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Espero que les gusten las historias. Dejen su marca una vez leidas.

viernes, octubre 26, 2012

Vida 16: Figuras en el techo


Echado en la cama. Mirando al techo y buscando esa forma que vio hace un rato

Mientas la música suena en el primer piso, de la casa de sus padres, Osvaldo yace echado en la cama de 2 plazas mirando el techo buscando la forma que vio hace un momento atrás. A su lado se encuentra ese aparato que lo acerca al mundo informático. Su computadora, ya es vieja y cuenta con el presupuesto para comprar una nueva, pero Osvaldo prefiere mantenerla hasta que sucumba sola. De pronto el sonido característico de la red social alerta a su oído. Alguien ha comentado una publicación. Resulta ser su primer gran amor… ¿curiosa situación o simple coincidencia? Al revisar el comentario lee: “Me Gusta” inevitablemente lanza una sonrisa que le hace recordar el pasado, aquel primer amor. Ese amor que se juraron sería para toda la vida… mas, ¿qué ha pasado? Esa relación se ha terminado hace más de una década, pero es inevitable recordar todo lo bueno y malo. Mirar atrás y ver como no todo era color de rosas ni tan oscuro como se creyó alguna vez. Pero, a pesar de que ya es pasado y varias otras parejas ha tenido Osvaldo, le es inevitable estar solo.

“Es tu temperamento; es tu carácter; tu personalidad, eres poco demostrativo, eres desagradable, eres cinco, antipático, pesado, burlesco y mandón” son solo alguno de los calificativos que le han ducho sus parejas al momento de terminar. Eso Osvaldo lo tiene asumido y ha aprendido a vivir con ello, pero le cuesta entender porqué siempre se quedaban con el vaso medio vacío.

Mientras encuentra otra figura en el techo, Osvaldo comienza el transe para quedarse dormido, cuando siente que algo brinca sobre la cama y comienza a saltar justo a su lado. Con los ojos cerrados reconoce el olor que emane de casa salto. Es su sobrina, quien lo viene a buscar ir a realizar unas compras al supermercado.

Ya camino al supermercado, Osvaldo ve cómo su hermosa sobrina Esmeralda señala cada auto que pasa en sentido contrario. Al llegar y bajar en el estacionamiento, Esmeralda lo toma de la mano de forma instintiva, inmediatamente Osvaldo la sube en sus brazos para no perderla mientras caminan por los pasillos buscando los productos solicitados por su cuñada, de pronto su teléfono celular suena, es su hermano Carlos (padre de Esmeralda) le llama para hace algunos alcances respecto a las compras.

Al llegar a casa con las compras ya hechas, Esmeralda corre dónde sus padres irradiando sonrisas y carcajadas de felicidad mientras les grita que su tío ha salvado a un cachorro de ser atropellado en la vía pública. Metros más atrás Carlos, su mujer y Esmeralda miran a Osvaldo bajar algunas de las bolsas con la mercadería en una se sus manos. En la otra mano trae al cachorro que ha rescatado de la muerte. Mientras se acerca hacia la familia les queda mirando y lanza una sonrisa diciendo: “Lo siento, pero tenemos nuevo integrante en la familia. Se llamará Troll, el conchudo se acaba de mear en el asiento de tú auto… ah, y no le digas nada a Esmeralda. Fue idea mía el traer el perro a casa”

jueves, agosto 30, 2012

Vida 15: Emocional Radical


Ha de confesar que miro hacia atrás y pienso: ¿Qué hubiera sido de mi contigo a mi lado? Bueno, la verdad lo desconozco, pero me traslado al presente y me repito: has madurado tanto que da miedo acercarse a ti.

Fuiste emocional, yo racional, parecía una mezcla perfecta e incluso carnal, mas la perfección para nosotros los humanos no existe. Por lo menos, para mi, no. Bueno, bueno, eso es lo malo de ser racional y radical. O es o no es la huevada…

Me da risa, nostalgia, pena y alegría el recordar todos los mensajes que creí haber eliminado y de la nada aparecen en esta fecha.

La sobrevaloración de la persona me jugó una mala pasada… también a ti. Llantos, engaños, desilusiones y desamores se han visto enredados entre las paredes de mi cerebro. Pero de eso tú no sabes nada… o por lo menos eso prefiero creer.

jueves, junio 02, 2011

Capítulo 20: Estrado.

Mientras esperaba a que llegaran el resto de los invitados, en su cabeza daban vueltas los recuerdos que había vivido en la cena pasada. Es más, le excitaban aquellos recuerdos. Fue en ese momento cuando uno de los invitados se acerca a saludarlo. Gustavo al levantar la mirada se da cuenta que es Andrés. Es en ese instante cuando confirma que ha vuelto de Europa. Andrés se encuentra acompañado por un muchacho de piel blanca, quijada cuadrada, hombros anchos y le sobrepasa en estatura por varios centímetros. Este joven resulta ser su pareja a quién ha conocido en el viejo continente. La impresión de Gustavo es gigante al ser uno de los invitados menos esperado. Un sonido gutural sale de su garganta y trata de saluda como a uno más de los asistentes a la gala de su nuevo proyecto inmobiliario (un edificio para privados, el cual contempla un barrio residencial y otro empresarial) Al estirar su brazo siente como comienzan los espasmos en su mano. Andrés es el último en darse cuenta al tener sus ojos clavados en los de su ex pareja. No así Philippe, quien observa como ambos tiritan. Andrés muere por abrazar a Gustavo, pero sabe que no puede y no debe, mas Gustavo si lo hace. De un tirón lo acerca hacia él. Es en ese momento cuando ambos pechos se juntan y cada uno vuelve a sentir los latidos del otro.

El tiempo es más de lo esperado y el resto de los invitados comienzan a acercarse más y más para saludar a Gustavo, acompañado de un aclaramiento de garganta de Philippe ambos se separan. Para pasar el pequeño inconveniente, Gustavo se desentiende y saluda muy rápidamente a Philippe con fuerte apretón de manos. Luego los invita a ser parte de la gala de esa noche.

Haciendo un pequeño gesto al resto de los invitados con sus manos aun temblorosas, emprende su marcha hacia una de las escaleras de aquel salón. Rápidamente comienza a bajarlas y comienza su caminata veloz hacia uno de los patios de estacionamientos. Una vez afuera logra escuchar solo el ruido de un auto que se aleja. Los temblores de sus manos se han ampliado y dirigido hacia sus piernas. Es inminente el estrés que ha sufrido. Tiene la sensación de que se puede caer por lo que se apoya contra uno de los muros del subterráneo. Su mente está en blanco, ha olvidado todo lo que debía decir en la gala. Solo escucha el ruido del auto alejarse.
Una gota le recorre la mejilla y cae hasta el suelo. Si bien no siente las ganas de llorar, sus ojos la han dejado caer al verse rebalsados por tanta sorpresa. Gustavo saca de su pantalón un pañuelo y seca las lágrimas y el sudor de su frente. Siente si piel fría y pálida. Dos grandes suspiros le logran tranquilizar un poco. Al percatarse de que ya está más calmado, busca en uno de sus bolsillos su celular. Al tenerlo entre sus dedos, éste comienza a vibrar. Al ver el visor en un número desconocido, de inmediato trata de digerir el nudo que tiene en su garganta y contesta. Es una de sus secretarias coordinadoras de la gala, le informa que el resto de los invitados lo están esperando para saludarlo.

A Gustavo no le queda más que subir de inmediato. En esta ocasión espera a que el ascensor llegue. Dentro de éste comienza a respirar lo más lento posible para poder calmar su ansiedad. De pronto el ascensor se detiene y abre nuevamente las puertas. Es su piso. Al dar el primer paso su secretaria lo aborda por el codo y lo dirige hacia la recepción. Ahí le indica a quienes han preguntado por él. Su secretaria le muestra y lo dirige a dónde ha ubicado a estas 4 personas. Son: su compañero de universidad Ignacio; Mercedes, su ama de llaves en su casa del sur, junto a su nuera y su hijo, Tomás, su primera pareja sexual. (Si la sorpresa de ver a Andrés esto ya lo superaba con creses).

Ignacio, Mercedes, Tomás y su esposa al darse cuenta de que Gustavo se viene acercando voltean para saludarle, unos pocos metros más allá Andrés y Philippe también comienzan a dar pasos de acercamiento. Afortunadamente la agilidad de su secretaria lo logra zafar de esta situación redireccionándolo hacia uno de los estrados. Gustavo atónito voltea su cabeza para saber el lugar en dónde han quedado aquellas personas. Desde la distancia Mercedes le lanza unos besos con sus manos arrugadas por el paso de los años, mientras que el resto le muestra señales de apoyo con sus pulgares.

El discurso ha sido excelente, es momento de bajar del estrado y enfrentar la realidad... esas 6 distintas realidades que alguna vez vivió de forma tan intensa, y que aún le afectan.

sábado, julio 10, 2010

Capítulo 19: Lluvia Rubí.

A esta altura de la vida ya nada logra llamar la atención de Gustavo, pero estuvo a punto de telefonearle, pero se logró convencer de que ya era parte del pasado. Que ya no valía la pena derramar ninguna lágrima más. Ese fluido color rubí... ese líquido es vital... sobre todo... sobre todo es vital para Gustavo.

Hace más de dos años que no logra llorar. Aunque tenga ese nudo en la garganta. No logra concebir que ni una sola gota caiga y se derrame por sus mejillas, para luego ser secadas con su mano, o simplemente termine en el suelo estallando como una copa de cristal. Ni si quiera con la separación de sus padres pudo desahogar su corazón. ¿Será que ya no siente, o es que acaso su corazón está tan frío como un témpano de hielo que sólo late por latir?

Luego de meses que han pasado desde la partida de Andrés hacia el extranjero, Gustavo ya no es el mismo de antes. Claro está que Ignacio se ha vuelto parte de su vida, pero aún así, ambos saben cual es su futuro. Ignacio preocupado por su hija. Y Gustavo perdido en el mundo nocturno que le ha caracterizado por tantos años. Por esto mismo las cosas se ven dificultadas para ambos. Por lo que cada vez que están juntos es solo por la compañía o por el deseo carnal, del cual ambos lo tienen asumido, es más, se podría decir que son un tipo de pareja puertas afuera... pero con exclusividad sexual.

Han de salir una noche a divertirse a una de las discotecas de la ciudad. Pero antes de eso se dirigen al cine y luego a comer una tabla de quesos en uno de los Pub más concurridos de ese momento. Después de unas copas de vino en el cuerpo Ignacio se dirige al baño, dejando su teléfono en la mesa. Por lo que Gustavo inconcientemente comienza a registrarlo, sin saber con la sorpresa que se llevará. Las imágenes guardadas en la memoria del móvil son elocuentes y de acuerdo a la realidad que ambos viven.

Ignacio es una persona joven, que recientemente está abriendo los ojos al mundo homosexual, por lo que aprovecha cada oportunidad... eso está claro, por lo que Gustavo decide dejar de intrusear su teléfono, colocándolo nuevamente en la mesa justo momentos antes de que Ignacio regresara del baño. Una vez reestablecida la conversación y después de pedir la cuenta, ambos se dirigen a bailar.

Como es de costumbre, cada uno paga su entrada. Una vez adentro de la discoteca, se dirigen a la barra para cobrar un trago, a continuación se acercan a la pista para bailar lo que les queda de la noche. Después de tanto ajetreo y un par de tragos más, sus cuerpos ya no reaccionan ante los bajos de la música. Por lo que se retiran del recinto. Siguen caminando hasta encontrar un paradero. Mientras comentan la noche Gustavo al ver que se aproxima un taxi lo hace detener con su dedo, rápidamente abre una de sus puertas y le consulta algunas cosas al chofer. Al responderle, Gustavo llama a Ignacio y le invita a subir de los primeros, por lo que le sede el lugar, dejándolo pasar. Ya adentro, Ignacio mira a Gustavo, pero este baja la mirada cerrando la puerta y golpeando el parabrisas trasero en señal de estar saldada su cuota. Velozmente el taxista acelera para dejarlo atrás. Ignacio en medio del caos se da vuelta para mirar a Gustavo, el cual se encuentra haciéndole señas de adiós. Sorprendido, Ignacio de la situación saca su celular y decide llamarle y preguntarle qué es lo que ha sucedido.

Mientras Gustavo voltea la mirada y comienza a caminar en sentido contrario, siente la llamada entrante de Ignacio. Le pide explicaciones, pero Gustavo solo le responde con: “¡Exclusividad!... pero eres muy pendejo como para lograr entender... nada más, disfruta de la vida, adiós” luego de terminar la llamada Gustavo apaga su celular y sigue caminando, hasta encontrarse con una de las grandes arterias de la ciudad. Sabe muy bien que si vuelve a su departamento Ignacio lo estará esperando, por lo que decide no llegar a el y buscar alojamiento en uno de los hoteles que logra apreciar en la avenida.

Una vez registrado y ya en la habitación, toma el teléfono y llama al conserje del departamento para indicarle los pasos a seguir con Ignacio. Después de colgar, llama al servicio a la habitación para solicitar una botella de Vodka. Mientras espera ansioso, recuerda nuevamente a Andrés. Recuerda aquel verano en el cual se conocieron y descubrieron, por lo que a la llegada del Vodka sus ojos están como el rubí... rojo, sin ninguna otra expresión.

Al despertar, Gustavo se ve enfrentado a una que no es su realidad. La resaca es increíble, todo le da vueltas y el dolor de cabeza es insoportable. El haberse bebido solo una botella de Vodka no logró sacar de su cabeza el pasado que lo atormenta. Toma su teléfono y lo enciende, el resultado final es: diez mensajes de texto, veinte llamadas perdidas y 10 mensajes en el buzón de voz. Rápidamente echa un vistazo. La gran mayoría son de Ignacio, unas del conserje y una de un número que no conoce, por lo que asume que es Ignacio.

Mientras camina al sanitario para lavarse el rostro, su teléfono vuelve a sonar, por lo que se devuelve y contesta la llamada. La voz es conocida y muy particular, pero aún así no logra identificarla. Mientras sigue la conversación, Gustavo trata de recordar, pero no lo logra. Prefiere no preguntar con quien habla para no quedar mal con quien está al otro lado del teléfono. Al finalizar la llamada se vuelve a tender en la cama para analizar la situación. Le es intrigante saber con quién estaba hablando, aún así no logra recordar, y mucho menos ahora que está con la resaca, por lo que decide volver a dormirse y esperar a que se le pase esa sensación. Antes de volver quedarse dormido, siente que caerá de la cama, esa sensación de vacío que lo vuelve a poner en alerta. Gracias a ese vacío se da cuenta quién le ha llamado hace unos segundos, por lo que trata de devolver el llamado. Desafortunadamente, la comunicación no conecta desatando en él la ansiedad necesaria como para hacerlo levantar, ducharse y salir del hotel con rumbo a la ciudad X.

jueves, julio 01, 2010

Capítulo 18: Estallido.

Luego de pasar el verano con Tomás y volver a la capital Gustavo lo sigue llamando en forma diaria, pero Tomás, a medida que va pasando el tiempo ya no contesta su teléfono, tampoco responde los corres que le enviaba al internado. Paulatinamente Gustavo también deja de escribirle y llamarlo hasta que pierden por completo la comunicación. Lo único que logra saber es lo que le dice Mercedes cada vez que la llama para saber cómo van las cosas en el sur.

Pasan los años y Gustavo ingresa a la Universidad. Es ahí cuando conoce a Ignacio. Al pasar ya más de un semestre, su confianza se ha afiatado cada vez más, pero no la suficiente para confesarle su verdad.

Como era de costumbre, Gustavo e Ignacio se sentaban juntos al final de la sala para poder tomar algunos apuntes, copiarse en algunas pruebas o para tratar de pasar desapercibidos cada vez que ambos salían de juerga y llegaban a clases con resaca. Una mañana al ingresar un poco atrasados a clases Gustavo recibe un mensaje en su celular:

“Querido amigo, sé que no hemos hablado en mucho tiempo, pero quiero pedirte que seas mi padrino en mi matrimonio, el que se realizará en dos semanas. Por favor respóndeme a la brevedad. Tomás”

El rostro de Gustavo al terminar de leer el mensaje se tornó blanco, bajando el celular a la altura de las rodillas, su mirada se perdió en el suelo, dejando caer el celular. Ignacio lo ha quedado mirando con cara de extrañeza y levantando uno de sus brazos le toma por el hombro y le pregunta si encuentra bien. Gustavo quita de inmediato su mano del hombro con un movimiento brusco y sale rápidamente de la sala pegando un portazo.

El profesor que se encontraba pasando su cátedra dirige su mirada hacia donde ha quedado Ignacio, atónito por la reacción de Gustavo. El profesor le pregunta a Ignacio qué ha sucedido, a lo que le responde levantando los hombros en señal de no saber. Luego de unos segundos el profesor se acerca hacia el puesto y le sugiere a Ignacio ir a ver que sucede con Gustavo. Por lo que ágilmente toma el celular tirado en el suelo y los cuadernos y mochilas para salir corriendo de la sala.

En el patio Ignacio logra ver cómo Gustavo se dirige a uno de los baños que se encontraban en la facultad, por lo que inicia la carrera para lograr preguntarle que es lo que ha pasado. Mientras corre Ignacio le grita su nombre para poder llamar su atención. Al ingresar en el baño Gustavo se encuentra de pie, apoyando sus manos en uno de los lavamanos. Todo su pelo, espalda y rostro se encuentran mojados. Sus ojos están rojos, llenos de rabia y coraje. Ignacio al verlo en esa postura se le acerca para preguntarle qué ha sucedido. A lo que le responde con una negativa, moviendo su cabeza en señal de desaprobación. Ignacio al acercarse unos pasos más, ve cómo Gustavo empuña una de sus manos y lanza un golpe directo hacia el espejo que tiene en frente, saltando los trozos de vidrio hacia su cuerpo y el resto hacia los costados. Dejando la mano empuñada unos cuantos segundos, hasta que comienzan a salir las gotas de sangre que caen por entre medio de sus dedos hacia el lavamanos.

Horrorizado por la escena Ignacio se acerca para poder enfrentarlo, al mirarlo a los ojos estos siguen rojos, en su rostro hay algunos trozos de vidrio incrustados. Su mandíbula se aprecia rígida y con una postura de ataque inminente ante cualquiera que se le acerque. Al entender esto, Ignacio lo desafía retándolo a que lo golpee a él también, levantando los puños de las mangas de su polerón. Acercándose y dándole un empujón justo en los hombros, a lo que Gustavo responde de la misma manera, pero esta vez Ignacio se logra hacer un poco más atrás tomándolo por debajo de los brazos y sellándolo en un nudo con sus manos. Gustavo trata de zafarse dando golpes en las costillas de Ignacio, pero este se queda quieto, conteniéndolo y apretándolo cada vez más fuerte, hasta que comienza a gritarle:

-¡Cálmate!
-¡¡No huevón... suéltame concha de tu madre!!
-Gustavo, ¡Cálmate!, no te voy a soltar hasta que me digas que te ha pasado – responde Ignacio diciéndoselo justo a la oreja – Sigue pegándome huevón, pero no te voy a soltar hasta que te ¡CALMES!

Luego de haber repetido estas palabras unas tres o cuatro veces Gustavo logra calmar su enojo dándose cuenta que Ignacio lo tiene prácticamente abrazado y no lo soltará hasta que no detenga su violento accionar. Al dejar de golpearlo, Gustavo comprende que el abrazo de su propio amigo ha servido de consuelo ante la noticia recibida.

Ignacio toma a Gustavo y lo pone frente a uno de los lavamanos para que se enjuague las manos llenas de sangre. Mientras Ignacio le revisa la cara y quita los tozos de vidrio que se le han incrustado. Sin decir más y ya secando sus manos en un trozo de papel, Gustavo saca las llaves de su automóvil y se las entrega Ignacio, diciéndole:

-Perdón viejo, de verdad perdóname, no sé porqué reaccioné así contigo.
-Gustavo, todos tenemos nuestro día de furia – le responde con un tono comprensivo – pero por favor ahora vámonos de aquí antes de que todos llegue a ver que pasado... y respecto a tus cosas y tu mochila está dentro de la mía. Ahora te voy a dejar a tu departamento, no puedes manejar así.
-Ignacio, por favor hoy no me dejes solo – dice con una voz angustiosa – de verdad no me encuentro bien.
-Descuida viejo, ahora vámonos y pasamos a comprar algo para comer y me explicas qué es lo que ha sucedido.

En el camino al supermercado nadie dice nada. Cuando ya van camino al departamento de Gustavo, justo frete a un semáforo en rojo, Ignacio le entrega su celular. Al recibirlo lo enciende y revisa nuevamente el mensaje. Mientras, Ignacio lo mira de reojo y aprecia cómo Gustavo logra eliminar solo un par lágrimas, una de ellas cae directo a la ropa de Gustavo. Mientras la otra es alcanzada por Ignacio, quién ha estirado su mano para poder secarla. Al terminar de hacerlo se da la luz verde por lo que Ignacio acelera rumbo al departamento.

En el estacionamiento y ya a punto de acender hacia el hogar de Gustavo, Ignacio le da a entender que él no le preguntará cosas, pero que confía en que sea él mismo quién se las cuente. Gustavo sigue deshaciéndose en excusas y tratando de desviar el tema.

Al ingresar al departamento Ignacio prepara las cosas para poder comer, mientras Gustavo se hace algunas curaciones en sus nudillos y rostro. Al salir de su habitación, la mesa ya está lista, la televisión encendida en el programa del matinal. Ignacio lleva las tazas con el agua hervida. Mientras Gustavo lanza algunos comentarios hacia lo que sucede en el set de televisión, pero Ignacio tiene su mente puesta en otro lado...

Mientras Ignacio bajaba las escaleras de la facultad para correr detrás de Gustavo, éste alcanzó a leer todo el mensaje que había recibido en el celular. Al entender lo que sucedía, y después de la reacción de Gustavo en el baño, Ignacio lo apagó discretamente sin decirle que lo había entendido todo.

viernes, junio 25, 2010

Capítulo 17: Despertares.

Mercedes es una mujer de campo, toda su vida la ha dedicado a servir a la familia de Gustavo, por lo que lo conoce desde que nació. Ella era más que su nana, era si amiga, confidente y hasta su segunda madre. Una vez que sus padres se separaron, fue ella la encargada de consolarlo cada vez que Gustavo sentía pena, o de celebrar las alegrías en aquellas vacaciones que las pasaba en el campo.

Finalmente, Mercedes es la encargada oficial de administrar algunos de los recursos que las tierras de Gustavo. Por lo que él le ha dado tantas libertades... pero sin embargo hay una sola razón que a Gustavo se siente unido a ella. Es Tomás, su hijo. Desde pequeños Gustavo y Tomás han jugado juntos en aquellos momentos de ocio. Aunque, para la madre de Gustavo no le agradara de que su propio hijo se juntara con la servidumbre, él aún así lo hacia, desafiando las ordenes de su misma madre. Encontraba ilógico de que dos personas no pudieran entablar una relación, por lo que le valió más de algún castigo al ignorar las órdenes de su madre.

Al pasar los años la amistad de Gustavo y Tomás se logró afiatar una vez que el mismo Gustavo se echó la culpa por una acción de Tomás. Lo que le valió el castigo de su padre. Tomás al tomarle el peso a lo sucedido decidió: nunca más dejar que pasara lo mismo, por lo que siempre protegió a Gustavo. Aunque Mercedes se daba cuenta de algunos hechos, ella se hacia la desentendida y dejaba que ellos mismo solucionaran los problemas.

Al fallecer el padre de Tomás, Mercedes optó por lo más sano. Según lo que ella misma creía: enviarlo a un internado cerca de la ciudad. Ese mismo verano, Gustavo al enterarse de lo que su propia nana había hecho la condenó, desafiándola a que hiciera lo mismo con él. Pero como toda nana no pudo más que seguir las ordenes de su patrón y no tomarle importancia.

Al pasar los años. Con un poco de madures en el cuerpo Gustavo se dispuso a hablar seriamente con Mercedes acerca de su hijo, el cual hacia en un internado. Luego de algunas conversaciones Gustavo logra sacarle un poco de información a Mercedes. La suficiente como para saber el lugar exacto donde se encontraba, al pasar algunas horas, Gustavo logra convencer a su padre para que le preste uno de los vehículos para ir a la cuidad con la excusa de ir a comprarse ropa. Por lo que su padre accede.

En la misma ciudad Gustavo saca de su billetera las direcciones y calles que había anotado después de hablar con Mercedes en el campo, para luego dirigirse a ellas. Una vez en el lugar se baja de la camioneta y camina rápidamente hacia la entrada principal del internado sin no antes bajar un bolso el cual se veía lleno de cosas.

Al tocar la puerta y después de identificarse y llamar a Tomás, Gustavo se reúne con él en uno de los salones, rápidamente Tomás lo dirige hacia su habitación para tener una conversación un poco más “Personal”. Al Ingresar Gustavo le pide que no haga preguntas y que solo tome lo necesario para depositarlo en el supuesto bolso que llevaba. Tomás sin entender mucho hace lo que su amigo le dice. Después se dirigen hacia la primera habitación en la cual se saludaron. Gustavo se despide de él dándole una nota en un papel, para luego salir del internado cómo si nada hubiera pasado. Toma el bolso y lo mete en el asiento posterior de la camioneta. La hecha a correr y avanza media cuadra, espera unos segundos y al mirar por el espejo retrovisor ve como Tomás salta desde una de las paredes del internado corriendo rápidamente en sentido contrario. Gustavo se apresura para dar la vuelta en la camioneta y alcanzarlo una cuatro o cinco cuadras más allá.

Al disminuir la velocidad Gustavo le toca la bocina de la camioneta para darle la seña a Tomás, éste se detiene, lo ve y abre la puerta de la camioneta, al cerrarla Gustavo celera con rumbo al sur, sin siquiera saber hacia dónde se dirigirán. Una vez pasadas sus diez o doce cuadras Gustavo enciende la música, Tomás se logra relajar y mirándolo a la cara le dice:

-¡Me van a cortar las pelotas, solo por hacerte caso!
-¿Y eso qué importa? Están las ganas, el dinero y la camioneta de mi papá... déjamelo a mí. Total a la Mercedes ¡yo me la convenzo!
-¡No seas estúpido, mi madre no me lo perdonará nunca!
-A ti no, pero a mi si.

El silencio se apoderó un instante, solo se oía la radio. Luego de unos segundos Gustavo se ahorrillo y detuvo el motor justo al lado de una botillería. Sin decir nada se baja de la camioneta y vuelve con un arsenal de alcohol. Tomás se soba las manos y toma una de las latas de cerveza y la abre, alza su mano en señal de un brindis y bebe un trago. Gustavo le lanza un guiño cómplice y acelera para no detenerse hasta la bifurcación del camino. Le hace una seña a Tomás abre una lata de cerveza y se la entrega.

Al pasar los minutos Gustavo finalmente detiene por completo la camioneta, desciende de ésta para echarse a caminar unos pasos, detrás viene Tomás, casi pisándole los talones. Al detenerse, Gustavo bebe un sorbo más de cerveza, se da la vuelta y lo queda mirando fijamente a los ojos, acercándose lentamente hacia sus labios, besándolo suavemente. Las pupilas de Tomás se han aumentado para poder captar el momento. Deja caer si cerveza al suelo en señal de sorpresa, pero luego de unos segundos cierra sus ojos y baja sus brazos para abrasar a Gustavo y correspondiendo el beso que ha iniciado. Ambos sienten cómo su temperatura se eleva, cómo sus lenguas se entrelazan y cómo sus cuerpos se acercan más y más, generando movimientos propios de los animales en sus propias pelvis. Sus penes ya han aumentado de tamaño y sus manos comienzan a acercarse hacia su vientre. Ahora los besos ya no solo son labio a labio, han comenzado a esparcirse hacia sus cuellos bajando lentamente. Gustavo detiene los movimientos y dirige a Tomás hacia la parte posterior de la camioneta. Una vez en ella, Gustavo se acuesta y Tomás se monta sobre él para seguir besándolo en sus labios, en su cuello y en su vientre. Gustavo rápidamente libera sus manos y logra arrancarle la polera a Tomás, para ser él quien ahora lo bese, no solo en el cuello... Tomás se mueve con mesura. Gustavo arranca su pantalón y ropa interior, para comenzar a besarlo lenta y suavemente en la espalda. Su lengua se hace cada vez más sensible a los mismo movimientos de Tomás, el cual le aprieta las manos cada vez que Gustavo sigue bajando hasta encontrar sus glúteos. Tomás se mueve y jadea del placer, por lo que Gustavo suelta la prisión de sus manos y separa sus glúteos para poder lamerlo. Tomás sigue jadeando y moviéndose indicándole lo obvio. Gustavo acerca su pubis a las nalgas de Tomás y luego de uso cuantos intentos y lamidas lo logra penetrar profundamente en conjunto de los mismo movimientos de Tomás el cual se incorpora para seguir el ritual y hacerse parte de la propia acción, tomando el control de aquella oportunidad. Los movimientos de Gustavo se han apaciguado y es Tomás quien ahora dirige la acción. Fuertemente con una de sus manos lo toma por el cuello y con la otra araña su espalda, mientras Gustavo lo besa en el cuello y con una de sus manos lo masturba rápidamente. Al sentir esto, Tomás comienza a moverse cada vez más apresurado y jadeando cada vez más fuerte acercándose más hacia la oreja de Gustavo, que al sentir su respiración agitada también se mueve más aprisa que en un comienzo. En un momento Tomás araña fuertemente la espalda de Gustavo y grita cerca en su oído para apretar su esfínter y eyacular justo en el pecho de Gustavo. Al verlo, Gustavo decide seguir moviéndose, con saltos pequeños, Tomás nuevamente se aferra a Gustavo y vuelve a eyacular, pero esta vez no sólo, si no que en compañía de Gustavo. Pasan unos momentos y ambos se quedan adheridos el uno al otro para luego quedarse tendidos en la parte posterior de la camioneta.

Han pasado los minutos y ambos ven las primeras estrellas que llegan con el atardecer. Gustavo baja la mirada y se enfoca hacia Tomás, le gira su mentón y lo besa en la boca, a lo que responde, abrazándolo suavemente.

Después que la luna está en lo alto, Tomás y Gustavo siguen su rumbo desconocido hacia el sur, haciendo algunas detenciones solo para comer, follar y dormir.

martes, mayo 04, 2010

Capítulo 16: Reencuentro.

Por desgracia la historia de Gustavo no ha terminado en un final feliz. Tanto para él como para Ignacio las cosas no funcionaron, Ignacio, recién abriendo los ojos al mundo gay deseaba experimentar todo lo que tuviera a su alcance. Por esa misma razón Gustavo lo ha dejado ir, le ha dicho que cuando él ya se sienta capaz de establecer algo más seguro le llame. Gustavo se apresuró al creer que había olvidado Andrés y por esa misma razón se creyó estar nuevamente enamorado de un ser del pasado, el cual fue su amor platónico hasta hace unos meses atrás.

Nuevamente solo en su departamento opta por conectarse a la red social y buscar a Andrés. Al encontrarlo le surgen unas ganas incontrolables de llamarlo, de ir a su casa y visitarlo para saber cómo está. Luego de unos segundos y buscando más información se da cuenta de que Andrés ya no vive en el país. Ha tomado un rumbo distinto optando por una beca en Inglaterra, la cual alguna vez le mencionó cuando estaban juntos. Mirando sus imágenes publicadas logra apreciar el peso de sus dichos en el pasado. Además se da cuenta que está con alguien más, es un Chileno que justamente conoció en su viaje, aparentemente son pareja y se llevan muy bien.

Por lo mismo se da cuenta de que el tiempo ha pasado, y él se ha quedado estancado. Dejando de lado su misma vida amorosa y su trabajo. Por lo que decide realizar un viaje de tipo escapatorio. Por lo que tomará sus cosas y se echará a volar a sus tierras en el sur del país. Por lo que aprovecha su estancia en la red para comprar en línea un pasaje de avión en el siguiente vuelo, el cual sale en tres horas más. Rápidamente arregla su bolso con lo indispensable para él: ropa interior, artículos de aseo, su reproductor de música, celular, cámara y computador, además de un abrigo. Antes de bajar llama a un taxi para que lo lleve al aeropuerto y al conserje para avisarle su ausencia en el departamento.

Al momento de abordar el taxi y darle las indicaciones al chofer enciende su reproductor de música. Mientras busca en un tema el chofer trata de conversar con Gustavo, pero éste no presta atención y sigue en su quehacer. Finalmente encuentra el tema en cuestión: “Resistance, Muse” al subir el volumen al máximo en sus audífonos comienza el registro fotográfico que ha de llevar en esta travesía. Mientras ve pasar algunos de los automóviles que vienen en sentido contrario toma cada imagen que le llama la atención. Juega con el lente y la apertura de su cámara. Son cerca de las cinco de la mañana y no habita casi ningún alma las calles de su ciudad. Al llegar al aeropuerto y luego de pagar al chofer, camina lentamente hacia la sala principal. Después de registrarse y dejar su bolso se dirige a la sala de embarque. Está por amanecer y anuncian la salida de su vuelo. Una vez en el avión aprecia que son muy pocos los pasajeros que viajan a esa hora, por lo que se acomoda bien en su asiento esperando que nadie vaya a su costado e interrumpa su momento.

Ya en el aire y con las señales de cinturones de seguridad apagada, la tripulación comienza el ajetreo por realizar los servicios de desayuno. Mientras disfruta del paisaje, Gustavo lo toma como si fuera su cena. Su problema con el sueño aún no se ha resuelto, ni si quiera con medicación. Por lo que tratará de mantenerse despierto el resto de la mañana para poder dormir aunque sea un poco a la noche que le seguirá. El vuelo se hace más corto de lo esperado. Es el último en descender del avión, y antes de hacerlo le solicita a una de las auxiliares sacarle una foto. Luego de esto, dirige sus pasos a la correa transportadora para retirar su equipaje. Una vez ahí decide arrendar una camioneta para poder ir a sus tierras.

El hecho de no avisarle a nadie toma a todos los suyos por sorpresa. Su patrón ha llegado de la capital y de inmediato preparan su habitación para recibirlo. Una de sus criadas favoritas, es la encargada de coordinar todo. Es una mujer de pelo largo y cano, de contextura gruesa, de piel blanca y mejillas ruborizadas. Usa una falda oscura, blusa a cuadros, delantal floreado y un pañuelo que cubre su cabello. Justamente ésta mujer es una de las que más conoce a Gustavo, por lo que después de dar las indicaciones le toma el mentón y lo mira a los ojos. Es ella quién lo abraza con toda su voluptuosa imagen, a lo que Gustavo no puede negarse. Mercedes lo vuelve a mirar y sin siquiera saludarlo le toma la mano y lo dirige a su cocina. Rápidamente sirve una taza con té, prepara un trozo de pan amasado con queso fresco hecho por ella misma. Al dejar esto en la mesa Gustavo se sienta y comienza a comer con ansias hasta acabar toda la merienda. Mercedes nuevamente lo toma de la mano y lo lleva a su alcoba, la cual ya se encuentra lista para recibirlo. Gustavo se desprende de sus zapatos y se tiende en la cama para que Mercedes lo cubra con las frazadas y le de un beso en la frente, para luego retirarse dejando la puerta cerrada.

Después de dos horas Mercedes nuevamente ingresa a la habitación junto con una bandeja, es el almuerzo, una rica cazuela de campo, nada comprado en el supermercado, por el contrario, todo sacado de su mismo campo. Detrás de Mercedes viene acompañándola un perro, es pequeño, de mechas tiesas. Al entrar se dirige directo hacia los pies de la cama. Su nombre es “Tarzán”. Gustavo al despertar y verlo se le llena la cara de luminosidad. Mercedes le entrega la bandeja y acerca una silla para emitir sus primeras palabras a Gustavo: “Coma no más mijito, está muy facuchento y ojeroso” Gustavo le toma la mano y la dirige a su rostro para luego besarla y emitir su respuesta: “Eso me pasa porque no tengo a una como tú en la capital” ambos ríen un momento y después de una larga conversación se dirigen hacia los establos para ver a los animales.

miércoles, abril 07, 2010

Capítulo 15: Esperanza.

Al despertar me encuentro con compañía, lo cual era muy poco habitual. Es Ignacio. Reaccionando bien del letargo, me doy cuenta de que me tiene tomado con uno de sus brazos. La sensación es extraña, pero agradable. Al tratar me moverme me toma con fuerza para que no me escape de su atadura. Por lo que me quedo quieto y vuelvo a cerrar mis ojos. De pronto escucho su voz: “Al fin despertaste” por lo que respondo con una afirmativa. Pregunto: ¿Qué hora es? A lo que me responde con un: “¿Qué importa? Eso me da lo mismo, y mucho más ahora que estoy contigo”. Trago en seco y lo miro a los ojos con cierta cara de preocupación y duda. Por lo que me suelta de sus amarras y me deja ir. Voy al baño y me pregunto si algo anda mal con esta imagen.

Ignacio tiene una hija y su mujer, bueno, mas bien “tenía”. Me lavo la cara y los dientes, luego me dirijo a la cocina. Desde ahí le pregunto si tiene hambre y si desea comer alguna cosa... pero no hay respuesta de su parte. Por lo que preparo algo sencillo: unos panes con jamón y un litro de jugo de duraznos. Tomo todo en una bandeja y los llevo a mi habitación. No me había dado cuenta de que estaba sólo en pantalones. ¿En qué momento se ha sacado su camisa? Hago caso omiso a eso y le ofrezco lo que llevaba de comer. Rápidamente se incorpora y empieza a desayunar. Enciendo la televisión y el dejo en el canal que estaba, unos de esos culturales o de historia de la humanidad, no lo recuerdo bien. Pero de pronto le pregunto que hace haciendo viendo ese canal para ancianos, por lo que tomo el control remoto y lo cambio. He escogido un canal infantil. Estaban dando “Las sombrías aventuras de Billy y Mandy” le confieso que soy uno de sus admiradores, a lo que él asiente con una positiva, ya que esos dibujos los veía con su bebe cuando se quedaban solos en casa. Después de comer dejo la bandeja a un costado y retiro las migas que han quedado entre las sábanas. Luego de unos instantes, al acomodarme nuevamente en la cama Ignacio me toma nuevamente por la cintura y se acomoda su cabeza sobre mi pecho, quedándose tan quieto como una estatua de mármol.

Han pasado más de cuarenta y cinco minutos y sigo pensando que es lo que le sucede. De pronto levanta su cabeza y me queda mirando a los ojos, acercándose rápidamente hacia mi rostro besándome los labios. Al reaccionar me doy cuenta de que mis pupilas están dilatadas, mi pulso ha aumentado y de que todos mis sentidos se han alertado, al igual que cuando uno tiene miedo. Justamente eso es lo que siento en estos momentos. Nunca me lo hubiera imaginado. ¡Ignacio ha tomado ventaja y me ha besado! Eso es lo que he deseado desde que lo he visto por primera vez en la universidad. Aquellas fantasías que experimentaba, cuando se iba después de realizar algún trabajo juntos en la casa de algún otro compañero en la cual teníamos que dormir juntos para poder pasar la noche luego de acabada la maqueta o bosquejo. Todas esas pajas en las cuales lo veía tocándome, besándome o hasta penetrándome se podían hacer realidad en este preciso momento.

Es verdad, correspondo aquel beso, pero luego de unos segundos alejo mi cabeza de Ignacio, pero el se acerca aún más. Toma mi mentón con una de sus manos y me vuelve a besar por lo que realmente de doy cuenta de que yo no he provocado esa situación. Sus besos son intensos. Me hace recordar a Andrés, pero no es lo mismo. Siento algo más de pasión oculta en sus actos, por lo que me dejo llevar por aquel instinto animal que tenía dormido hace bastante tiempo, o por qué no decirlo, desde la última vez que estuve con Andrés.

Me toma por sorpresa. Su erección es imponente, nada que no haya sentido antes. Realmente me desconcierta su actitud, pero a esta altura me da lo mismo, muerdo sus labios y responde con la misma o hasta una mayor intensidad en su acto. Mientras me acaricia se despoja de su pantalón y logro apreciar sus piernas, nuevamente cierro mis ojos. Siento como sus manos recorren mi cuerpo. Ignacio decide dejar mi boca y se apronta a mi cuello y pecho. Acaricio su cabello y espalda con mis manos, mientras se mueve de placer besando mi abdomen y bajando cada vez más hasta llegar a mi entrepierna. Le he tomado por el cuello con mis manos y lo he alzado nuevamente hasta dejarlo frente a mi rostro, por lo que se monta sobre mí, moviendo su pelvis con mesura. De pronto ágilmente logra arrancar mi camisa con sus manos dejando expuesto mi torso a su vista. Mientras mis manos tocan su espalda y vientre me es imposible no seguir acariciando sus nalgas y sexo, por lo que lo tomo y lo tumbo en la cama desgarrando su ropa interior de un solo movimiento. Ignacio se sigue moviendo, pero esta vez con mayor intensidad al sentir mi lengua acariciar tu pecho y parte de su espalda. De pronto nos vemos envueltos en una maraña de movimientos involuntarios que son terriblemente acordes a esa situación. Por lo que me doy cuenta de que es momento de actuar con todo el arsenal. Mientras me sigue besando y tocando estiro una de mis manos para sacar uno de los condones que están el mi velador. Al darse cuenta de esto, Ignacio me besa con mayor intensidad por lo que decido deponer mis movimientos.

Le he tomado con mis manos su cuello indicándole que se detenga mirándole a los ojos y haciendo un movimiento con mis labios, a lo que él se niega aumentando nuevamente sus movimientos de cadera por lo que decido actuar rápido tomándolo por la cintura y quitándolo de mi bulto con un movimiento fugaz. Es demasiado seguro de su propio accionar ante mí. Estira su brazo y busca el condón que he dejado hace unos segundos, por lo que tomo sus manos entrelazando nuestros dedos y haciéndolos hacia nuestros pechos. Nuevamente lo vuelvo a mirar y lo beso apasionadamente introduciendo mi lengua en su boca y finalmente mordiendo sus labios indicando el fin del beso, por lo que me queda mirando y refugiando y cabeza en mi pecho entendiendo lo sucedido.

Mientras toca una de mis orejas con uno de sus dedos, sigue acariciándome las mejillas, me mira a los ojos y de pronto lanza unas palabras: “¿Porqué no hemos hecho esto antes?” a lo que respondo con un simple: “No lo sé, pero siempre lo quise” por lo que se aferra aún más a mi cuerpo, que, a esa hora ya hace desnudo junto al de él. Mientras toco su espalda con movimientos circulares él araña mi abdomen en señal de no haber querido detenerse.

Después de diez minutos de no emitir comentarios el televisor sigue encendido. Siento como mis ojos comienzan a pesar quedándome traspuesto a las sensaciones que recorren mi cuerpo. De pronto siento como Ignacio se levanta dirigiéndose hacia el pasillo. Por lo que logro captar va caminando desnudo hacia la cocina, le miro por unos instantes. Al despertar nuevamente lo veo llegar con otra bandeja. En ella trae el almuerzo, pero para mi es solo el desayuno. Son más de la una de la tarde y para el común de la gente a esa hora deben comer. Es algo sencillo: un poco de spaghetti con un trozo de carne a la plancha y un jugo que mantenía en el refrigerador. Me incorporo en la cama y trato de vestirme. Ignacio me quita la ropa de las manos y la lanza lejos diciendo: “Si no vives con nadie más, atrévete a ser tu mismo, tal como lo he sido yo en estos momentos”. Quedo sorprendido por sus palabras por lo único que hago es recibir la bandeja con comida.

Después de comer y confesarme de lo que se ha dado cuenta, le abraso fuertemente, besándole la frete en señal paternal, rápidamente me vuelve a besar los labios, pero esta vez tomo cada uno de sus besos con mayor aceptación. De pronto le miro a le digo: “Por favor, quédate conmigo, por lo menos esta tarde. ¡Por favor Quédate conmigo!, No me hace bien estar solo. Sé que eso tú lo sabes muy bien. Sé que no me hace bien estar solo, y mucho menos ahora sabiendo que te tengo junto a mi, que ¡finalmente te tengo junto a mi! Aunque sea lo que queda del día, no me dejes solo. Es difícil despertar cada día no teniéndote a mi lado. Aunque sea lo que queda del día, no me dejes solo en este lugar que he construido con lo frío y oscuro de mi alma y de mi corazón” Ignacio ha quedado mirándome y sin decir una sola palabra me abraza fuertemente con sus brazos fornidos acercándome a su pecho y besando mi cuello. Luego de unos minutos sin sentir nada más que nuestra respiración me susurra al oído: “El aire de tu boca me corta el alma en mil trozos. ¡Yo que tú no debería confiaría!.. Ya que... tú olor ¡me vuelve loco! Hace encender mi flama. La cual se encontraba asfixiada, pero tú la vuelves a encenderla, haciendo hervir nuevamente mi sangre, al punto de desviarme de los mil caminos he había elegido, tomando solo uno... y ese eres tú”.

miércoles, noviembre 18, 2009

Capítulo 14: Junta.

Abro los ojos, he soñado contigo, aún siento tu aroma. Me siento en la cama, veo la bandeja en el suelo por lo que la voy a dejar a la cocina, ni si quiera sé qué hora es, por lo que tomo mi celular, ya es de tarde, esta oscureciendo y yo recién despertando. Hay una llamada perdida. Ni si quiera escuché que sonara el teléfono. El número me es conocido... es Ignacio, por lo que lo llamo de vuelta. Conversamos un poco me dice que “se juntarán en un par de horas más con los demás compañeros de curso y necesita saber si asistiré” a lo que respondo con una afirmativa. Preparo algo para comer, mienta se cocina el arroz ordeno el cuchitril. Al terminar la comida me ducho y salgo rumbo al encuentro con los demás compañeros. Es en un restaurante de conocida trayectoria. Antes de entrar llamo a Ignacio para saber dónde está. Me dice que a una cuadra, por lo que decido esperarlo. Me saluda y me pregunta “si estoy bien” a Ignacio no lo puedo engañar, él me conoce lo suficiente. Le explico mi problema de sueño, por lo que me recomienda un psicólogo, es amigo de él. Me entrega su tarjeta y entramos al restaurante. Saludo a los demás, sus caras están más arrugadas de lo que imaginé. La gran mayoría ya están casados o tienen hijos, un pequeño porcentaje nos mantenemos como antes. Me siento al lado de Ignacio, es momento de hablar de mi gran problema con el sueño. Luego de un poco de cháchara para recordar las anécdotas que vivimos en la universidad los garzones traen el fuerte de la casa: vinos y tablas de quesos. La mezcla es fantástica, pasan los minutos, ya es tarde y momento de volver a casa. Decido ser el primero en marcharme, me voy caminando. Llevo unas 3 cuadras y el celular vibra, nuevamente es Ignacio, desea que lo espere, me comenta que los jugosos de siempre han empezado a hacer su show pobre y no desea verlo. Me siento en una banca, llega rápidamente, me comenta que no soporta a los demás y que solo rescata a algunos del grupo, pero que como se dejan influenciar por los jugosos decidió marcharse también. Me propone que compremos algo y que vayamos a mi departamento, la idea no es mala por lo que pasamos a una botillería, seguimos con la tónica del vino, son 4 botellas en total. Esta noche será muy larga y de muchos recuerdos. Al entrar en el departamento dejamos las botellas en la mesa, saco unas copas de cristal y el sacacorchos que justamente me regaló Ignacio para uno de mis cumpleaños. Descorchamos la primera botella y hablamos de la vida. Enciendo la música y nos sentamos en el living. Dejamos que los matices del tinto hagan su efecto. Saco un juego de naipes ingleses y mientras revuelvo las cartas Ignacio decide que juguemos al “tele” no lo recordaba, pero ese juego era para pasar el momento cuando teníamos alguna ventana en el horario de clases. Pasan 5 juegos e Ignacio decide hablar de algunas cosas que han quedado pendientes. Me confiesa que ya no está con su mujer, se ha divorciado, lamentablemente no entra en más detalles, sólo que la custodia de su bebé la tiene ella. De pronto se pone de pie y se dirige hacia el equipo de música, revisa los discos y coloca uno: Café del Mar Volumen 4. Ignacio sube el volumen y se vuelve a sentar. Yo lo miro detenidamente, algo más le pasa, no sé que es, pero me doy cuenta por sus ojos. Tomo y alzo la copa: “Salud viejo, por la soltería y por los viejos tiempos” el sonido de las copas se hace presente. Voy camino a la cocina, las botellas vacías ya están estorbando en la mesa por lo que las dejo en el depósito de basura. Al regresar Ignacio no está en el living, lo llamo, peo no responde. Espero que no me haga la que hacia antes: Simplemente desaparecer del lugar. Golpeo la puerta del baño de invitados... no hay respuesta. Lo llamo a su celular, por lo menos el sonido es dentro del departamento, camino en busca de él, está en mi habitación tirado sobre la cama muerto de curado. Le saco los zapatos y el cinturón, nuevamente de acuerdo de la ciudad X cuando estaba con Andrés. Yo hago lo mismo, me quito los zapatos, el cinturón y los artilugios varios con los que ando en los bolsillos, los dejo en el velador. Mientras me acuesto en la cama Ignacio se acomoda de lado, escucho un balbuceo que no logro entender muy bien. Apago la luz e Ignacio sigue hablando en clave de curado. Me acomodo para poder dormir y de repente Ignacio levanta la cabeza y dice: “Gracias por escucharme” le respondo con un “De nada, gracias a ti por confiar en mí, ahora duérmete” le doy un beso en la frente y se queda dormido. Por mi parte haré lo mismo, dormir.

domingo, noviembre 08, 2009

Capítulo 13:Insomnio.

Mientras a algunos les queda poco tiempo para comenzar la semana, y este día, yo sigo tratando d quedarme dormido. Ya he escuchado el despertador de los demás habitantes de este sitio. Lentamente los primeros rayos de luz comienzan a invadir el cielo. A esta hora ya no hace tanto frío, pero yo me congelo al saber que estoy nuevamente sólo en la habitación. Los perros ladran y los gallos cantan anunciando que ya es hora de cerrar las cortinas y las ventanas. El bullicio de la ciudad ya ha empezado a entorpecer mi agobiada cabeza, que sigue pensando en los hechos de hace unos momentos atrás. He salido a trotar para despejarme un rato. La música de mi reproductor es la misma de todos los trotes de esta semana... o por lo menos de la semana pasada, ya es lunes. Mientras daba mi paseo nocturno he llegado un poco más lejos. A pesar de no conocer esta ciudad ya se me está haciendo familiar. Me llama la atención que la gente aquí realmente disfruta de las playas. Están iluminadas, debe ser por el verano. Al llegar al balneario me he tirado sobre la arena. Puedo ver como algunas personas se bañan bajo la magia de un cielo despejado y una luna llena que resplandece en todo su ser. Dejo colgando los audífonos sobre mis orejas. El sonido del agua invade mis tímpanos y se cuela hasta mi piel, la que se eriza ante el golpe de las olas. Comienza a sonar “Home – Depeche Mode” inmediatamente vuelvo a su posición uno de los audífonos. Él tema me recuerda la ciudad X, una de las escenas que grabamos para el cortometraje en una estación del tren. Siento un nudo en la garganta, extrañamente deseo volver a casa. Mientras me pongo de pie siento que mi vista se nubla, estoy mareado, bajo la cabeza y respiro más hondo. Trato de caminar rápido. El estómago se me revuelve. El asco que siento aumenta ¿Qué es lo que me está pasado? al respirar más profundo y después de unos minutos la sensación se va. Tomo nuevamente velocidad en mi trote. No hay nadie en las calles, tampoco hay nadie en casa. Estoy solo, sin nadie más a mí alrededor. La energía que he acumulado ya debe haber superado mis límites. Comienzo a correr. Rápido, cada vez más rápido. El pulso acelerado, la respiración cortada. Es poco tiempo el que queda allá afuera ¡debo llegar a casa! Esta energía aún no se disipa, el tiempo está por terminar... he llegado, al fin he llegado. Vuelvo a saludar al conserje, subo por las escaleras. Saco las llaves y abro la puerta, dejo el reproductor sobre la mesa. Mientras camino a mi habitación me saco la ropa y la tiro donde caiga. Enciendo el televisor y me meto a la ducha. El agua está helada. Necesito calmarme. Bajo el chorro frío mi mandíbula tirita haciendo sonar mis dientes, lentamente el letargo me ha anestesiado. Salgo de la ducha estilando, el piso ha quedado mojado. Con las manos en el lavamanos y la cabeza agacha veo como caen las gotas de mi cuerpo. Levanto la mirada, me veo en el espejo, la luz del baño no ayuda mucho para darme cuenta. Sacudo mi mano, apago la luz y me tiro sobre la cama. El aire acondicionado hace que mis manos vuelvan a estar rosadas. La temperatura aumenta nuevamente y el calor termina por secar mi cuerpo. La televisión ofrece muchos canales, pero ninguno de mi interés por lo que la dejo en silencio y enciendo el equipo de música. Por lo general a esta hora la radio Horizonte puede ofrecer algo más, por lo que subo un poco más el volumen. Los habitantes de los departamentos vecinos están de vacaciones, según lo que me ha dicho el conserje, por lo que el piso está solo para mí. Podría hacer una fiesta y nadie reclamaría, lamentablemente no hay nadie a quien invitar a la celebración. Voy a la cocina y preparo una infusión, de esas que aseguran que “Podrás dormir plácidamente” ¡Ja, patrañas! un palo en la cabeza sería mucho más fácil. La hago acompañar por una tostada con mermelada. Deposito todo en una bandeja y vuelvo a mi habitación. Mientras tomo el “Desayuno” pienso y creo que debería ir a algún especialista, esto de vivir de noche no me está haciendo para nada bien. Si viajara a China no tendría problemas con el cambio de horario, lamentablemente estoy en Chile y el próximo viaje a Europa o Asia será en un par de años más. Termino de merendar y dejo la bandeja en el suelo. Nuevamente le doy importancia a la televisión, han comenzado las noticias, esto es lo único que me tiene informado, pero de lo que ha ocurrido el día anterior, por lo que apago el equipo y subo el volumen al TV. La bolsa de valores está en alza, eso dicen en los titulares, esto me conviene, la empresa la tengo un poco botada, que más da, para eso están los asesores, que ellos se encarguen, total si algo malo pasa, deberán llamarme. Los ojos han empezado a pesar, al fin me voy a dormir, mejor apago el televisor y me acuesto bajo el plumón.