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martes, julio 25, 2006

Historia 2: Cuídalo De La Crisis. . .

Creo que al fin lo puedo aceptar. Después de 2 años desde que te fuiste de casa. . . todavía recuerdo cuando te parí era una fría noche de invierno. Tu padre aún no llegaba del trabajo. Estaba sola en esta inmensa ciudad, la cual se hacia cada ves más solitaria. En esos tiempos el tener teléfono aun era un lijo que solo los ricos podían tener, para que hablar de un automóvil. Había empezado con las contracciones a eso de las 2:30 de la mañana, la matrona me había dicho que si seguía con mas de 4 contracciones en 6 minutos, me tenía que ir al hospital (el cual quedaba a las afueras de la cuidad en esos entonces). Tu padre se suponía debía llegar a eso de las 2 AM. Pero aun no lograba entender que pasaba, salí de casa lo más rápido que pude, con un pequeño bolso en el cual llevaba unos pañales y ropa de algodón, la cual me había regalado mi madre hace unos mese atrás. Me dirigí rápidamente a la casa de uno de los vecinos, los cuales aún no conocía muy bien, pero sabía que tenían un teléfono el cual me podrían prestar para llamar a la ambulancia, la fuente ya se había roto. El olor a cloro era impresionante, sentía todo el camisón mojado, como si me hubieran tirado un balde con agua. Al llegar a la casa de mis vecinos golpeé la puerta con una fuerza increíble, ellos después me confesaron “creímos que eran los carabineros” a lo que no pude decir mas que “perdóneme vecino”. Ellos al abrir la puerta quedaron impresionados al verme estilando, con un bolso en la mano y una frazada a medio cubrir mi espalda.

La ambulancia tardo mas menos 15 o 20 minutos en llegar, la explicación que me dieron fue: “tuvimos que ir a rescatar a un obrero que tubo un accidente” dentro de mi desesperación por llegar luego a maternidad, la verdad, me importaba muy poco lo que había pasado antes de que me atendieran. Al llegar al hospital veo el auto del jefe de tu padre. Mi útero se contrajo y lance mi primer grito, sabía que algo malo estaba ocurriendo. Entre al pabellón de parto con 8 centímetros de dilatación, tu nacimiento ya era casi inminente, pero aun estaba angustiada. . . Tu padre aun no llegaba. Habíamos quedado de acuerdo que si yo tenia que venir al hospital de noche a parirte le dejaría una nota sobre la mesa y el se vendría. Pero ya eran más de las 4:30 AM y aun no aparecía. Entre tanto ajetreo de la ambulancia, el bolso, la frazada y los gritos de las contracciones, la matrona de felicitaba por ser tan fuerte en esos momentos, de un momento a otro escuchaba como los halagos se convertían en gritos de desesperación. Mi hija ya había nacido, pero mi útero no se contraía, empecé a sudar mas helado de lo común en esas situaciones, sentía comos las voces se transformabas en susurros, mi corazón ya no latía con la misma fuerza como lo hacia hace unos 15 minutos atrás.

Siento el llanto de un infante. . . Tiene hambre – pensaba – después de unos segundos abrí mis ojos. Las primeras imágenes que recuerdo son unas Paredes Blanca. En esos momentos me sentí más sola que nunca. Al parecer tu padre s dio cuneta y se acerco de inmediato – tranquila, me dijo – en esos momento volvió mi alma al cuerpo – no te muevas la niña esta bien- mi angustia ya se había ido al escuchar esas palabras, mi esposo y mi hija estaban bien.

Según me cuenta tu padre esa noche su jefe había tenido un accidente por fortuna no paso a mayores, nada que un yeso y unas semanas de reposo no sanaran. Años después le pregunte a tu padre acerca de aquella noche, le pedí que me explicara por qué había sido el quien acompaño a su jefe al hospital, a lo que no me respondió muy bien, ya que según él lo hacia recordar todo lo que yo sufrí esa noche para poder tenerte. La verdad es que siempre me quedaré con esa duda, pero prefiero evitar malos ratos.

Cuatro años después que nacieras nació tu primer hermano, un robusto varón de 56 centímetro y 3650 gramos. A los 2 años después tu segundo hermano, el cual desde su gestación fue un poco más especial que ustedes 2 ya que se movía de una manera increíble. Esta ves tu padre ya tenia un sueldo mucho más elevado así que opte por la cesaria. Desde que nació confirme lo que presentía: este niñito serás más especial que ustedes, necesitara más atención. No es por discriminarlos, pero es así y ustedes dos lo saben muy bien.
Años después cuando ya te habías titulado y tu hermano menor llevaba el segundo año de universidad me di cuenta que el menor de todos estaba mas solo que nunca, tu padre todo el día en el trabajo y yo sin poder hablarle ya que según él yo “no cachaba la onda”. El problema es que no podía hacerlo ya que pasaba todo el día encerrado en su pieza o en la casa de su amigo. Hasta que una vez lo encontré llorando a mares en su pieza, la puerta había quedado junta y yo recién venía llegando de la feria. Le pregunte: ¿por qué lloras hijo? – a lo que me respondió: mamá, usted no entendería. En esos momentos mi corazón sufrió un colapso. No podía creer que mi hijo me diera una respuesta de esa clase, tal vez no era la que yo esperaba, en esos momentos me di cuenta que había crecido un poco mas y yo no me había percatado. Hable con tu padre y le comente el incidente, lo que me sugirió llevarlo a un psicólogo.

Un día en la tarde lo fui a retirar antes que saliera de clases, la excusa fue algo sencilla, necesitaba que me acompañara a hacerme unos exámenes, eso si que me tenía que esperar y como él no conocía muy bien el lugar se iba a quedar con un amigo (el cual era el psicólogo). A lo que no tuve muchos reparos por parte de él. Después de unos 45 minutos entre en la sala donde lo había dejado instalado. al verla mirada que tenia supe de inmediato que tenia mucha rabia, y no solo por el engaño, si no por que no le había consultado nada antes de llevarlo. Mi sorpresa fue inmensa cuando el especialista me dijo: ¿cree que puedan asistir usted con su marido a mi consulta? A lo que respondí con una leve sonrisa en los labios: “depende del turno que este marido”. En ese momento tu hermano se introdujo en la conversa y agrego: “pero mamá el papá esta libre toda esta otra semana, creo que deberían venir ustedes por que al parecer el que tiene problemas en estos momentos no soy yo, si no que ustedes, y al parecer son problemas sexuales”. Agrego con cara de maldad.

Tres semanas después logramos darnos cuenta que nuestro hijo menor es más especial de lo que creíamos, por lo que le pido el apoyo a ustedes que son mayor que él. Les pido una completa aceptación por su parte ya que en estos momentos esta cruzando por una “crisis” según dice el psicólogo.

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