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martes, marzo 19, 2013

Capítulo 21: Anhelando un alma perfecta.


Si bien Gustavo ha podido llevar a cabo su proyecto, aquél de oficinas y conjuntos habitacionales, ha logrado reunir a todos quienes alguna vez fueron parte fundamental en su vida. Al pasar por toda esa situación tan estresante para él en la parte emocional, Gustavo ha decidido dejar de lado tanta entrevista y reuniones con los ingenieros del proyecto. Por este motivo se retira de las canchas (como él le llama a la industria). Por lo que decide pasar nuevamente una temporada en el campo. Si bien Mercedes es su ama de llaves y su primera colaboradora en los negocios, ella se encuentra de vacaciones, su hijo la ha invitado a la gran ciudad. Por lo que Gustavo se ve en la obligación de arreglárselas solo en aquel espacio tan natural.

Si bien el resto de los empleados no tiene mayor desdeño en cumplir sus órdenes, ellos se encuentran reacios a su presencia en esas tierras llenas de verde. Creen que es una persona amargada y repulsiva. Que no es de fiar, y lo que es peor: creen que por ser homosexual les puede contagiar alguna lacra. Pero no todos piensan lo mismo. Antonio, un hombre apuesto le parece interesante. Lo ve cada vez que sale a caminar por el bosque. O en busca de alguno de los percherones que Gustavo tiene en los establos. Si bien no se dirigen demasiado la palabra, más que para un: “Buenos días patrón” o un “Hasta luego patrón” a Gustavo le simpatiza Antonio. Si bien es nacido en la zona, no tiene el mismo acento que el resto de los hombres que trabaja en las tierras. Además no pasa escuchando la típica música mexicana que escucha su ascendencia. Por el contrario, le molesta. Antonio escucha música con los audífonos puestos, a un volumen que a cualquier otro podría dejar sordo o con un grave daño en sus oídos. Pero a él no le interesa eso, solo escucha música alternativa, música rock sinfónica. Esto último es lo que le llama la atención a Gustavo, los acordes y sinfonías de esa música estridente para el oído de cualquier otra persona le cae bien. Recuerda cuando era más pequeño y cantaba en el coro del colegio. Si bien no tenía una voz de pito, podía alcanzar tonos muy bajos, los cuales a su profesora hacia sacar todo su interés. Ella creía que alguna vez Gustavo podría llegar a ser un gran cantautor. Si esto último a Gustavo le causaba gracia, nunca aprendió más allá de lo que era una cuarta o una octava de su tono, ya que para él, el cantar era solo un hobby.

Una tarde de verano, alrededor de la una de la tarde Gustavo ha vuelto del pueblo en la camioneta blanca. Es una cuatro por cuatro con todos los lujos que puede tener (hasta GPS). En la parte posterior trae mercadería suficiente para no volver a ir al pueblo por cuatro o cinco semanas más. Si bien dentro de la cabina la temperatura es agradable por el aire acondicionado, afuera el calor es asqueroso. Apenas abre la puerta para llamar a los empleados siente como comienza a sudar, por lo que rápidamente se saca la camisa a cuadros que lleva puesta. Para protegerse de la radiación en su rostro toma una chupalla y la acomoda en su cabeza. Ágilmente comienza a dar ordenes de que descargar con mayor cuidado y que no. De reojo ve como se acerca Antonio para ofrecer si ayuda, sin no antes quedarlo mirando con la boca semiabierta y lanzando un suspiro. Si bien casi nadie lo nota, Gustavo se da cuenta de esta acción, aprecia los movimientos oculares de Antonio. Sus ojos se centran en sus pectorales tonificados, su abdomen marcado y sus oblicuos perfectos. Para cualquier mujer esto sería un adonis en vida, pero para su dueño es el fruto de hacer una buena cantidad de ejercicio todos los días.

Gustavo entrega las órdenes a sus peones, mas Antonio aún embobado no capta con claridad la voz de su patrón por lo que decide quitar los audífonos de sus oídos. Al realizar esta acción tan sencilla, Gustavo toma ventaja y le ordena sacar las bolsas que se encuentran al interior de la cabina anterior de la camioneta y llevarlas a su habitación. Si bien, Antonio reacciona unos segundos más tarde contesta como es de costumbre: “Si patrón, a su orden” y parte rápidamente a ejecutar la acción comandada por el dueño de todas esas tierras.

Al ingresar a la casa, Gustavo es sorprendido por una de sus empleadas quien le trae una bandeja con un jarro con agua y cáscaras de naranja en su interior. El dueño, agradece si gesto y de una sola vez bebe casi el litro de agua fría ofrecida, el resto del agua lo usa para echárselo a una planta que se encuentra cerca de él, para luego seguir camino a su habitación. Al entrar en ella, sorprende a Antonio ordenando las bolsas sobre la cama. Si bien Antonio no se ha percatado de la presencia de Gustavo, este cierra la puerta y se acerca rápidamente y desconecta de un tirón los audífonos del reproductor que Antonio trae en su bolsillo. Esto desata la petrificación de su ser, cree que lo despedirán, que lo dejarán de patas en la calle, por lo que implora de inmediato palabras de disculpas. A lo que Gustavo responde con un “Cálmate, cálmate por favor, no te voy a despedir, solo te quería preguntar como se llama el grupo que estabas escuchando el otro día” a lo que Antonio responde temerosamente con un “El grupo se llama Nightwish, es Metal sinfónico” Si bien Gustavo asienta con la cabeza no saca si mirada de los ojos de Antonio, por lo que éste retrocede unos pasos introduciendo una de sus manos en el bolsillo en donde lleva el reproductor y ofreciéndoselo a Gustavo, quien gustoso lo recibe estirando uno de sus brazos marcados y abriendo la palma de su mano recibiendo el aparato, no sin antes observar la reacción de Antonio al tocar con sus dedos largos y suave la piel blanca la mano de quien le ofrece el artilugio electrónico. A lo que rápidamente Antonio baja su mirada enfocándola en la hebilla del pantalón de su patrón.

-Podrías dejar de decirme patrón y llamarme por mi nombre – dice Gustavo observando el aparato en sus manos.
-Peso patrón, la señora Mercedes me han dicho que siempre lo trate con respeto – responde Antonio bajando más aún la mirada.
-Lo entiendo, pero no es una sugerencia, es una orden, además el que me trates por mi nombre no hará que me faltes el respeto, o es que ¿acaso me equivoco? Por otro lado, casi tenemos la misma edad ¿o me he vuelto a equivocar? – repara Gustavo dirigiéndose hacia el escritorio en el cual tiene su computador portátil.
-Si es una orden suya si puedo pues don Gustavo.
-Don no, solo Gustavo.

Luego de observar la música que Antonio posee, Gustavo le devuelve el reproductor y le pide que se retire, por lo que Antonio se dirige raudo hacia la puerta. Antes de salir, Gustavo le vuelve a recordar que desde ahora solo de debe llamar por su nombre y le pide que se lleve una de las bolsas que se encuentra sobre la cama.
-Esa Bolsa es para ti Antonio, ábrela cuando estés solo – dice Gustavo sin si quiera levantar un solo hueso de su asiento.
-Gracias Gustavo, pero no tuvo para que molestarse – establece con una voz temblorosa.
-Tómalo como uno de tantos regalos más “Toño”... – replica Gustavo – ¿te molesta que te diga de esa manera?
-No, no Gustavo, para nada – dice retirándose definitivamente de la habitación.

Ya es de noche y Antonio no haya la hora de que se encuentre completamente solo para abrir la bolsa que su patrón Gustavo le ha obsequiado. Es una bolsa plástica color violeta, se encuentra sellada, en su interior Antonio se encuentra con una tarjeta, al abrirla se encuentra con un “Feliz Cumpleaños, espero que disfrutes tu regalo. Lamento no haber encontrado nada mejor” emocionado, Antonio abre el envoltorio de papel que se encuentra al costado de la tarjera. Cuidadosamente retira cada una de las cintas adhesivas que lo cubre. Una vez finalizado ese rito, procura observar detenidamente: es un celular de última generación, capaz de almacenar más de 1 terabyte de información. Desde simples imágenes hasta películas completas. En la misma bolsa se encuentra con unos audífonos inalámbricos y otra caja más. Es un disco del grupo que le ha mencionado a Gustavo. Si bien solo había descargado algunos temas, le sorprende tener un disco original en sus manos. Esto definitivamente le alegra lo que le queda del día, pero le llama la atención de que su patrón se haya comportado de esa manera. Sin embargo lo inunda otra duda más ¿qué será de César? ¿Cuál es la razón de no haber recibido alguna carta o llamado para su propio cumpleaños?

1 comentario:

Mr. Croft dijo...

ese gustavo es un coqueto xd... pero un poco lento, yo me hubiera aprovechado de antonio en la pieza jajajaa, interesante el rumbo que va tomando la historia... y césar quién será? :O!!!!
paulo cada vez quedo más metido! :)