dice, pasando por alto todos los monumentos que cuando era más joven le llamaban tanto su atención. Para Andrés el hablar de su vida con un extraño está completamente fuera de lugar, pero le da la impresión de conocer a Gustavo de toda una vida anterior. No cree en el destino, tampoco en las casualidades, sino más bien en las causalidades, vale decir, cada causa produce un efecto. Tal vez si hubiera encendido el cigarrillo minutos más tarde no hubiera conocido a Gustavo, o si simplemente sus amigos le hubiesen dado un lugar para dormir el día en que llegó nada de lo que ha vivido estaría pasando. Pero le llama más la atención el poder efectuar alguna causa, para que produzca el efecto deseado por él: “No desea que Gustavo se separe de él por un largo tiempo”. Lamentablemente no sabe que causa tomar, le da miedo el poder hacer algo que pueda alejarlo de él.

Luego de entrar a la hostal y pedir la llave de la habitación caminan rumbo a ésta. Al abrir la puerta el aire caliente les da un golpe a cada uno. Gustavo es el primero en entrar y rápidamente se dirige hacia una de las ventanas para abrirla. Un poco de aire fresco invade el lugar, pero el calor aún sigue, por lo que Gustavo decide sacarse la polera. Andrés nota la acción de Gustavo, lo mira cuidadosamente sin que él se de cuenta, luego busca y enciende su computador para tirarse en la cama. Por su parte Gustavo toma su libro y se sienta junto a la mesa. Andrés explora la música que su compañero le ha pasado para seguir después buscando los videos en la net. Mientras los ve, Gustavo le va diciendo que sucede en cada escena, al parecer ya los ha visto más de mil veces como para recordar algunos detalles y la secuencia de imágenes que van apareciendo en cada video, le sugiere otros títulos para ver. Son canciones un poco más lentas y que tan solo con el hecho de escuchar los tonos de las melodías y las letras en ingles para que Andrés se da cuenta que son canciones algo romanticonas, o se algunas rupturas amorosas, por lo que decide buscar las canciones sugeridas, pero con subtítulo en español. Andrés no es muy bueno para el inglés, sabe bien que es el idioma universal, pero realmente no está interesado en aprenderlo, por lo menos hasta esos momentos.

Al pasar algunos minutos Gustavo ya no emite comentarios y tampoco responde a las preguntas, por lo que Andrés levanta la mirada para saber si aún está en la habitación. Gustavo se ha quedado dormido sentado en la silla su cabeza reposa sobre sus brazos que están entrecruzados sobre la mesa. Eso para Andrés es una clara señal de cansancio, por lo que deja el computador a un lado y se dirige hacia la mesa. Lo queda mirando fijamente y no sabe si despertarlo o no. Le mueve el hombro suavemente con la intención de no asustarlo por su presencia tan cercana. Gustavo se mueve un poco y Andrés aprovecha la ocasión para decirle que se recueste en la cama, Gustavo se pone de pie y se tira a un costado mientras acomoda la almohada. Andrés se da cuenta que ha empezado a entrar más aire frío por la ventana, por lo que la junta un poco. Mientras se acomoda nuevamente sobre el colchón y sigue en la búsqueda de canciones y videos su celular comienza a vibrar, es el productor avisando que ese día no habrán grabaciones, Andrés aprovecha de decirle que él se encargará de avisarle a Gustavo. Luego de colgar la llamada Andrés sigue buscando videos, de repente la net colapsa, no tiene más acceso a sus portales favoritos, por lo que decide seguir explorando la música del acompañante. Hay varios grupos que los ubica de nombres o por solo una canción, la verdad es que nunca se había dedicado a escuchar ese otro tipo de música, pero se da cuenta que le agrada el estilo. Hay canciones en español (Como un Perro, Libido), inglés (Last goodbye, Jeff Buckley), otras que pertenecen a las bandas sonoras de algunas películas (1492, Vangelis) hasta algunas bandas chilenas bastante conocidas (Saiko, Lucybell, Los Prisioneros) y otras no tan conocidas (Golem, Truman, Go) este último le agrada más por lo que decido escuchar el álbum. A medida que van pasando algunas canciones el calor y el sueño también lo inunda, por lo que se saca la polera y la deja en el suelo. Luego deja el computador a un lado de la cama, sin necesariamente haber detenido la música. Se estira por completo en la cama y antes de cerrar por completo los ojos mira a Gustavo que duerme placidamente a su lado.

sábado, abril 04, 2009

Capítulo 7: Caminando.

Al despertar, se da cuenta de que por más que su brazo lo busque no encuentra nadie. La frustración es grande. Creía que estaría a su lado al abrir los ojos. Se sienta en la cama, hay algo extraño en esta imagen. Hay algo que no calza con lo que vio anoche. No recuerda haber visto una mesa, y mucho menos una bandeja. Se levanta y camina hacia ella. La examina detenidamente pensando en el dolor de cabeza y de rodillas que siente en esos momentos. Hay una nota y la lee, en un principio no entiende a que se refieren algunos signos, pero finalmente deben ser algunos atajos del MSN, ríe al darse cuenta de eso. Lo bebestible ya está frío y las tostadas como una roca, tiene demasiada hambre por lo que se da el tiempo y la fortaleza para tomar y comer lo que está en la bandeja. Recuerda haber guardado algo de comer la noche anterior, su apetito voraz lo hace comer lo almacenado. Eso lo logra despabilar un poco más. Camina hacia su bolso y saca su computador. Luego de revidar su correo y otras páginas de uso habitual se mete al baño, una ducha de agua fría lo ayudará a salir luego del paso. Recuerda el mensaje de Gustavo, por lo que mete al baño su celular, apenas termine lo llamará.

Mientras incorpora de a poco su cuerpo al agua helada cierra la ventana de la misma ducha que da hacia la calle. Ya con todo el cuerpo bajo el chorro comienza a jabonarse de forma rápida, así mismo lo hace para quitar el jabón de sus ojos, escucha una melodía a lo lejos, le agrada por lo que abre un poco la ventana, el viento entra y le da un poco más de frío, por lo vuelve a cerrarla. Luego de cortar el agua se sacude las gotas que caen por su cuerpo. Toma una toalla y se seca. Al salir de la ducha pasa su mano por el espejo que se encuentra un poco empañado. Se afeita y luego limpia sus dientes. El tema en esos momentos sigue corriendo y no sabe de donde proviene, pero se vuelve a repetir. Envuelve sus caderas con la misma toalla con la cual se secó, es momento de vestirse. Camina un par de pasos y busca su bolso, en él encontrará la ropa adecuada para ponerse por lo que retira la toalla y la deja en el suelo. Siente que la música está más cerca por lo que se voltea a ver. Es Gustavo que está sentado al costado de la mesa con los audífonos puestos, leyendo lo mismo que en el bus y con la música a todo volumen. Está concentrado con la mirada pegada en las páginas. Andrés apresuradamente termina por abrochar el botón de su pantalón. Cree que es una instancia para mostrar los pocos atributos que posee. Le habla a Gustavo: “¿Cómo está la caña?” Pero no responde, está concentrado leyendo. Andrés se acerca un poco más y le hace una seña. Gustavo levanta la cabeza y lo ve. Justo frete a sus ojos. Es un cuerpo delgado haciéndole mímicas, por lo que se saca los audífonos. Andrés apenas termina esa acción le pregunta:

-¿Cómo se llama esa canción?
-Umnn déjame ver – dirige su reproductor hacia sus ojos – se llama: Footsteps es de Pearl Jam.
-Me gustó, la voy a bajar al tiro de la net – Establece con un tono seguro mientras se dirige a su computador.
-No es necesario – establece Gustavo – Yo te la paso, toma – mientras estira la mano para pasarle el reproductor.
-A todo esto, ¿qué hora es? – dice mientras recibe el reproductor lentamente con la clara intención de alcanzar a tocar la mano de Gustavo.
- Son como la una de la tarde, justo tiempo para ir a almorzar – establece con un tono calmado y dándose cuenta de la intención de Andrés.
-Uy, igual es un poco tarde ¿Porqué no me despertaste antes? – Mientras conecta el reproductor a su computador.
-¿Para qué te iba a molestar, a todo esto como estás de tus rodillas? – levanta una ceja y clava su mirada en las piernas de Andrés.
-Simplemente para que me molestaras pues, mis rodillas están bien, me duelen un poco, pero ya están mejor – copia todos los archivos de música incluyendo el del grupo en cuestión.
-Bueno entonces ¿qué me dices, vamos a almorzar juntos o tienes algo más que hacer? – Dice Gustavo con alegría, para Andrés es un ofrecimiento y por el cual no se puede negar – tengo una picada muy buena.
-Tú y tus picadas, ya me llega a dar miedo ir – Ríe haciendo alusión a sus rodillas – muy bien iré, pero esta vez no beberá nada de alcohol – establece mientras le devuelve el reproductor de música.
-Te va a gustar... no sólo la comida, también la música.

Caminan rumbo a la picada de Gustavo, la comida es buena y a Andrés le gusta, por lo que le pregunta de dónde conoce esos lugares, Gustavo explica que lo conoció la primera vez que salió a terreno por la universidad, es uno de los últimos lugares que sigue vivo después de tantos años. Le cuenta que se levantó temprano y que saludó a un ex compañero, que hablaron un poco y que se verán en uno de los días próximos. Andrés goza con lo dicho por Gustavo, es más, también desea conocer a Ignacio. De buenas a primeras le cae bien sin siquiera conocerlo. Gustavo establece una seguidilla de anécdotas que pasó junto a Ignacio en la universidad, Andrés se llena de risa, cada vez que lo hace sus ojos de hacen pequeños y su sonrisa un poco más grande. Esto revuela en la mente de Gustavo, y no es para mal, por el contrario, le agrada demasiado. Una vez terminado el almuerzo caminan rumbo a la hostal para descansar un momento.

martes, marzo 31, 2009

Capítulo 6: Progresos.

Sigue caminando y se da cuenta que la ciudad ha cambiado un poco, la urbanización y el progreso ha hecho de las suyas. Le llama la atención este proceso y no se explica como todo puede haber cambiado tan rápido. Cree entender que es parte de la evolución, pero no cree que un cambio radical sea tan necesario. Justo frente a sus ojos percibe un haz de luz que no lo deja ver bien. Levanta una de sus manos y la coloca en su frente para apartar los rayos de sol que interfieren en su mirada. Reconoce el caminar de cierto personaje, cree conocerlo. Su pulso y la respiración se aceleran, un nudo en la garganta le impide tragar. Es Ignacio, un compañero de curso que tubo en la universidad. Ignacio es un tipo bajo, delgado, de pelo castaño, de cejas gruesas, grandes pestañas con ojos grises y almendrados, su principal característica es el color cobre de barba. Precisamente esto último fue lo que en el pasado llamó la atención de Gustavo una vez que lo vio al salir de una de las clases. Era un estudiante nuevo, el cual se vestía de negro para simbolizar el duelo por el cual estaba pasando. Había fallecido uno de sus mejores amigos en un accidente automovilístico. Ignacio le pedía prestado los cuadernos para ponerse al día en sus estudios, luego se hicieron amigos, pero Gustavo se terminó por alejar de un momento a otro de Ignacio cuando se dio cuenta que le estaba empezando a gustar. Es momento de cerrar ese círculo, por lo que rápidamente salta de su asiento y camina hacia Ignacio. Gustavo le toma por el hombro y lo saluda

-Ignacio, ¿Cómo estás? – dice Gustavo mientras Ignacio se voltea y lo mira de pies a cabeza.
-Gustavo tanto tiempo hombre ¿Cómo has estado, que es de tu vida? – dice mientras se quita las gafas y le estrecha la mano pasa saludarlo.
-Bien, con un poco de caña, pero bien – hace un gesto referente a un golpe en la cabeza.
-Cuéntate una nueva ¿Y qué estabas celebrando?
-Nada, solo que ayer llegué y estoy tomando las cámaras otra vez – confiesa de corazón.
-Que bien, te felicito, y ¿Dónde te estas quedando?
-Por acá cerca, bueno ni tan cerca, pero tú sabes me gusta caminar. Es una hostal que esta hacia el norte. A la que llegamos la primera vez que salimos a terreno ¿recuerdas?
-Ah si, si recuerdo, pero eso no es tan cerca, aunque tú siempre has sido bien patiperro, y ¿con quién más andas?
-Solito – no sabe por qué ha mentido.
-No te creo – protesta achicando los ojos.
-De verdad... te lo juro – dice con una sonrisa.
-No te conoceré, han pasado los años y tú no has cambiado nada de nada. Mejor dame tu número para llamarte, ahora estoy algo apurado, debo ir a la casa de mis suegros a buscar a mi hija – levanta su muñeca para ver la hora del rejo y con la otra mano saca el celular de su bolsillo.

Luego de intercambiar sus números se despiden con un abraso y diciéndose que se mantengan en contacto. Gustavo no cree que Ignacio se haya casado y que para más tenga una hija. Entiende y le toma el peso a las palabras de Ignacio cunado le dijo: “No ha cambiado nada” Le duele enterarse por alguien del pasado que la vida ha continuado y él sigue en la misma parada de antes, todos han cambiado, todos han evolucionado, excepto él. De pronto siente unas vibraciones en su bolsillo. Es su celular, cree que es Andrés, pero se equivoca, lo llaman de su empresa, tienen problemas con algunos de los pedidos por lo que se cuelga al celular para dar las instrucciones a sus ejecutivos mientras camina hacia el poniente.

sábado, marzo 28, 2009

Capítulo 5: Pasos.

En la mañana Gustavo se despierta temprano. Lentamente su hibernación llega a término. Sin la necesidad de abrir un ojo se da cuenta que no está en el suelo, cree que es demasiado patudo el haberse acostado al lado de Andrés. Al abrir los ojos la luz lo encandila, parpadea varias veces para lograr enfocar su vista. Al girarse un poco se percata da la situación en la cual se encuentra: esta de lado, mirando hacia la pared, a su espalda Andrés lo tiene tomado por la cintura y muy cerda de él. Gustavo se siente desprotegido y muy suavemente quita de su cuerpo el brazo que lo mantiene cautivo. Se levanta sigilosamente para no despertar a Andrés. Ágilmente busca su bolso y se mete al baño, cierra la puerta, saca sus cosas para darse una ducha. Al terminar se seca y se viste. Es momento de dejar salir el vapor del baño por lo que abre un poco la puerta. Mientras se lava los dientes mira por el espacio entreabierto hacia la cama, Andrés todavía no ha despertado por lo que decide apurarse. Se enjuaga la boca y sale. Nuevamente deja el bolso en su lugar. Se acerca a Andrés y lo arropa. Luego sale de la habitación y parte con rumbo al comedor de la hostal. Deben ser casi las 9 de la mañana, se sienta y solicita el desayuno. Mientras lee los titulares del diario, en el cual hace asunto la farándula nacional: “El jugador de fútbol del momento es sorprendido por las cámaras de la prensa amarillista en una discoteca junto a una modelo que no es precisamente su novia”. Esto a Gustavo le importa una mierda, por lo que va directo a la columna económica, la bolsa aún no sube y le preocupa que su empresa se vea más afectada de lo que ya se encuentra. Mientras se toma un café cargado y sin azúcar disfruta de las tostadas y la mermelada que le han servido. Una vez terminado, pide el segundo desayuno, se encargue él mismo de que lo manden a la habitación. Por lo que se apresura por subir. Al volver Andrés sigue dormido, ni si quiera se ha movido desde que Gustavo bajó a desayunar. Mientras sigue repasando las hojas del diario sentado en el suelo saca su reproductor de música, presiona Play, suena: “Staind - So Far Away” ese tema le hace acordar los tiempos pasados, cuando trabajaba como estudiante en los veranos para poder juntar un poco de dinero e irse de vacaciones al sur del país. Uno de los audífonos no está en su lugar por lo que cuelga en el aire, Debe mantenerse alerto por si tocan la puerta. No desea que Andrés despierte. Se preocupa por él y realmente no tiene idea de dónde aflora ese extraño sentimiento. Golpean la puerta, recibe la bandeja y la coloca en una pequeña mesa que hay. Toma una lapicera y deja una nota en una de las servilletas:

Buenos días o buenas tardes XD espero que hayas amanecido bien ZzZzzzz , espero que te guste el desayuno y no te molestes si lo he pedido a la habitación :$ pero ya iban a cerrar el comedor ¬_¬ Voy a estar en el centro, cuando estés listo (Y) llámame al celu para que vayamos a almorzar juntos ÑAM* tengo una picada que es bastante buena =P te va a gustar!!! Nos vemos más tarde, adiós ^_^

Sale de la habitación, camina rumbo al centro mientras la música sigue sonando. Como nunca hace un poco de viento, eso ayuda a liberar un poco el calor que ya está comenzando a hacer en la mañana. No siente mucho la resaca, solo un pequeño dolor se cabeza que se deberá pasar tarde o temprano. Ya son más de las 11 de la mañana y aun no recibe ninguna llama. Entra a una pequeña tienda, saluda al vendedor y compra un agua mineral para seguir la caminata, pasa frente al mercado central, se detiene en las artesanías y compra un chiche para llevar de recuerdo. Saca algunas fotos y se sienta bajo una pequeña pérgola, le agrada ver como la gente pasa frente a él, algunos van apurados, otros son turistas. Los vendedores alzan sus voces para ofrecer sus productos. De pronto se le acerca una pequeña niña a ofrecerle sus propios productos, está vendiendo chicles y caramelos de menta, opta por ambos, ella le cobra $400, él le paga con un billete de $1000 y le dice: quédate con el vuelto. La pequeña suelta una sonrisa y se retira dándole las gracias.

miércoles, marzo 25, 2009

Capítulo 4: Pensamientos.

Siente que le llaman, que le tocan el rostro. Cuando era pequeño su madre a veces lo despertaba con caricias en la mejilla y besos en la frente. Pasa un momento y vuelve a sentir la misma sensación, vagamente decide abrir los ojos. No hay nadie tocándolo, sólo lo llamaban: “Gustavo, Gustavo, acuéstate en la cama, no te quedes ahí tirado”. Decide hacer caso, como un zombi toma la almohada del suelo, se pone de pie y se acuesta, vuelve a cerrar los ojos y sigue durmiendo. Inconcientemente se siente más a gusto en ésta situación. Andrés es quien mira el techo ahora. No recuerda como llegó a la pieza. Siente dolor en sus piernas y no sabe el porqué. Se levanta y se dirige al baño, desea orinar. Luego de terminar, se lava las mano y se da cuenta que tiene algunas magulladuras, continua mirándose y se da cuenta que tiene el pantalón roto, bang logra recordar que se cayó en medio de la calle. Se ríe y se termina de ver al espejo, aún está mareado y con dolor. Seca sus manos en una toalla que tiene bordado el logo de la hostal. El trecho entre la cama y el baño es corto, pero lo ve cono un gran sendero, tan grande que no se atrevería a cruzarlo solo. Debe dar a lo menos un paso y decidirá si pasará lo imprevisto o vuelve a lo mismo. Son simples estupideces las que piensa y da el paso igual. Se acuesta lentamente para no despertar a Gustavo. Andrés se queda mirando el techo. De repente y justo antes de conciliar el sueño nuevamente siente que le pasan un brazo por el pecho, como si lo estuvieran abrasando. Atónito mira hacia el lado, no sabe que hacer, por lo que se queda lo más quieto posible. Siente la respiración del otro muy cerca de sí. Entiende que esté dormido, que a veces los humanos lo hacen en forma inconciente, o por costumbre, el quedarse dormido abrasado de algo o de alguien, en este caso le llama más la atención que es un desconocido quien lo hace. La situación no lo incomoda, por el contrario, le gustaría que se volviera a repetir. Andrés disfruta por completo su vida y no está en sus parámetros el dejar escapar alguna oportunidad que se le dé. Desafortunadamente la situación no ha dado indicios o sospechas de que sea o no sea. Lo ha conocido en el Terminal y no precisamente por una cita del MSN o Chat, como alguna vez lo hizo en el pasado, si no que en circunstancias bastantes distintas. Aparte de no presentar ademanes del género, que son reconocidos por ellos mismos. Andrés si los presenta, pero son algunas y muy pocas las personas seudo normales lo notan. Gustavo es distinto: cuerpo un poco más alto, grueso y marcado, sin caer en exageraciones, le gusta visitar con regularidad el gimnasio, hace un poco de pesas y sale a trotar en las noches cuando tiene insomnio, o en las mañanas cuando despierta. Sin contar con sus comidas balanceadas, ricas en fibra vegetal, bajas en sodio, azúcar y grasas. El único vicio que tiene es el tabaco, fuma cuando está nervioso o cuando sale de parranda. Todo esto desconcierta a Andrés, pero se hace el dormido, decide tomar el brazo de Gustavo con su mano y acercarse un poco más hacia él. Deja pasar un momento para saber si hay respuesta. Menciona su nombre como lo hizo hace un rato... nuevamente no hay respuesta, vuelve a hacer lo mismo que la ocasión anterior, acaricia sus mejillas con la mano hasta quedarse dormido.

viernes, marzo 20, 2009

Capítulo 3: Licor.

Al entrar en bar seleccionado por Gustavo, a Andrés no le queda de otra que aceptar lo que está viendo, total es un simple invitado. Las paredes rayadas con mensajes de los grandes mártires comunistas y detractores de la dictadura. La música es la misma que escuchaba y cantaba cuando cursaba sus primeros años de estudio en la universidad, pero después de un tiempo le pareció demasiado, por lo que dejó de escucharla. Claro está que le agrada un poco, pero no por completo. Gustavo ha sido criado con una formación doble, un padre militar y una madre comunista, por lo que él mismo se hace llamar hibrido. Pero simplemente prefiere no hablar de los temas, aún le afecta la separación de sus padres, a pesar de que ya han pasado más de 4 años. Es una persona bastante sensible y elocuente, siempre tiene alguna frase para quienes piden algún consejo, desafortunadamente no logra poner en práctica esos consejos consigo mismo. Andrés canta alguna de las canciones mientras bebe un poco de licor que han llevado a la mesa en donde se han quedado. Mientras Gustavo ve como la vela puesta en medio de la mesa empieza a liberar la esperma que cae directamente sobre un plato color verde con algunos saltones, seguramente debido al descuido de quienes lo han manipulado. Con sus dedos toma la esperma tibia y la moldea de tal manera que da la sensación que fuera un pequeño tacho para el café. Andrés mira la pequeña figura y halaga a Gustavo por sus habilidades manuales, éste se sonroja y bebe un trago bastante grande para pasar por alto el rubor de su rostro.

Conversan acerca de los demás que están en el proyecto y ríen de algunos de ellos al criticar la forma en como sobreactuaban para ganar más pantalla que los mismos protagonistas. Andrés ya se siente un poco mal por tanto alcohol, pero está tranquilo, le queda parte del sándwich en la habitación, comiendo un poco se le pasará el estado en el que se encuentra, pero esperará llegar a la habitación para recién hacerlo, mientras bebe un poco más. Gustavo se encarga de llenar los vasos para nunca poder verles el fondo. Pide más licor, a medida que lo hace su cuerpo empieza a sentir las acciones de la ingesta: calor, transpiración y balbuceos al hablar. A esa altura da lo mismo, su compañero de copas está igual o en peor estado. Ya comienzan a retirarse algunos de los asistentes al recinto, es entonces cuando Andrés decide ponerse de pie para ir al baño, en ese ínter tanto Gustavo pide la cuenta y la paga antes de que Andrés vuelva a la mesa. Se da cuenta que si se pone de pie muy rápido se mareará más aún y hasta podría perder el equilibrio o lo que es peor, caer al suelo. Por lo que se toma su tiempo, inspira muy lentamente, aprieta los dientes, se sostiene de los brazos del asiento y se logra poner de pie. Camina rumbo al baño, ya no esperará a Andrés, solo quiere orinar y su vejiga ya no aguanta más por lo que trata de caminar más rápido. Siente como su cuerpo se tambalea al dar cada paso. Finalmente al entrar el baño y logra saciar su necesidad. Al terminar mira su rostro en el espejo, lava sus manos y moja su nuca mientras se sigue tambaleando. Se devuelve caminando lentamente a la salida del local, ya no queda casi nadie en el interior. Debe esperar a Andrés, pero no hay vestigios de él en su perímetro visual. Debe encontrar a algún sujeto con camisa a rayas y jeans oscuros. Al visualizar nuevamente se da cuenta de que lo ve conversando con otro grupo de personas. Al acercarse confirma su teoría, era él, Andrés, conversa con los demás, al verlo lo llama y lo presenta al resto, dice que son algunos viejos amigos con los que se ha encontrado en el interior del local. Ahora Gustavo entiende porqué Andrés demoraba tanto. Mientras estiran la mano para saludarlo Andrés toma directamente de una botella un trago, que al parecer esta puro. Al terminar de saludar Andrés le pasa la botella a Gustavo. Éste toma la botella mientras se tambalea, al dar un sorbo siente como su garganta es invadida por el fuego del trago. Cierra los ojos y los aprieta por algunos instantes, al abrirlos mira directamente a los ojos de Andrés, este lo mira y le quita la botella para dar otro trago más, él no cierra ni aprieta los ojos, pero si lo mira de vuelta al pasar la botella a alguno más del grupo. Gustavo decide irse a la hostal y se lo hace saber a Andrés. Él también decide lo mismo. Uno de los conocidos del grupo les pregunta si quieren ir a algún otro lugar para seguir el carrete. Ellos se retiran dando las gracias por la invitación y comienza su caminata rumbo a la habitación de la hostal. Mientras dan los pasos Andrés fuman para hacer su camino más corto. Gustavo no haya el momento de llegar y tirarse un rato a dormir. De repente Gustavo pierde de vista la brasa del cigarro que caminaba junto a él, al darse vuelta se da cuenta que Andrés ha dado un paso en falso y ha caído a suelo. Andrés lanza una carcajada debido al incidente que le ha afectado, se queda en el suelo mientras Gustavo se acerca para ver si está bien y reírse un poco de la situación. Insiste en que se ponga de pie, pero Andrés sigue riendo. Luego de unos dos minutos de carcajadas decido hacerle caso a Gustavo, el cual le da una mano para ayudarlo. Con el impulso que Gustavo lo levanta quedan cara a cara, mirándose a los ojos. Andrés decide bajar la mirada hacia sus pantalones. Debe constatar daño por la caída. A primera vista no se ve nada por lo que siguen caminando en silencio y soltando algunas risas fugases al recordar la caída. Al llegar a la hostal, Gustavo es el encargado de tocar el timbre y pedir las llaves para entrar a la habitación. Andrés no pasa por la recepción y sigue su camino directamente a la puerta de la pieza, te sienta en el piso con las piernas dobladas y separadas un poco, sus grasos se sostienen sobre sus rodillas, su cabeza está apoyada en la pared, sus ojos se encuentran cerrados. Espera a que llegue Gustavo para ingresar y dormir más tranquilamente. Gustavo llega unos segundos después, lo mira mientras trata de abrir la puerta, esas malditas llaves no logran hacerlo. Luego de forcejear unos instantes finalmente logra abrir la puerta, enciende la luz e ingresa, se da cuenta que Andrés no entra, seguramente se ha quedado dormido afuera, por lo que sale a buscarlo. Le habla – Andrés, despierta, entra a la pieza – no hay respuesta. Golpea su espalda y repite lo dicho. Tampoco hay respuesta por lo que decide arrastrarlo hasta el interior de la habitación, cierra la puerta y no sabe que hacer. Si lo deja tirado en el suelo podría pescar algún resfrió, pero no se encuentra en condiciones para cargarlo y subirlo a la cama. Se llena de valor y lo toma en brazos, es mucho más liviano de lo que creía, el alcohol hace su efecto y recae en su equilibrio. Se hecha hacia delante y pierde el peso que estaba en sus brazos, dejándolo caer sobre el colchón. Gustavo cae sobre él, pero Andrés no despierta. Rápidamente se incorpora y vuelve a acomodarlo en la cama. Al verlo más de cerca, observa el cuerpo tirado sobre las frazadas. Se percata que se ha roto el pantalón. Ya es demasiado tarde para preocuparse, es momento de dormir apaga la luz y se acuesta en su improvisada cama en el suelo. Mira fijamente el techo, piensa en lo que ha vivido ese día, cree que ya ha comenzado una nueva historia, algo en su vida ya ha cambiado. Es momento de dejar el pasado atrás y mirar hacia el futuro, pero ¿a qué costo? Ya es un paso bastante grande el haber vuelto a las grabaciones. Sus ojos empiezan a pesarle cada vez más, antes de quedarse dormido suelta un: “Buenas Noches Andrés”. El cual es respondido con un: “Buenas Noches Gustavo”. Cree que es cosa de su imaginación el que le hayan respondido por lo que se duerme profundamente.

sábado, marzo 07, 2009

Capítulo 2: Tres, Dos, Uno, Acción.

Ya en la habitación Andrés y Gustavo, agotados por el viaje deciden dormir unos instantes. Gustavo solicita una frazada para taparse, Andrés se la entrega junto con una almohada. Andrés no tiene tanto sueño, ha dormido en el bus, en cambio su compañero de aposentos cae en Morfeo. Andrés lo mira como duerme placidamente mientras está tirado sobre la cama de 2 plazas para él solo. Mira el cielo de la habitación, se da cuenta de que está con algunas manchas negras, seguramente de moho por la humedad, cree que sus amistades le han dado las espaldas al no poder recibirlo en sus casas, la decepción abarca su mente, ya que, ellos cuando han ido a su hogar nunca los ha dejado de lado, y por último ha cedido su propia cama para que ellos duerman cómodamente mientras él duerme en un sillón. Pero en fin, ya está ahí, con un extraño que acaba de conocer. Por un lado le interesaría conocerlo, pero por otro lado no sabe el por qué se ha quedado con un perfecto desconocido. Andrés no desconfía tanto de la gente, cree que todos son buenos y si alguna vez han hecho algo malo fue por alguna razón justificada.

Al despertar se da cuenta que lo están observando, asienta con un: “buenas tardes”. A lo que responden de misma forma. Gustavo tiene hambre y se lo hace saber, por lo que propone salir a buscar un poco de alimento, a lo que asienten con un: “bueno ya”. Gustavo ya sabe cuales son los locales más convenientes y se dirigen a uno de ellos, piden 2 sándwiches. Comen y conversan de cosas bastante cotidianas. Gustavo termina con rapidez su sándwich, en tato Andrés no puede más, está satisfecho, por lo que pide un recipiente para llevárselo por si le da hambre más tarde. De vuelta en la hostal Gustavo se tira sobre la cama:

-Es bastante cómoda.
-Así parece y se tiende al costado.
-Esto es muy extraño.
-¿Qué cosa?
-Esto... estar compartiendo una pieza con alguien que acabo de conocer.
-Y me lo dices a mí...

En esos instantes suena el celular de Gustavo, es el productor, lo necesitan en una de las locaciones para iniciar una de las grabaciones. A los segundos después suena el celular de Andrés para avisar lo mismo. Ambos se dirigen hacia el lugar indicado. El productor da algunas señales de qué deben hacer en la escena. Están en un bar típico de la zona, el cual es el epicentro de la historia a filmar. Un cortometraje acerca de algunos lugares bohemios de aquella ciudad, en la cual uno de los protagonistas deja la noche bohemia para estar con su amor de toda la vida. Éste argumento a ambos le parece más que un cliché, pero todo sea por un poco de dinero, además la paga no será baja, por el contrario, es bastante alta para simplemente no hacer tanto.

La escena se repite una y otra vez. Deben tomar todos los ángulos en esa misma locación para terminar luego. La situación es bastante cansadora para ambos. Finalmente terminan la escena y quedan libres. Gustavo habla con el productor para saber si les pueden pagar por las horas trabajadas, solamente le pagan a él, es amigo del productor, por lo que se siente satisfecho, en cambio Andrés deberá esperar hasta el último día para recibir la paga por los servicios hechos. Gustavo invita a Andrés a tomar algo para celebrar el fin de la grabación de ese día, Andrés acepta, pero para llorar por el dinero aún no cancelado. Promete a Gustavo devolverle la mano cuando esté pagado, pero él le dice que no se preocupe.

sábado, febrero 07, 2009

Capítulo 1: Encuentros.

En el anden, esperando el bus para viajar de extra en uno de los cortos de algún conocido ya se hartaba de estar pensando siempre en cosas de su pasado. Tal vez cosas que recordaba y que quería que volvieran a pasar. En esos momentos anunciaban por altoparlante: “La empresa X anuncia que se retrasa la salida del bus X a la cuidad X”. Su humor se volvió un poco más agresivo al pensar que había corrido por estar a la hora en aquel lugar para que simplemente le dijeran: “Lo sentimos, el bus viene con retraso”. Más allá de pensar en lo malo, creyó que las cosas eran por alguna extraña razón. Sacó un cigarrillo y lo encendió. Sentía como la nicotina hacía algún efecto relajante en sus pensamientos. Antes de terminar la última bocanada se le acerca uno de sus pares, le pide fuego para encender su propio cigarro. Le pasa el encendedor y lo queda mirando por algunos segundos. El otro le pregunta mientas enciende el cigarro:

-¿Hacia dónde vas?
-Hacia X ciudad – le responde – ¿y tú?
-Yo igual, pero me dijeron que el bus viene atrasado – devolviéndole el encendedor.

El silencio pasó por unos segundos. No saben que más decir. De pronto se anuncia por altoparlante: Los pasajeros con destino a la ciudad X con horario X abordar por andén número 4. Ambos se dirigen hacia ese lugar. Luego de dejar el equipaje sube al bus – Su asiento es hacia la ventana – se sienta y se acomoda. Al instante sube quién le había pedido fuego, lo queda mirando fijamente y ve como se acerca a su lado. Se sienta a su costado. No lo puede creer. El corazón se acelera de forma imprevista. “Oh, nos volvemos a encontrar” y se sienta. La tensión está al por mayor. No le queda otra que sonreír. El silencio de sus voces nuevamente invade el lugar. Pasa el auxiliar pidiendo los boletos para luego colocar una de las típicas películas piratas. De repente uno cierta:

-Hola – dice con una sonrisa.
-Hola – responden con una voz temblorosa.
-¿Cómo te llamas?
-Andrés, ¿Y tú?
- Yo me llamo Gustavo, así que vas a la ciudad X ¿Y qué vas a hacer por allá?
- A trabajar en un cortometraje ¿y tú?
-No lo creo, yo también, ¿no me digas que es de Fabián?
-La verdad no lo sé muy bien, me llamaron avisándome que me tenía que presentar a las grabaciones y eso fue todo.
- Bueno, eso le dice a todos, inclusive a mí, siendo que me conoce hace algún tiempo, ¿y dónde te quedarás?
-La verdad no lo sé muy bien, tengo algunos conocidos, pero no es nada seguro. Donde me llamaron temprano no me dejó tiempo para preguntar si me podían recibir.
-Entiendo, yo me voy a la segura y me quedaré en la hostal Casa Blanca, queda cerca de dónde tendrán las grabaciones y lo mejor es que igual queda cerca del Terminal de buses.
-¿Y es muy cara?
-Para nada, por lo mismo me quedaré ahí.

El viaje sigue su curso. Andrés se queda dormido por tanto ajetreo, en tanto Gustavo lee un libro mientras escucha música. El tiempo pasa rápido y se da cuenta que ya está en la ciudad X. Es uno de los primeros en bajar del bus, retira sus cosas y se pone a esperar, no sabe bien qué cosa, pero lo hace. En tanto Andrés es despertado por el auxiliar, se da cuenta que ha llegado a su destino, rápidamente baja y solicita sus prendas. Sigue desorientado y no sabe bien qué hacer. Sus amigos no lo pueden recibir en sus hogares, por lo que no le queda otra que entrar en un poco de desesperación. Hasta que recuerda el nombre de la hostal que le dijo Gustavo. Toma un taxi y se dirige hacia aquel lugar. Pide una habitación, lamentablemente no quedan habitaciones individuales con baño propio, solo queda una habitación matrimonial con baño. No está dispuesto a pagar tanto por una pieza, así que sale de la hostal pensando ¿Qué diablos voy a hacer? Mientras camina algunos pasos, hasta que una voz menciona su nombre, al darse vuelta mira con cara extraña, ahí nadie lo conoce. Es su compañero de viaje. ¿Qué te pasó? Le pregunta, y le responde con toda confianza. Le explica que no sabe que hacer ya que su presupuesto es bajo. Gustavo lo queda mirando fijamente y le propone una cosa: podríamos ver la pieza y pagarla a medias, total y no tengo problema en dormir en el suelo, aparte a la larga sale más económico, aparte a esta hora ya no creo que quede algo disponible y menos en esta fecha. Para Andrés no queda otra solución que aceptar la petición.

lunes, enero 19, 2009

Vida 14: Socialité

Al entrar en ese lugar se dieron cuenta que realmente les gustaría pertenecer a ese mundo. Un mundo completamente distinto, en el cual todos eran de la Socialité criolla y nacional. Las delgadas mujeres paseándose con sus atuendos y carteras de destacados diseñadores, los hombres luciendo sus corbatas y sus relojes de oro con incrustaciones de diamantes hacían resaltar sus manos, las cuales sostenían las copas de cristal que en la que se apreciaba la inscripción del organizador del evento. La atmósfera era fresca, no hacía demasiado viento y para ser de noche hasta se podía decir que hacía un poco de calor.

Al seguir caminando por el pasto se acercaban cada vez más a los puestos bebida. Frente a ellos no se daban cuenta o simplemente no sabían qué hacer o por donde empezar. Solo bastó con observar a los demás invitados para entender cuál era la dinámica a seguir: esperar un momento, mirar las botellas, estirar la copa y solicitar un poco de vino. En algunas ocasiones se quedaban conversando con los proveedores, ellos explicaban las características de cada una de las sepas que contenía el licor.

Algunas de las miradas daban directo en el blanco, justo para desatar una seguidilla de reacciones a tomar. Un bocado, queso, mariscos y chocolates llenaban el estómago de los jóvenes que a esa altura ya estaban inmersos en el lugar. Vino y más vino, blanco, tinto, rose, latter, espumante. La cata fue un éxito, solo queda la conversación acerca de situaciones y anécdotas que cada uno a pasado en algún momento de sus vidas, esto los ayuda a relajarse del bullicio que esta a su alrededor. Apagan los oídos y solo escuchan sus voces y las risas de quienes importan. Pero la confianza que han alcanzado no la hubiesen logrado de no ser por la razón de la reunión, es decir un poco de alcohol.

Ya a gusto en el lugar continúan su travesía, estirando las copas. Ven como una de las asistentes cae al suelo, pero no se preocupan, saben que es por causa de lo bebido, prefieren hacer algún chiste y luego ríen para olvidar lo sucedido y seguir hablando de los temas de su preferencia, nada muy particular. Los efectos ya comienzan a notarse: los ojos son más achinados, el equilibrio ya no es muy perfecto y lo que más los delata con sus labios morados. Es momento de salir de ahí. Caminan en busca de algún lugar con menos bulla y menos gente. Mientras uno de ellos pasa a los sanitarios el resto sigue su marcha, un poco más allá hay un lugar, sin tantas luces, esperan a que llegue el faltante y se lanzan a la oscuridad. Ven el cielo, las estrellas se ven mejor desde ahí, la luna llena ha comenzado a salir, está amarilla y ha iluminado sus rostros. Fuman un cigarrillo lentamente. El humo se denota por el brillo de la luna. Han acabado y vuelven al punto de partida. Están por cerrar, por lo que deciden irse. Caminan por la calle riendo y cantando alguna melodía que los demás conocen.

Encendidos por el vino se dirigen a la ciudad, desean moverse un poco, bailar. La noche es joven y al día siguiente nadie tiene algún compromiso que cumplir. Por lo que se van a bailar. El local que deciden ir es conocido. Al ingresar sienten el calor que confiere la gente. Logran saludar a algunos conocidos. Compran un poco mas de alcohol y se lanzan a bailar. Sus cuerpos se sienten mejores, a pesar de que el espacio en el que se mueven es reducido. Los perfumes comienzan a aflorar con el calor y el sudor de sus cuerpos, son como una especie de feromona que atrae más de alguna mirada de los demás bailarines a sus alrededores.

Es tarde y están borrachos, caminan rumbo a casa, se detienen a comentar lo ocurrido en una esquina. Afloran ciertos temas que estando sobrios no podrían conversar. Las emociones aumentan, a pesar de que caen algunas lágrimas al suelo, finalmente se dan cuenta que son tan humanos como el resto de los demás mortales de la tierra. Son personas que cometen errores, que sienten, que lastiman y que han sido dañados por el resto. No cabe duda de que lo que se viene mas adelantes es afrontar el futuro con dignidad y respeto, tanto a los demás como a sí mismos. Es momento de regresar. Apagar la luz y buenas noches.

sábado, enero 03, 2009

Vida 13: La Sensación Recorre El Cuerpo.

Uno simple cree conocer a los que lo rodean, lamentablemente nunca es así. Nunca se termina de conocer a las personas. Ni si quiera yo mismo me conozco, eso claro está. Te conocí por medio de algún contando de msn sólo por motivos profesionales, pero se dieron dando las cosas y conocí lo que había detrás, no del todo, ero por lo menos lo que me decías o contabas. Tú vida no ha sido fácil, pero la mía tampoco. Desde la primera vez que te vi, surgió algo, no sé aún qué es, pero lo sé. Me identifiqué con lo que te ocurría y te comprendía muy bien. Pasaron los años y más unido te vi a mí.

Algunas cosas quedaron atrás – creo – y aquí me he lanzado a un abismo sin fondo. Es tiempo de conocerte un poco más, o por lo menos tratar de hacerlo. Me has recibido al igual que la primera vez: amable, agradable y con la cordialidad por delante. Se ha ido una de las causas de tus problemas. Quedamos solos. Eres tan inocente que no sé qué diablos hacer. No hay ninguna mención. Tomamos once, comemos como si nada fuera a pasar, es más te he acompañado a comprar cosas cotidianas al supermercado. No hay ni una gota de alcohol, solo la inocencia encubierta de cada uno de los dos. Debes asistir a trabajar temprano en la mañana, pero te quedas esperando que alo pase. Alguna señal, algún indicio, alguna provocativa. Lo siento, no sé qué hacer, excepto segur un pequeño juego de luces y asertividades. Lo dejamos de lado y seguimos conversando. No me he dado cuenta de los dardos que has lanzado desde que quedamos solos. Nunca creí que la sonajera de mi cuerpo, alguna vez fuera el eslabón de una sequita de acciones. Tratas de imitarme. Lo logras. De un momento a otro estas a mi lado. Las cosquillas hacen un efecto asertivo e hipnótico en mí. De pronto me abrazas, te sigo ese juego, hasta que siento por completo el aroma de tu perfume que me tiene vuelto loco desde que estamos solos en aquel espacio del que alguna vez creí conocer desde antes. Uso mis manos para acariciar tu piel blanca y tersa. Un respiro da iniciativa de lo que sucederás en unos instantes. Ya mis manos no solo tocan tus manos. Mis labios solo quieren seguir sintiendo los tuyos. Mi lengua junto con la tuya ya ha formado más de algún nudo. En la cama eres estupendo, pero no dejas entregarte a la pasión como tantas veces me prometiste. Sólo una relación de quinceañeros ha dejado pseudosatisfechos. Debes trabajar.

Al reaccionar ya es tarde. No llegaste a la hora. Llamas urgente con la excusa: voy llegando a la ciudad, vengo de la capital. Te creen, pero a mi no me engañas. Es obvio. Te despides con un beso en la mejilla y te vas. En la tarde estoy en las nubes, nada podría haber sido mejor. Pero al llegar me doy cuenta de lo que ha sucedido. Soy humano, también fui criado con Disney. Los cuentos de hadas no existen. Cuesta darme cuenta del asunto y hago caso omiso a lo que dicta la realidad. Estoy segado por la fantasía.
A la noche salimos. Conozco a los tuyos. Bebemos un poco. Bueno tú mucho menos que yo. Estas cansado por el largo día. En cambio yo sólo creí que el cuento no iba a terminar. Estoy ebrio, ya es tarde y al llegar a juntos a casa lo único que haces es tirarte sobre la cama y dormir. No queda otra que hacer lo mismo. No pienso otra cosa: por favor despierta y concretemos lo de la noche anterior, pero Morfeo tiene otros planes para mí. En un momento me despierto acalorado. No reacciono bien y trato de alejarme, al darme cuenta eres tú con alguna insinuación de lo que pretendía antes de quedarme dormido. El sueño y el alcohol juegan en contra. Nunca me atrevería a faltarte el respeto y por la misma razón parezco un santurrón. Espero que siempre tomes la iniciativa.

Sigo en tu cama a la espera de que me preguntes: ¿Cómo estas?, ¿Cómo amaneciste, Necesitas algo? Pero nada de eso pasa, solo me llamas a almorzar. Aquí nada ha pasado. Sigues trabajando en la casa. Trato de no molestar en tus quehaceres. Pero al terminarlos te vas a la pieza a descansar. Te entiendo por completo. Algún día pasaré por lo mismo. Tienes frío e insisto que la causa de eso es por la falta de alimento. Te convido a comer. Aciertes con un si. Bajamos sin apuros. El local dónde íbamos está colapsado, por lo que vamos a otro, la demora hubiera sido la misma si nos hubiésemos quedado en el primero. En medio de la comida me llaman al celular. Es un amigo que viene llegando a la ciudad y solo quiere salir a distraerse un momento, por no decir que se quiere lanzar a la vida antes del fin de año. Accedemos sin ningún problema.
Ya en el local, estás frío, sin expresión ni ganas de bailar, a excepción de los temas de tu cantante favorita. Me regocija verte brincando y cantando los tonos de los coros al ritmo de los pasos que das a compás de los temas que más conoces o llaman tu atención. Saludas a unos pocos mientras esperamos a quién me ha llamado hace unos momentos atrás para salir. Sigues serio sin expresión facial a menos alguna de nuestras miradas de cruces. Das una sonrisa que me derrite el alma, pero que solo es de unos pocos segundo. Al llegar el invitado saluda con la bienvenida a flor de piel, conversas y da la sensación de que se llevan bien. Los temas son adecuados para el invitado y para mí. Ya nos conocemos hace tiempo, sabemos como podríamos reaccionar ante alguna situación de complicidad. Tú mente sigue ausente hasta que ves a alguien de tu confianza. Lo conoces y te cae muy bien.

Las cosas se dan y nos separamos en algún momento de la noche. Para mi la conversación con el recién llegado de mi amigo es agradable, de eso no cabe duda. Al volver a encontrarnos la función de ese local ya ha terminado. Esperamos un momento a ver qué sucederá con el resto de las personas. Me mencionas que tú amigo se irá con nosotros a casa. La envidia recorre de inmediato por las venas. Trato hacerme el desentendido. Despachamos a mi amigo en una de las esquinas del local. Tomamos un taxi rumbo al hogar. Trato de mantener una conversación sin importancia para los dos. Tú invitado ya se ha quedado dormido en medio del viaje. Trato de lanzar algunas señales, pero no me logras entender. O por lo menos eso creo. Al bajarnos del taxi y caminar rumbo al hogar te vas más adelante con tu invitado. Lo llevas del gancho para que no pierda por completo el equilibrio afectado por tanto alcohol que ha bebido. Me quedo más atrás y aprecio esa imagen. Como desearía que él fuera yo. Saco un cigarrillo y lo enciendo dejando pasar unos pasos más adelante. Trato de mantenerme sereno ante esa imagen que perturba mi mente por unos segundos. Lamentable mente no creo que pueda hacer mucho. Emprendo nuevamente la caminata, tratando de dar pasos largos, firmes y seguros. Al llegar a tu costado te tomo la mano en un acto de sumisión, simplemente deseo un poco de cariño tal como la primera noche que estuvimos juntos. Tomas mi mano y la aprietas dándome seguridad. Segundos después la sueltas al darte cuenta de que eres observado por tu invitado. No cabe duda de que también suelto tú mano para no incomodarte más. Sigo caminando más atrás. Con el mismo cigarrillo que está por acabar enciendo otro. La desesperación invade mi ser. ¿Cómo será la distribución de las habitaciones? ¿Dormiré en el sillón, en el colchón que me asignaste, contigo, con él o solo? Rápidamente al entrar en el hogar me meto al baño, escucho desde ahí como habas con él acerca de un jugo en polvo que han preparado, me miro en el espejo y me pregunto: ¿Qué mierda hago aquí invadiendo un lugar que creí pertenecer pero del cual no soy nada más que un simple invitado? Mojo mi rostro con agua fría – tal vez así termine de pensar tanto – Al salir del baño ya no se escuchan voces en el living. Lo peor viene a mi mente: Se han ido a dormir juntos. Hago de cuentas que busco algo y me dirijo directamente al living. No están ahí, sigo en búsqueda de algo que ni yo mismo sé lo que es y voy a mi habitación. Desde ahí miro por un espacio que ha quedado en la puerta a medio juntar de la habitación. No hay nadie tendido en su cama. Pero tú tampoco estás. Me meto en mi pieza a sacar las ropas que a esta altura ya molestan por el calor que ha producido la caminata hasta el hogar. Miro nuevamente y apareces tú. Me miras y sonríes. Pregunto: ¿Dónde está tu invitado? Pero no hay respuesta. Tal vez he preguntado muy bajo y no me has oído. No pregunto nuevamente. Simplemente me encierro en mi habitación y tomo un libro que ya he leído su final, pero simplemente lo estoy leyendo nuevamente impulsado por uno de sus capítulos. Entre sus líneas habla de algo similar a lo que está sucediendo en estos momentos. Prefiero no seguir con la lectura y hacer lo que mi corazón manda: salir de la habitación y ver qué es lo que sucede al exterior. El panorama no es muy alentador: la puerta de enfrente ya no está junta, simplemente la ha cerrado. No soy ningún metiche. Prefiero imaginar que el invitado se ha marchado por las suyas y esperas que yo golpee tú puerta para saber si puedo entrar y dormir contigo... No lo haré. He cerrado mi habitación esperando que me dijeras: ven y hazme compañía. Si lo hubieses pedido lo haría, pero no soy ningún adivino. Espero que mañana me confirmes: Si se fue antes que salieras del baño. Pero me gustaría más escuchar: Tonto, por qué no entraste a dormir conmigo. Soy realista y no lo harás. Mañana llega la ley y me quedaré callado. Esperaré que sea la hora para ir a pasar el año nuevo con algunos de mis amigos que me han invitado a pasarlo en su casa. Tal vez te vea en la noche en uno de los carretes del nuevo año en una de las discos del puerto, pero creo que dormiré esa noche allá y al día siguiente me conectaré al msn y te hablaré como si nada hubiera pasado, me preguntarás que es lo que me pasa y nuevamente negaré los sentimientos. Tal vez cuando volvamos a nuestras vidas cotidianas, te explique lo que ha pasado y lo quinceañero que me sentí a tu lado. Pero por favor no me des esas explicaciones de corazón, simplemente usa la razón para romper la falsa ilusión que he tenido en todo este tiempo y para que la vida siga adelante, tal como lo ha hecho a tanta distancia.