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miércoles, marzo 25, 2009

Capítulo 4: Pensamientos.

Siente que le llaman, que le tocan el rostro. Cuando era pequeño su madre a veces lo despertaba con caricias en la mejilla y besos en la frente. Pasa un momento y vuelve a sentir la misma sensación, vagamente decide abrir los ojos. No hay nadie tocándolo, sólo lo llamaban: “Gustavo, Gustavo, acuéstate en la cama, no te quedes ahí tirado”. Decide hacer caso, como un zombi toma la almohada del suelo, se pone de pie y se acuesta, vuelve a cerrar los ojos y sigue durmiendo. Inconcientemente se siente más a gusto en ésta situación. Andrés es quien mira el techo ahora. No recuerda como llegó a la pieza. Siente dolor en sus piernas y no sabe el porqué. Se levanta y se dirige al baño, desea orinar. Luego de terminar, se lava las mano y se da cuenta que tiene algunas magulladuras, continua mirándose y se da cuenta que tiene el pantalón roto, bang logra recordar que se cayó en medio de la calle. Se ríe y se termina de ver al espejo, aún está mareado y con dolor. Seca sus manos en una toalla que tiene bordado el logo de la hostal. El trecho entre la cama y el baño es corto, pero lo ve cono un gran sendero, tan grande que no se atrevería a cruzarlo solo. Debe dar a lo menos un paso y decidirá si pasará lo imprevisto o vuelve a lo mismo. Son simples estupideces las que piensa y da el paso igual. Se acuesta lentamente para no despertar a Gustavo. Andrés se queda mirando el techo. De repente y justo antes de conciliar el sueño nuevamente siente que le pasan un brazo por el pecho, como si lo estuvieran abrasando. Atónito mira hacia el lado, no sabe que hacer, por lo que se queda lo más quieto posible. Siente la respiración del otro muy cerca de sí. Entiende que esté dormido, que a veces los humanos lo hacen en forma inconciente, o por costumbre, el quedarse dormido abrasado de algo o de alguien, en este caso le llama más la atención que es un desconocido quien lo hace. La situación no lo incomoda, por el contrario, le gustaría que se volviera a repetir. Andrés disfruta por completo su vida y no está en sus parámetros el dejar escapar alguna oportunidad que se le dé. Desafortunadamente la situación no ha dado indicios o sospechas de que sea o no sea. Lo ha conocido en el Terminal y no precisamente por una cita del MSN o Chat, como alguna vez lo hizo en el pasado, si no que en circunstancias bastantes distintas. Aparte de no presentar ademanes del género, que son reconocidos por ellos mismos. Andrés si los presenta, pero son algunas y muy pocas las personas seudo normales lo notan. Gustavo es distinto: cuerpo un poco más alto, grueso y marcado, sin caer en exageraciones, le gusta visitar con regularidad el gimnasio, hace un poco de pesas y sale a trotar en las noches cuando tiene insomnio, o en las mañanas cuando despierta. Sin contar con sus comidas balanceadas, ricas en fibra vegetal, bajas en sodio, azúcar y grasas. El único vicio que tiene es el tabaco, fuma cuando está nervioso o cuando sale de parranda. Todo esto desconcierta a Andrés, pero se hace el dormido, decide tomar el brazo de Gustavo con su mano y acercarse un poco más hacia él. Deja pasar un momento para saber si hay respuesta. Menciona su nombre como lo hizo hace un rato... nuevamente no hay respuesta, vuelve a hacer lo mismo que la ocasión anterior, acaricia sus mejillas con la mano hasta quedarse dormido.

1 comentario:

cayu dijo...

solo hay un problema cuando leo algun libro o escrito me gusta empezar y terminar y tu eres muy tacaño para escribir jajaja