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Espero que les gusten las historias. Dejen su marca una vez leidas.

miércoles, noviembre 18, 2009

Capítulo 14: Junta.

Abro los ojos, he soñado contigo, aún siento tu aroma. Me siento en la cama, veo la bandeja en el suelo por lo que la voy a dejar a la cocina, ni si quiera sé qué hora es, por lo que tomo mi celular, ya es de tarde, esta oscureciendo y yo recién despertando. Hay una llamada perdida. Ni si quiera escuché que sonara el teléfono. El número me es conocido... es Ignacio, por lo que lo llamo de vuelta. Conversamos un poco me dice que “se juntarán en un par de horas más con los demás compañeros de curso y necesita saber si asistiré” a lo que respondo con una afirmativa. Preparo algo para comer, mienta se cocina el arroz ordeno el cuchitril. Al terminar la comida me ducho y salgo rumbo al encuentro con los demás compañeros. Es en un restaurante de conocida trayectoria. Antes de entrar llamo a Ignacio para saber dónde está. Me dice que a una cuadra, por lo que decido esperarlo. Me saluda y me pregunta “si estoy bien” a Ignacio no lo puedo engañar, él me conoce lo suficiente. Le explico mi problema de sueño, por lo que me recomienda un psicólogo, es amigo de él. Me entrega su tarjeta y entramos al restaurante. Saludo a los demás, sus caras están más arrugadas de lo que imaginé. La gran mayoría ya están casados o tienen hijos, un pequeño porcentaje nos mantenemos como antes. Me siento al lado de Ignacio, es momento de hablar de mi gran problema con el sueño. Luego de un poco de cháchara para recordar las anécdotas que vivimos en la universidad los garzones traen el fuerte de la casa: vinos y tablas de quesos. La mezcla es fantástica, pasan los minutos, ya es tarde y momento de volver a casa. Decido ser el primero en marcharme, me voy caminando. Llevo unas 3 cuadras y el celular vibra, nuevamente es Ignacio, desea que lo espere, me comenta que los jugosos de siempre han empezado a hacer su show pobre y no desea verlo. Me siento en una banca, llega rápidamente, me comenta que no soporta a los demás y que solo rescata a algunos del grupo, pero que como se dejan influenciar por los jugosos decidió marcharse también. Me propone que compremos algo y que vayamos a mi departamento, la idea no es mala por lo que pasamos a una botillería, seguimos con la tónica del vino, son 4 botellas en total. Esta noche será muy larga y de muchos recuerdos. Al entrar en el departamento dejamos las botellas en la mesa, saco unas copas de cristal y el sacacorchos que justamente me regaló Ignacio para uno de mis cumpleaños. Descorchamos la primera botella y hablamos de la vida. Enciendo la música y nos sentamos en el living. Dejamos que los matices del tinto hagan su efecto. Saco un juego de naipes ingleses y mientras revuelvo las cartas Ignacio decide que juguemos al “tele” no lo recordaba, pero ese juego era para pasar el momento cuando teníamos alguna ventana en el horario de clases. Pasan 5 juegos e Ignacio decide hablar de algunas cosas que han quedado pendientes. Me confiesa que ya no está con su mujer, se ha divorciado, lamentablemente no entra en más detalles, sólo que la custodia de su bebé la tiene ella. De pronto se pone de pie y se dirige hacia el equipo de música, revisa los discos y coloca uno: Café del Mar Volumen 4. Ignacio sube el volumen y se vuelve a sentar. Yo lo miro detenidamente, algo más le pasa, no sé que es, pero me doy cuenta por sus ojos. Tomo y alzo la copa: “Salud viejo, por la soltería y por los viejos tiempos” el sonido de las copas se hace presente. Voy camino a la cocina, las botellas vacías ya están estorbando en la mesa por lo que las dejo en el depósito de basura. Al regresar Ignacio no está en el living, lo llamo, peo no responde. Espero que no me haga la que hacia antes: Simplemente desaparecer del lugar. Golpeo la puerta del baño de invitados... no hay respuesta. Lo llamo a su celular, por lo menos el sonido es dentro del departamento, camino en busca de él, está en mi habitación tirado sobre la cama muerto de curado. Le saco los zapatos y el cinturón, nuevamente de acuerdo de la ciudad X cuando estaba con Andrés. Yo hago lo mismo, me quito los zapatos, el cinturón y los artilugios varios con los que ando en los bolsillos, los dejo en el velador. Mientras me acuesto en la cama Ignacio se acomoda de lado, escucho un balbuceo que no logro entender muy bien. Apago la luz e Ignacio sigue hablando en clave de curado. Me acomodo para poder dormir y de repente Ignacio levanta la cabeza y dice: “Gracias por escucharme” le respondo con un “De nada, gracias a ti por confiar en mí, ahora duérmete” le doy un beso en la frente y se queda dormido. Por mi parte haré lo mismo, dormir.

1 comentario:

El joven dijo...

Creí que te referías a a hoy =P
hace bastante que no nos veíamos.

estamos en contacto, cuídate. Xau