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domingo, septiembre 10, 2006

Historia 9: ¿Dónde Estoy? Destino Desconocido.

No me fue nada agradable romperle el corazón a mi madre. El cerrar la puerta sólo abrió una nueva etapa en mi vida.

Caminé en medio de la ciudad, quería gritar en medio de la cuidad, pero no sacaba nada con hacerlo. El amor de mi vida se perturbó por una sombra del pasado la cual lo seguirá por el resto de su vida, un pasado que para mi es un fantasma que me agobia en cada ocasión de mi presente.

Estando en el Metro veía la cara de aquellos que al igual que yo estaban preocupados de sus problemas. Sentado en una de las butacas me percate que alguien me estaba observando detenidamente. Al volver a pestañar me di cuenta de una sonrisa en su rostro. No pude evitarlo y también sonreí. Gesticulé mis labios un hola, la respuesta de mi receptor fue una carcajada. Por lo menos me logró despegar los pies de la tierra por uno instante. Ese bebé de no más allá de 1 año y medio me dio una esperanza, pero su madre me volvió los pies a la tierra cuando se dio cuenta de los gestos que le hacía al pequeño. Baje mi mirada y volví a mis preocupaciones.

A esa hora de la noche ya no sabia que hacer, no podía acudir a cualquier parte o persona. Mi intención no era que todos se enteraran que estaba huyendo del fantasma así que decidí llamar a mi mejor amigo, por desgracia no contestó ninguna de mis llamadas, sólo me desviaba al buzón de voz por lo que le dejé unos mensajes, al colgar por última vez realmente me sentí desprotegido. Una ruptura amorosa, un quiebre con mi familia y un amigo ausente irrumpió mi alma. Mi nerviosismo se hizo más grande aún.

Lo único que desee en esos momentos fue desaparece de la vida de todos, por lo que fui a un Terminal de buses. De inmediato me dirigí a la boletería.

-Buenas noches.
-Buenas noches, ¿Tiene pasajes para el próximo bus?
-¿Cuál es su destino?
-No lo sé. Algún bus que vaya lejos.
-Si señor, pero necesito saber a dónde desea viajar.
-¡Ni yo lo sé!, ¿el próximo bus en cuánto rato mas sale?
-En 45 minutos más. El destino final es Valdivia.
-Muy bien, véndame un pasaje, que sea para la ventana.
-El número 34 está disponible, serían $24.500
-Ahí estaría el dinero. ¿El bus ya esta en el andén, se podría dejar el equipaje al tiro en el bus?
-Si señor, el bus ya esta recibiendo los pasa a los pasajeros. Disculpe señor, ¿Se siente bien?
-La verdad no, por eso quiero un pasaje lejos de aquí. Buenas noches.

Dejé el equipaje en el bus, mientas hacia la hora para la salida fui a una cafetería del mismo Terminal. Pedí algunas cosas para el camino y algo más para comer antes del viaje: un chocolate caliente, un sándwich, un agua mineral y unas galletas. Después de haberme tomado el chocolate fui al baño de la cafetería, no precisamente para hacer mis necesidades, sino que para fumarme un porro. Cuando lo encendí y aspire la primera bocanada logré relajarme un poco. Por fortuna nadie interrumpió mi ritual. Al terminarlo fui al andén con mis compras de último momento. Abordé el bus y partió rumbo al sur del país. Una vez cortado el boleto caí dormido con los ojos lloros.

Desperté 5 o 6 horas más tarde. Ya de madrugada no sabía donde estábamos, sólo sabía que el bus estaba detenido esperando el abordaje de otros pasajeros. Aproveche el instante para bajar del bus y pedir mi equipaje. Le explique al auxiliar que bajaría antes de mi destino final. Ya con los bolsos abajo me detuve a ver como el bus retomaba su curso al sur. Detenido escuche por alto parlante: “Se anuncia la salida bus con destino a Valdivia”. Espere pacientemente hasta que se acerco un taxista a peguntarme donde iba, a lo que respondí: “Lléveme a la plaza central”

Una vez en la plaza le pregunte al chofer: “¿En que cuidad estamos?” con asombro me miró y me respondió. Luego le pedí que me llevara a alguna residencial cerca para dormir un poco más. Le pagué la carrera y le pedí alguna tarjeta de presentación por si necesitaba de sus servicios nuevamente.

Ya registrado en la residencial me condujeron a mi habitación, la cual se caracterizaba por tener un ventanal inmenso con una vista espectacular hacia toda la ciudad. Antes de despachar al encargado (el cual era joven, atractivo, simpático y para mi asombro pertenecía al clan) pedí que me trajera el desayuno. Mientas comencé a desempacar algunas cosas para darme una ducha rápida antes de acostarme nuevamente. Al salir del baño sonó la puerta, era el desayuno. Le dije al encargado que lo dejara sobre el velador, su nerviosismo era evidente al dar vuelta uno de los vasos. – No te Preocupes, suele pasar – dije – Supongo que estas de saliente de turno – a lo que me respondió con una afirmación. ¿Mañana en la noche también trabajas?, por que si es así me podrías orientar un poco acerca de esta ciudad. El encargado respondió asombrado por mi petición con una nueva afirmativa, luego se retiró. Al terminar de comer encendí un porro, nuevamente mi ritual terminaba invicto de molestias.

En la cama, acostado, mirando el techo me pregunté ¿Qué estarás haciendo en estos momentos? Esa misma pregunta me hice cuando llegue al campo.

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